2. Natalia Lacunza

3.5K 170 5
                                    

Natalia Lacunza había cumplido sus 21 años tan solo un mes antes de hacer la que se había convertido en la audición más importante de su vida, la audición que iba a cambiarlo todo. El punto de inflexión. 

Natalia había nacido en Pamplona, donde aún residía su familia. Elena era su hermana pequeña, mientras que Santi era el hermano mediado entre ellas. El único niño. Habían crecido juntos en la ciudad y la relación que mantenía con sus hermanos era maravillosa, como si fueran mejores amigos a pesar de la diferencia de edad. Mientras que ellos tenían claro que iban a ir a la universidad, Natalia había sabido desde muy temprana edad que los estudios no eran lo suyo y que quería dedicarse al baile.

Empezó a dar clases cuando tenía 4 años. Sus padres pensaban que era una buena idea para que no se centrara solo en el colegio y que tuviera actividades extra escolares que estuvieran relacionadas con el arte. Sus hermanos hacían otras actividades como baloncesto o fútbol, pero los estudios eran su prioridad. Al contrario que los de Natalia. 

A sus padres les había costado mucho aceptar que quisiera dedicarse profesionalmente al baile. A sus 12 años ya se lo había dejado muy claro a sus padres, pero no la tomaron en serio. Siguió diciéndolo durante muchos años, pero todos creían que era demasiado joven para tomar esa decisión. A sus 15 años, la conversación sobre el baile se había convertido en algo que ocurría casi a diario en su casa. Sus padres la adoraban y querían que fuera feliz, pero también pensaban que su hija necesitaba un trabajo real que pagara las facturas y parecía que el baile no iba a darle esa estabilidad. 

Ni siquiera a sus 17 años sus padres consideraban que tuviera la madurez suficiente para tomar esa decisión y le insistían en que volviera a pensar en la universidad. La chica tenía unas notas excepciones y era una pena que no se aprovechara de ellas. La llevaron a visitar más de una universidad, pero no había manera de convencerla. 

Lo único que ella quería hacer era bailar. 

Las universidades y escuelas de danza más prestigiosas eran realmente caras y sus padres no iban a hacer ese desembolso en algo por lo que no creían. Además, tenía a dos hermanos más y aseguraban que no podían gastarse todo su dinero de los estudios de ambos en el intento de Natalia de dedicarse al baile. 

Todos estos factores le llevaron a tomar una dura decisión a sus 18 años: trabajar en lo que fuera, especialmente en bolos de baile, para conseguir dinero durante un año y luego pedir entrar en dichas escuelas de danza. Sin embargo, la vida tampoco estaba de su lado en ese aspecto. Tres meses después no había ganado apenas dinero y era consciente de que no iba a recaudar todo lo que necesitaba en mucho tiempo a ese ritmo. Intentó volver a hablar con sus padres, pero no iban a pagar. 

Natalia tomó la decisión más arriesgada de su vida: mudarse a Madrid y buscarse la vida allí. No se consideraba valiente y aquella decisión requería de mucha valentía, pero se las apañó para tirar hacia delante. Tenía claro lo que quería e iba a luchar por ello. Además, consideraba que había más oportunidades en la capital y que si se quedaba en casa escuchando a sus padres a diario hablar sobre ese tema, su salud mental iba a acabar desgastado. A sus padres no les hacía gracia la decisión, pero sabían que no podían luchar contra su hija más de lo que lo habían hecho desde que era niña porque sólo habían conseguido alejarla. 

La de Pamplona tenía muchos sueños en su cabeza y pocos recursos en su mochila cuando aterrizó en Madrid. Su plan era sencillo a simple vista. Tan sólo necesitaba conseguir un trabajo que le diera el suficiente dinero para pagar el alquiler y las facturas y mientras tanto tomar clases de danza y baile mientras hacía castings o conseguía un trabajo de lo suyo. Sus padres decidieron darle algo de dinero para empezar y, aunque no era mucho, le sirvió para apañarse un tiempo. 

Hasta que llegaste tú (Albalia)Where stories live. Discover now