─Eso es genial. Sé que te gusta jugar. Me encantaría ir a verte, pero...

Desilusión corre a través de mí.

Realmente quiero verla en las gradas. Esa es una de mis fantasías. Alzar la vista en medio de un partido para encontrarme con sus ojos en mí. Quizás con mi camisa. Quizás en sexys pantalones cortos. Quizás con sus pequeñas tetas rebotando mientras salta apoyándome junto con las otras novias de los jugadores. Casi me corro con la imagen mental de eso.

─¿Pero...?

─Tengo clase. Me desocupo media hora antes. Lo justo para cambiarme.

─Ah, bien. ─Maldición─. En otra ocasión.

─Sí. Más tarde vemos si mi horario de clases no coincide con alguna de tus prácticas. ─Bosteza─. ¿Tienes clase ahora?

─Sí. Tengo cinco minutos para llegar al salón.

─Me sorprende que estés llegando tarde. Siempre eres puntual.

No puedo contradecir eso.

─A mí también.

─Supongo que Lydia te está cambiando.

Está riendo cuando lo dice, pero la conozco lo suficiente como para saber que esa oración es parte reproche, parte broma y parte intento de apuñalada.

Nuevamente me siento como un dios.

─Así parece.

Su suspiro me hace sonreír más.

─Puedo imaginar cuán loco estás por ella, Drew, pero no te pierdas.

─No. No puedes.

Realmente no. Lydia me vuelve loco de una forma asexual que no tiene nada que ver con la erección en los pantalones de medio campus, aunque tampoco niego ser víctima de ese tipo de locura.

─No, sí puedo ─contesta secamente antes de colgar.

Me quedo observando la pantalla de mi celular por unos momentos.

¿Eso que escuché en su voz fue ira?

¿Ira producida por su amor secreto por mí, el cual no es hipotéticamente correspondido? ¿Acaso ella experimenta esa clase de locura por alguien, que te hace cambiar deliberadamente a su favor, de la que habla? ¿A eso se refería? Sea cual sea la respuesta a eso, una que seguramente me tendrá pensando todo el día, tengo una oportunidad para descubrirlo más tarde. Eso es más de lo que he tenido todos estos años.

Salgo del Range, guardo el iPhone en el bolsillo trasero de mis pantalones, cuelgo la mochila de cuero sobre mi hombro e inicio el día con una sonrisa. Esto no ha hecho más que mejorar desde me levanté. Estoy tan jodidamente feliz que incluso saludo a cada maldito rostro que mira al novio de Lydia, no a Drew, ya que es lo que soy desde que subimos nuestra primera foto juntos al Instagram. Esta es la versión Lydia Fisher de estudiar medicina y que tus padres te presenten como su hijo, el que estudia medicina, en vez de por tu nombre. Así es como papá sueña con presentar a Rosset.

Entro a mi clase cuando ya empezó. El profesor a cargo de la asignatura me dedica una mala mirada cuando traspaso el marco de la puerta, pero me deja entrar porque es fan de los Tar Heels. Lo veo en primera fila en cada puto partido. Según el entrenador formó parte de la banca en su época. No me sorprende ser llamado al final de la clase para un regaño, sin embargo, porque es lo que hace con cada estudiante que no cumple con el horario. Lo hace sentir importante tratarnos como niños de kínder.

─¡Drew! ─me grita una voz cuando ando por los pasillos en dirección a mi siguiente clase antes del entrenamiento─. Dios, idiota, ¡tengo tanto tiempo sin verte! ¡Desde que fue revelado lo de tu P.G se te subió la fama a la cabeza!

Friendzone a primera vista  ©Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin