EL SECRETO DE LA NAVIDAD

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La nieve caía en Omaha. Los pequeños copos se almacenaban en la nieve depositada en el suelo. Era veinticuatro de diciembre, aquella noche era nochebuena. Mientras que otros niños se preparaban para la fiesta, el pequeño Timmy, un niño rubio y bajito para su edad, retiraba la nieve del patio de su vecino. ¿Y por qué un niño, de tan solo diez años, estaba trabajando en una mañana como esa? ¿Qué clase de crueldad era esa? Los padres de Timmy eran una familia humilde, no pasaban necesidad, pero vivían de forma modesta. El niño trabajaba de buena gana y con lo que le pagaban haciendo recados, ayudaba en casa. Además, el viejo Pete, el vecino al que le estaba quitando la nieve, era muy simpático, y sufría dolores de huesos. El pequeño no dudaba nunca en ayudarle.

Pronto dejó de nevar, y Timmy acabó su trabajo. Sonrió, pero esa sonrisa duró poco, por la esquina se acercaban en bicicleta sus compañeros de colegio, a los que no tenía mucha estima. Nada más verle Nick, el grandullón se acercó a él:

- ¿Qué pasa bicho raro? ¿Papa Noel te castiga por ser un niño malo?

- Sí, en vez de regalos tiene trabajo. Como un esclavo. - coreó uno de sus compinches.

- Vamos Nick, déjame tranquilo, hoy no tienes almuerzo que robarme. - replicó Timmy.

Pero Nick no se contentó y ordenó a sus esbirros que cogieran bolas de nieve del borde de la carretera. Timmy intentó huir, pero pronto quedó cubierto de nieve y lo que era peor, el jardín volvía a estar cubierto de nieve.

- ¡Vamos a necesitar otro Timmy! - exclamó Nick, ante las risas de sus amigos.

- ¡Malditos malandrines! - era el viejo Pete, que había salido en su ayuda- ¡Largaos antes de que llame a vuestros padres, si se entera Papa Noel tendréis un mojón como regalo!

Los niños huyeron entre risas. Timmy se levantó:

- Gracias señor Pete, en un segundo recojo este estropicio. Lo siento.

- No tienes que disculparte, deberías plantar cara, chico. - Recomendó el anciano.

- No hay mayor desprecio que el no aprecio- contestó el niño sonriendo.

El pequeño acabó su trabajo, y tras recibir su paga, más una cuantiosa propina, volvió a casa.

Timmy no pudo evitar pensar en lo que había dicho Pete. No creía que Nick y los suyos recibieran una mierda como regalo. Siempre se habían portado mal, no sólo con él, sino con todo el mundo y siempre habían tenido grandes regalos, el año pasado sin ir más lejos le regalaron a Nick una PS4 pro. Él siempre era bueno, y los regalos le encantaban, pero nunca recibía tantas cosas como los demás niños. No se quejaba, pero quería saber porque Papa Noel cometía esa injusticia.

Cuando llegó a casa, ya tenía un plan formado en la cabeza. Se retiró la nieve de las botas y saludó a su madre, que estaba preparando la gran cena.

- ¿Qué quieres capturar a Papa Noel? - el padre de Timmy no podía dar crédito a las palabras de su hijo. Acababa de llegar del trabajo y su hijo le había asaltado.

- No Papá, tan sólo quiero sorprenderle cuando esté dejando los regalos, y preguntarle cosas. - contestó el niño.

- ¿Qué clase de cosas?

- Son cosas entre él y yo. - contestó decidido el niño con rostro serio.

- Ya veo. - sonrió su padre- Pues tenemos que darnos prisa, tus abuelos no tardarán en llegar y después de cenar hay que ir a dormir. Si Santa Claus sospecha algo, no vendrá.

Relatos de leyendaWhere stories live. Discover now