Epílogo

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· 31 de diciembre de 2015, Daegu.

―¿Taehyung? ―El rubio despertó de sus pensamientos cuando escuchó su nombre. ―Mi tren saldrá en pocos minutos, creo que ya debo irme

Taehyung asintió levemente, bajando la mirada cuando Hoseok se detuvo frente a él, tomando sus manos. Alzando la mirada después, se sintió cohibido al encontrarse con la hermosa sonrisa de ese chico.

―Gracias por venir hasta aquí, hyung ―Dijo.

―No tienes nada que agradecer ―Se inclinó sobre él, disminuyendo la distancia. ―Eres mi novio, Tae, por supuesto que iba a pasar tu cumpleaños contigo

Taehyung sonrió, sintiendo sus mejillas sonrojarse un poco cuando el mayor capturó sus labios en un suave beso. Separándose luego, Hoseok prometió llamarle más tarde, dedicándole una sonrisa antes de marchar.

Taehyung se dio la vuelta, buscando un asiento en la estación para esperar a Jimin, quien debía de llegar en cualquier momento. Manteniendo su cabeza en alto, estuvo a punto de gritarle a dos revoltosos niños que tuvieran cuidado con una mujer embarazada que caminaba cerca, pero cerró su boca cuando los pequeños simplemente pasaron a través de ella. Apartó su mirada al ser consciente de la verdad y, poco después, tomó asiento junto a una anciana que estaba tejiendo.

Buscó a los niños que había visto anteriormente, lleno de dudas, pero ellos ya no estaban ahí. Frotando su rostro con cansancio, se preguntó a sí mismo cuándo se acostumbraría a ello.

Cuando Taehyung era pequeño, el resto siempre le había dicho que hablaba solo con sus amigos imaginarios. Habiendo pasado años desde aquello, y viendo cosas que el resto seguía ignorando, tuvo que aceptar la verdad mientras se aseguraba de resguardar su secreto. Probablemente habría sido señalado como un loco de haber dicho que podía ver gente muerta. Porque lo estaban, él podía sentirlo. No era su imaginación. El mundo, simplemente, estaba lleno de ellos; almas errantes.

Observando fijamente la pulsera que aún mantenía amarrada en su muñeca, un sentimiento de soledad lo abordó al recordar el día en que había aceptado su particularidad. Pues, teniendo 14 años en ese entonces, aún recordaba la voz de su madre hablándole de un tema que no podía ser una coincidencia.

<<¿Por cuánto tiempo más planeas usar esa pulsera? Ya está gastada, ¿no prefieres que te compre una nueva?>>

<<Ya te lo he dicho. Es especial, mamá.>>

<<Para empezar, ni siquiera tendrías que estar usándola.>>

<<Por supuesto que sí, me pertenece.>>

<<¿Cómo puedes estar tan seguro de ello? La tomaste de una de mis carteras.>>

<<También hemos hablado de eso. ¡Yo nunca he revisado tus carteras y mucho menos he tomado algo sin tu permiso!>>

Taehyung sintió un nudo en su garganta mientras su mirada se tornaba borrosa, sin despegarse de su preciada pulsera.

<<Está bien, no quería decirte esto, pero ya que pareces no ceder, tendré que decírtelo. Esa pulsera, Taehyung, fue un regalo que un niño dejó para ti un día antes de que nacieras. Él quería que la conservaras.>>

<<Por lo tanto, en el caso hipotético de que esta sea la pulsera de la que hablas, porque, insisto, no lo es, ¿eso quiere decir que esa pulsera también me pertenece? No veo el problema en que la conserve entonces.>>

Niño de la luna [KTH+JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora