22.El pasado de Thiago

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Lucifer hace pitar el coche para llamar la atención al resto de conductores. Nathan tiene un corte profundo, hecho por algo a lo que llaman espada celestial, una espada demasiado poderosa, que suele ser la encargada de cortar las alas a los ángeles para convertirlos en caídos.

Por desgracia, cuando Hailey lo ha hecho, no hemos podido alcanzarla, no sé dónde está ahora y poco me importa. Necesito saber algo y solo Nathan tiene la respuesta, solo él puede saber quién era el de mi recuerdo.

Las llantas queman la calzada al frenar de golpe en plena puerta de nuestro refugio. Lucifer sale velozmente del coche para abrir el maletero y cargar a Nathan sobre sus hombros, como si fuera un saco de patatas.

Le miro mal al ver su sonrisa triunfante, se encoge de hombros y me dice que se lo merecía.

Ayudo a Dylan y Grace mientras él lleva a mi mentor dentro, con la única persona que nos puede ayudar.

—Ayúdanos Camile...—digo al dejar a mi novia y mejor amigo en el sofa de una de las habitaciones.

Ella se encuentra empapando algodón con algo, no es alcohol, es alguna poción que parece ser que puede ayudar a Nathan, Lucifer lo mantiene con un paño húmedo en la cabeza.

—La fiebre le ha subido, solo la espada puede causar fiebre, si no fuera porque esta inconsciente, estaría agonizando y suplicando por su muerte.

—Ni se te ocurra dejarle morir—le advierto ya molesto por todo, el plan se ha ido bastante a la mierda, lógicamente he salvado a Jaden, le he dejado en la comisaria, me ha prometido que no diría nada de todo lo que ha visto y oído. Nathan está entre la vida y la muerte y para rematar mi mejor amigo y mi novia están mal heridos.

—Escucha Thiago, no te lo quería decir antes pero... Nathan está envenenado.

Observa las heridas más profundas negando con la cabeza. Mi mirada se nubla por breves instantes, hasta que Lucifer se adentra en ella y ve lo que me está pasando.

—¡Haz algo!—le grita a Camile.—Dijiste que podrías ayudarle en cuanto le dejé en el sofá.

—No puedo estúpido arcángel del demonio, se está muriendo, probablemente no va a despertar y se ira muriendo lentamente—le dice pacientemente tocándose el puente de la nariz.

—¡Joder!—grito golpeando la pared.

Doy media vuelta, mi pedido no va a servir de nada ya si ni siquiera se va a despertar, no entiendo porque Camile no va al puto grano, siempre está igual, dando miles de excusas, miles de palabreríos y luego no hace ni una mierda. Voy a tener que encontrar yo la respuesta, esta noche va a ser muy larga.

Me subo al coche de Dylan y piso el acelerador con fuerza, el coche resuena y avanza del tirón. Conduzco hasta mi casa, la policía se encuentra allí.

Paso por la puerta, por mucho que escucho los llamados de mis padres adoptivos, paso de largo y me meto en el despacho de mi padre. Empiezo a hacer lo que hace algunos años hice, rebusco mi certificado de nacimiento y mis datos de la residencia de acogida, donde compartí algunos años con varios niños en una situación similar a la mía.

Al encontrar el los papeles me vuelvo a marchar, dejando el despacho como si hubiera pasado un enorme tornado. Me cambio de ropa velozmente para no estar empapado en sangre y que la policía piense que he matado a alguien, aunque si lo he hecho, luego sigo mi camino. Veo a Jaden en una silla en la cocina, está comiendo un plátano, no puedo evitarlo y me acerco a él.

—Jaden—le llamo haciendo que me mire.—Tengo que irme, quizá no vuelva esta noche, si mamá y papá te preguntan, diles que me he marchado con Dylan y Grace de excursión.

Sullivan,el ángel caídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora