13. ¿Cómo perdonar a alguien si ese alguien soy yo mismo?

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Bianca

Si alguien le preguntara qué había pasado aquel día, Bianca no sería capaz de explicarlo a la perfección. Recordaba una discusión y a Tadeo golpeándola contra la pared, recordaba un dolor insoportable en su cabeza y la forma en que había comenzado a sentirse completamente desconectada de la realidad hasta que el dolor había desaparecido por completo pero nada más que eso, todo el resto era una serie de imágenes y conversaciones sin sentido ni conexión alguna.

Lo primero que había visto Bianca al abrir los ojos habían sido sus dos padres. Éstos se encontraban a ambos lados de su camilla en el hospital y lucían completamente devastados. Su padre tenía los ojos rojos y la barba de varios días crecía en todas direcciones. Su madre llevaba puesta la ropa que daban en el hospital y no estaba maquillada y ni tenía el cabello peinado. Ambos lucían más viejos, más demacrados y también más humanos de lo que nunca los había visto.

Lloraron mucho cuando Bianca despertó. La chica no entendía por qué lo hacía si había pasado todo ese tiempo, dos semanas le había dicho la doctora, completamente inconsciente pero por algún motivo había sido incapaz de parar desde que había abierto los ojos. Su madre la había abrazado, su frente apoyada sobre sus piernas y su padre le había tomado la mano y le había acariciado el cabello. Cualquiera que los hubiera visto hubiera pensado que eran una familia normal que acababa de pasar por una experiencia terrible y que estaban haciendo lo que las familias normales hacían.

¿Hubieran sido las cosas diferentes si sus padres la hubieran consolado de aquella manera cuando Gabriel murió? ¿Hubiera sido Bianca una persona completamente diferente? No lo sabía, pero lo que si sabía era que, luego de haber experimentado una experiencia tan cercaba a la muerte, estaba convencida de una cosa: no se quería morir.

Quizás era por eso que había comenzado a seguir paso a paso la dieta otorgada por el nutricionista del hospital, que había dejado en claro que la situación de Bianca no hubiera sido tan extrema si hubiera estado en la condición física adecuada al momento del ataque y había aceptado ver a la psicóloga que su médica de cabecera le había asignado.

—Creo que no se debía a mi físico— murmuró Bianca un día y la doctora Paula la había mirado con curiosidad— creo que me estaba castigando, por eso no quería comer.

—Entiendes que eso nunca lograría hacerte sentir mejor, ¿Verdad?

—Es que eso quería. Quería arruinarme.

—Por eso es importante que estes aquí, por eso es importante que hables de esto con la gente que te quiere— contestó la doctora Paula.— Haciéndote daño a ti misma no llegas a ningún lado, solo te perjudicas a ti pero también a todos los que te rodean. Hay otras formas de aliviar ese dolor y esa culpa, formas más sanas.

—¿Cómo cuales?— quiso saber Bianca.

—Como ésta— la doctora Paula sonrió— hablando se pueden sanar muchas cosas, ¿Sabias? A veces una conversación puede ser más mágica que una varita, puede lograr milagros.

—Una psicóloga hablando de magia, eso si es extraño— murmuró Bianca pero, por algún motivo, aquello la motivó a seguir viéndola.

Al principio, sus padres habían sido acompañantes silenciosos en su recuperación. Bianca se había quedado casi un mes más en el hospital solamente para que pudieran hacerle los estudios necesarios y asegurarse de que no tendría secuelas. Con el tiempo, éstos habían comenzado a hablarle sobre la forma en que ellos habían vivido el duelo de Gabriel y le habían pedido disculpas por no haber estado para ella como deberían haber estado en aquel entonces.

Vanesa iba a visitarla a menudo. Ya no era la chica fashionista que había conocido: la tintura se había lavado tanto que ahora era apenas un rosa pastel, su cabello rubio se asomaba en las raíces de su cabello, tenía el rostro sin maquillar, unas grandes ojeras adornaban sus ojos celestes y siempre tenía puesto el uniforme de la escuela sin importar la hora de visita. Vanesa no hablaba de ella misma, simplemente le preguntaba a Bianca sobre sus estudios más recientes, sobre sus avances con el nutricionista y la psicóloga y se ponían a ver alguna serie o película juntas. Poco a poco el moretón en su mejilla se había ido borrando y junto al mismo se destacaba la ausencia de Simón, que había desaparecido de sus vidas la misma noche del incidente.

Los últimos días de juventudWhere stories live. Discover now