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Capítulo 4: Astros luminozos

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Intimidante. Lena Saans era intimidante. Era una mujer de veinte años con una belleza que sabía aprovechar, tenía una personalidad explosiva y extrovertida, pero sobre todo era muy, muy coqueta. Para su desgracia esa actitud solo lograba que los hombres huyeran al pensar que no podían competir contra una mujer así. Venus la había conocido cuando comenzó a trabajar en Cupcakes & tea. Lena le había contado todo sobre su vida una noche en la que Venus se quedaron a trabajar hasta tarde. Su amiga había llegado borracha, maldiciendo a la vida y al destino por haber tenido que nacer con su suerte.

—Odio mi vida. Si no fuera por este trabajo habría una probabilidad alta que yo viviera debajo de un puente o como prostituta —le había dicho a Venus, quien peinaba con delicadeza el cabello que se le pegaba a la sudorosa frente de una Lena muy ebria—. No tengo a nadie, ¿sabes? Ni una sola persona en mi vida. Podría morir esta noche y nadie se daría cuenta.

—Yo lo haría —le había contestado Venus con voz de madre.

Lena había comenzado a llorar hasta que poco a poco se había quedado dormida. Sabiendo que no podía dejarla ahí, sola y abandonada, Venus había llamado un taxi y se había ido con ella a su casa. Esa fue la primera vez que las chicas supieron que iban a ser grandes amigas.

—Hola —dijo coqueta Lena, estirando su mano para presentarse. Blake la tomó un poco desconcertado—. Me llamo Lena.

—Me puedes llamar Blake —contestó el chico. Venus intercambió una mirada con su amiga, adivinando sus intenciones.

—¿Y si mejor te llamo esta noche? —le contestó en tono meloso. Venus negó con la cabeza mientras soltaba una risita por lo bajo. Blake, en cambio, parecía no entender de lo que Lena hablaba.

—Lo siento no... creo saber de qué estás hablando —contestó confundido Blake.

Venus hizo una intervención en ese momento. Mandó a Blake a preparar un pastel de tres pisos y se llevó a Lena a rastras al otro extremo de la cocina.

—¡No me dijiste que la copia humana de Jack Frost estaba trabajando con nosotras! —le chilló Lena en voz baja, tratando de ocultar su emoción—. Lo vi cuando dejó los cupcakes en el mostrador, pero como estaba atendiendo a una pareja de ancianos no pude llegar de inmediato. ¡Me muero por conocerlo! ¿Dónde encontraste un hombre así?

Desnudo en la cocina de mi casa, pensó Venus, sin ningún aire de humor.

—Es... un chico que llegó de intercambio. Quiso venir a visitar a Ares, ya sabes, él tenía amigos por internet y esas cosas. —"Y esas cosas", Venus no tenía ni idea de lo que estaba hablando, pero le parecía una mentira muy conveniente para la ocasión. Eso explicaría por qué él vivía con ella y por qué parecía que se conocían tan bien.

Lena comenzó a dar pequeños brincos en su sitio, pareciera que Venus le hubiera dado la mejor de las noticias. De inmediato captó por qué su amiga estaba tan emocionada. Venus se maldijo a sí misma y se esforzó mucho para no seguir agrandando la mentira. Había conseguido todo lo contrario a lo esperado.

—¡Eso significa que puedo ir a visitarlo a tu casa siempre que pueda! —exclamó Lena, mirando a Blake de reojo.

Venus no entendía por qué había dicho lo que dijo, era claro que Lena aprovecharía cualquier oportunidad para verlo y eso no era lo que la molestaba en lo absoluto, sino que ahora iba a tener que hospedarlo en su casa porque si su amiga llegaba y no había rastros que Blake vivía con ella, Venus quedaría como una mentirosa y dudas comenzarían a surgir sobre el extraño desconocido que ella había arrastrado al trabajo. Había cometido un error al decir lo que dijo, había intentado crear una mentira al vuelo y se había hundido a sí misma. Adiós posibilidades de deshacerse de ese ser muy pronto. Pensó en todas las excusas que podría decir si Lena llegaba y Blake no estaba, pero no pudo pensar en nada bueno excepto...

Quédate conmigoWhere stories live. Discover now