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· 1 de enero de 1995.

Jungkook cubrió sus orejas mientras escuchaba el ruido de cosas romperse desde el primer piso. Era poco más de medianoche, un nuevo año iniciaba, pero ni eso parecía detener a su padre y sus arranques de furia. La puerta principal fue cerrada en un golpe poco después, anunciándole la retirada del hombre. El niño dedujo que iría por alcohol, como venía haciendo desde hace un tiempo hasta ahora.

La puerta de su cuarto fue la que se abrió entonces, con su madre luciendo alterada mientras sostenía un bolso. La mujer lo dejó caer sobre su cama para luego abrir el cajón, tomando un par de prendas.

―Jungkook, ponte tu abrigo ―Ordenó. Y el menor obedeció en silencio, viendo como ella salía del cuarto para luego entrar nuevamente, sosteniendo sus ropas para también meterlas a la fuerza dentro del bolso.

―¿Mami? ―Jungkook tiró de su abrigo. Ella acomodó el bolso sobre su hombro y tomó la pequeña mano. ―¿Por qué estás guardando nuestra ropa ahí?

―Vamos a irnos ―Fue todo lo que dijo, guiándolo rápidamente por la escalera para salir de casa.

―¿Por qué? ―Continuó preguntando.

―Porque así tu padre no volverá a lastimarnos

Y eso bastó para que el niño dejara de preguntar. Jungkook tenía 8 años, pero ya había visto suficiente por una vida. Él no quería volver a escuchar los gritos de su padre, ni mucho menos verle tratar mal a su madre. Estaba aterrado cada vez que ella lo cubría con su cuerpo para protegerlo también de los golpes.

Si ellos se iban ahora, ¿podrían librarse de todo eso?

Las calles estaban vacías esa noche. Ruido provenía de todas las direcciones, en medio de celebraciones, pero nadie caminaba ahí afuera. La noche era demasiado fría y sólo la luna parecía ir tras de ellos, resguardándoles. Habiendo caminado varias cuadras, tomando incluso callejones como atajo, su madre repentinamente se detuvo, como si hubiera recordado algo. Jungkook le miró revisar desesperadamente el interior del bolso y los bolsillos de su abrigo.

―Mierda...

Jungkook le miró sorprendido; ella nunca decía palabras feas. Si su madre decía una palabra fea, es porque algo muy malo estaba sucediendo.

―Bebé, escucha ―Ella se arrodilló frente a él. ―Mamá ha olvidado unos documentos. Iré por ellos y volveré, ¿de acuerdo?

―¿No puedo acompañarte? ―Preguntó asustado.

―Será más rápido si te quedas aquí, Kookie ―Intentó razonar con él, acariciando su rostro.

―Pero está oscuro, es de noche ―Sus ojitos se llenaron de lágrimas.

―La luna está aquí, bebé, no está completamente oscuro, ¿ves? ―Intentó sonreír para él.

―¿Y si me pierdes? ¿Y si olvidas dónde estoy?

―Eso no pasará ―Le miró con pena, ansiosa por el tiempo que seguía pasando. ―Ya sé. Si es que tardo en llegar, sólo canta, ¿sí? Mamá siempre reconocerá tu voz ―Le aseguró. Jungkook asintió, comprendiendo la difícil situación mientras intentaba ser fuerte. ―Mamá vendrá por ti, bebé, lo prometo, sólo espera un poco

―Está bien

La mujer dio un beso en su frente, desapareciendo prontamente entre la oscuridad de la noche. Los minutos avanzaron, convirtiéndose en horas. Jungkook cantó, su voz volviéndose un agotador murmullo. Los ruidos en la lejanía que pertenecían a personas celebrando, también se desvanecieron mientras más se acercaba el amanecer. Pero incluso cuando el sol se hizo presente en el cielo, su madre no apareció.

Niño de la luna [KTH+JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora