👑 Drag Queen 👑

ARÁCNIDO AFEMINADO

La monarquía anárquica del inframundo aportó grandes avances, siendo Hellwood un destacable ejemplo, considerado como el hogar de las estrellas infernales. Y que también es el hogar de un Drag Queen profesional: Angel Dust, el arácnido afeminado.
Cierto personaje yacía ahora mismo en una entrevista, portando como ropaje: un vestido oscuro y largo, que ocultaba sus sensuales curvas y la pantaleta de encaje color rosa intenso; guantes negros en cada mano y que llegaban hasta sus codos; un collar de metal inoxidable alrededor de su cuello delgado, acompañado por un agradable decorativo en forma de corazón, resplandeciente y hecho con fragmentos de cuarzo. En cuanto su aspecto físico: se pintó las pestañas; mostraba un peinado femenino, tapando su ojo derecho (que tiene la iris rojiza y la esclerótica negra); exhibía lunares rosados en los mechones de su cabello, blanco y suave; en vez de tener pectorales era poseedor de un par de auténticas tetas, grandes y esponjosas.
Los molestos periodistas no dejaban de acosarlo a preguntas, algo que Angel Dust etiquetaría como un fastidio abrumador. Estos acercaban sus micrófonos para que hablara, tanto los modernos como los de la época vintage; e incluso, no pasaba desapercibido los fotógrafos y sus cegadores "¡Flash!" Que estos realizaban con sus cámaras.

¡Señor Angel Dust, le tengo una pregunta!- gritó el periodista, un demonio-leopardo, que se abrió paso entre esos cabecillas a codazos, obteniendo la atención de un Angel Dust ofendido -. ¡Señor!, ¡Me gustaría...

¡Cariño!- lo interrumpió Angel Dust, frunciendo el entre cejo y hablando entre dientes -, para que te informes- agregó, dándole una inesperada bofetada con su mano izquierda superior -: ¡Usted!, Me dirá Angel Dust o señorita Angel Dust, sólo eso y nada más, porque miserables como tú no tienen el privilegio de llamarme "señor". Lanza tu mejor pregunta saco de basura inmunda.

El demonio-leopardo deja escapar un lento suspiro, y, por instante, este habría jurado que algunos de sus compañeros periodistas se reían de su error a sus espaldas. Trató de ignorarlo y escupió su pregunta:

Bien, Angel Dust, ¿El diente dorado y brillante que usted tiene es real?

¡Lógico!- contestó Angel Dust, exhibiendo una sonrisa, y señalándole al periodista el diente de oro -, ¡Es tan real como ves cariño!

¡Pregunta para la siempre magnífica Drag Queen!- dijo un periodista bajo, delgado y de lentes de sol, cubierto por un pelaje gris, con una larga cola carente de pelo y portando un esmoquin color arándano; es un demonio-rata -. ¡Señorita!, ¿Alguna vez te has arrepentido de una hazaña que cometiste?

De pronto, los malos recuerdos querían retornar y herir a Angel Dust con el factor culpa. No obstante, este no se dejó llevar por el pasado, volviendo a enfocar su vista en el periodista, llegando a derramar su primera gota de sudor a causa de un ataque de nervios que contuvo con poco éxito.

¡No!- respondió Angel Dust directamente, tirando un puñetazo sobre la mesa que sacudió su copa con vino blanco, ocasionando el derramamiento de esta sustancia alcohólica sobre su vestido -. ¡Mierda!- murmuró entre dientes. A continuación, da un chasquido de dedos, y de inmediato un demonio-termita de ojos saltones y elegante lo atiende -. Traedme otra maldita copa de vino blanco. ¡Otra cosita, bombón!, También añadirás en la copa grandes cucharadas de vino tinto, luego los mezclas y le agregas su toque de acidez con naranja. ¡Tan fácil y sencillo, malnacido!, ¡Muévase de una puta vez, no le daré propina hasta no ver mi copa!

¡Si señor!- contestó el demonio-termita algo tembloroso por las palabras de su cliente, llevándose la copa de cristal para ir a cumplir la orden del Drag Queen, perdiéndose de vista por los periodistas por el propio Dust.

¡Angel Dust!- exclamó otro periodista, empujando al demonio-rata para ganarse varias injurias y groserías de este, aunque al fin y al cabo no alcanzó a oírlas, como si sólo le importara oír las palabras de la estrella y de nadie más -, ¡Angel Dust!- repitió el eufórico periodista, que dibujaba en su rostro canino una tétrica sonrisa -. Le tengo una pregunta para usted, señorita. Y sólo le pido franqueza.