16.¿Me ayudas o te condenas?

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Maratón navideño 3/3
FELIZ NAVIDAD

El caído se mueve nerviosamente. Murmura un sin fin de cosas incoherentes mientras se pasea por la habitación.

La hechicera está sentada en la mesa de la habitación, golpeandola nerviosa con sus dedos. Observa todos los movimientos del caído con gran precaución, por si se le ocurre estallar en ira y demostrar de lo que es capaz, que seguramente es más de lo que ha mostrado.

Unos nudillos golpeando la puerta suavemente los obliga a mirarse entre si, sobresaltados y listos para atacar.

Camille se prepara con las manos apuntando en dirección a la puerta y Lucifer se mantiene tras la puerta por si debe embestir a alguien y dejarlo inconsciente en el suelo.

Ambos comparten el sentimiento de ansiedad y miedo. Ella porque si pierde la oportunidad de que Lucifer la ayude, no va a solucionar nada con Thiago y es urgente, cuando acordó ayudar a Nathan se abstuvo a todo lo que ello conllevaba y nunca esperó tener que buscar al que se suponía era su pero enemigo. Lucifer porque será su fin, si le encuentran y ya están informados de todo lo que hizo tras su caída, estará cabando su tumba y se deberá preparar para afrontar la muerte a la que le castigarán de una vez por todas.

—¿Se puede?—la voz de una mujer al otro lado, los hace suspirar, aliviados, quitando la carga que estaban por desatar de manera violenta.

—Claro, adelante—pronuncia Camille.

Una mujer joven entra a la habitación con tres toallas. Mira a Lucifer enarcando una ceja, curiosa.  Luego dirige sus vista a Camille, sospechando que algo importante sucedía y los ha interrumpido.

Se dedica a hacer su trabajo, cambia las toallas del baño y se marcha de la habitación sin dejar de verles.

Una vez la puerta se cierra y la manilla regresa a su posición original, Camille se aproxima velozmente a Lucifer, en un intento por intimidarlo.

"Ahora o nunca"—piensa Camille cruzando los dedos tras su espalda.

—Lucifer.

Él levanta la vista y se encuentra con la mirada sería de ella. Frunce el ceño, extrañado por la reciente cercanía, pero no puede dar el paso atrás que pretende, pues la pared se lo impide, debió pensar en ello antes de quedarse tan cerca de la puerta.

—¿Qué? —la voz de él es asqueada,harto de tener paciencia, se notan sus ganas de estallar en un ataque de ira y destrozar todo a su paso, desde cosas anónimas y sin valor, hasta personas.

—Están cerca, solo te diré esto una vez.

—Pues habla, no tengo todo el día—por fin le da una oportunidad para explicar el motivo de su viaje a Grecia.

Ella frunce los labios y pierde su mirada por encima del hombro de él, intentando encontrar las palabras para explicarse sin ser interrumpida rápidamente por Lucifer, cuyo gusto por interrumpir es latente.

—El chico que te comenté antes, es un Nefilim—suelta la bomba apresuradamente, evitando que él la calle.—Necesitamos tu ayuda para salvar a su padre, Raziel.

La quijada de Lucifer parece desencajarse al escuchar el nombre del caído. Alza sus hombros y cruza los brazos, en una postura inquebrantable.

Medita lo que ha escuchado y se hace miles de preguntas.

—¿La profecía? ¿Es real?  ¿Ese Nefilim es hijo de Raziel? ¿Raziel está en peligro?—empieza a cuestionar en mascullos que solo son audibles para ellos. —Debo conocer a ese chico.

Sullivan,el ángel caídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora