Te gusta lo que ves, precioso

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Darien veía como su acompañante se removía sobre su silla. Era gracioso la imagen de ver a alguien como él ser incomodado.

-Acaba de escoger alguna chica, no esperes que este aquí todo el día- le dijo intentando romper la pesada atmósfera a su alrededor.

-No quiero escuchar eso de alguien que se demorará al menos una hora en consumir todo eso-

-Y quién dice que todo esto va para adentro. No amigo, la comida gratis se reserva. Ya tengo el almuerzo y la cena de mañana- Darien lo señaló con el dedo dándole una lección de vida- Tengo otros planes con el dinero que me diste, así que hay que ahorrarlo-

-¿Cómo por ejemplo?- Le interrogó, más por preguntar que por curiosidad.

-Una cama nueva. De esas que saltas y te elevan en peso, siempre soñé con una-

-Una cama nueva- Anubis repitió con tono pícaro mostrando en una sonrisa la perfecta hilera de dientes blancos- Creo que podríamos estrenarla de diferentes maneras-

Un sonrojo cubrió el rostro y cuello de Darien mientras se atragantaba.

Por primera vez el chico escuchó la carcajada de Anubis. Una de verdad.

-Estas disfrutando con esto verdad. Porque no te pienso contar más nada sobre mí- Se hizo el ofendido, pero en el fondo, a él también le gustaría estrenar la cama, esta vez totalmente sobrio.

Mientras más tiempo el dios pasaba con el chico más interesante le resultaba. A pesar de su vida poco convencional, era capaz de bromear, reír y mostrar expresiones que lo fascinaban. Quería disfrutar más tiempo a su lado, todo el posible.

-Te manchaste- le señaló con el dedo la mancha de salsa sobre la camisa.

El chico jaló la prenda y su boca se hizo una enorme O cuando vio la marca roja cerca del cuello.

-No, no puede ser, esto es nuevo- refiriéndose a la prenda de ropa

-Puedo comprarte una si quieres- Anubis se ofreció desinteresadamente, tal vez una prenda o dos más para su inexistente armario no le vendría mal. Los otros dioses se reirían de él si lo vieran en este momento. No le importó, se sentía bien cuidar a alguien.

-Tú, quédate aquí- Darien obvió su propuesta, estaba tan absorto en lo ocurrido que no lo había escuchado-

-A dónde vas-

-Voy al baño, tal vez pueda sacarlo- El chico casi voló hacia la puerta del baño donde lo vio desaparecer sin apenas darle tiempo a decirle algo más.

El inmortal suspiró. Tenía que ponerse en función y buscar ahora que estaba solo una candidata, pero aún sentía el escalofrío que lo incomodaba y no lo dejaba concentrarse, y sin Darien en su rango de visión, la situación no era positiva para él. Algo no estaba bien en aquel lugar.

Darien frotó por undécima vez la mancha en la tela que se negaba a salir.

-Demonios- Tiró la servilleta hacia el lavamanos. Ahí se iban sus ahorros de todo un mes. Y lo peor es que le gustaba esa camisa que tenía decorado ahora, una mancha en el pecho de humedad. En serio, su vida apestaba. Definitivamente, debió haber sido un chico muy, pero muy malo en su vida pasada, para que lo pagara tan caro en esta.

Abrió el grifo y se lavó las manos para quitar los restos de jabón cuando se quedó congelado mirando su reflejo en el espejo. Más bien no su reflejo, sino lo que estaba detrás de él que se lo comía literalmente con los ojos.

-¿Qué ocurre precioso, te gusta lo que ves?-

-Hhhooooo rruu...Horus-

El beso ©® Trilogía Dioses Cautivadosحيث تعيش القصص. اكتشف الآن