Capítulo 1: Cántame una canción de cuna.

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Es el silencio quien más lo incomoda.

En el trabajo Daichi está en constante movimiento, siempre atento a sus subordinados (A este paso Nishinoya y Tanaka van a ser su verdadera causa de la pérdida temprana de cabello y de su hipertensión). Durante el día él dice lo que tiene que decir, sus manos siempre se están moviendo. Se toma su café de a sorbos apresurados, devora su almuerzo mientras lee uno que otro documento con las mejillas como si de una ardilla se tratase.

Siempre estresado, siempre agotado más estar así le encanta.

Pero luego, al final del día su cuerpo empieza a llenarse de miedo.

A Daichi no le gusta regresar a casa. Es muy amplio para él solo, las paredes son muy blancas, muy simple, demasiado vacío. Todo es demasiado vacío para su gusto. Daichi regresa y todo está tal cual lo dejó antes de salir. Su taza de café en la mesa, los platos sucios en el lavaplatos, su ropa sucia abandonada en la canasta y a sus alrededores. Nada cambia, nunca nadie le da la bienvenida.

(Eso realmente no es un hogar, es solo un techo y un lugar para resguardarse. No es un hogar.)

Solo cuando la radio suena desde la cocina, o cuando la televisión lo está llena el resto del espacio con ruido blanco, puede respirar y aliviar un poco la tensión en sus hombros. El silencio es algo gracioso, siempre lo hace sentir que no puede respirar. Como si aspirara el oxígeno del aire. Él no tenía ese problema cuando solía vivir con Yui.

Sus quehaceres no tardan mucho. Daichi intenta hacer un desastre, pero es difícil, cuando pasa todas las noches después del trabajo limpiando. Ha vuelto a las ventanas hoy, todavía limpio desde hace dos semanas, pero el movimiento repetitivo lo alivia. Las luces están apagadas, excepto por la luz pálida y cambiante del televisor, para que Daichi pueda ver la suave caída de nieve fuera de su ventana. Los copos son grandes y esponjosos, navegan hacia el suelo lentamente y sin ser molestados por el viento, colocándose suavemente sobre la gran extensión de nieve.

Cuando Daichi termina con las ventanas, él simplemente permanece de pie allí, con el trapo apretado en su mano, su corazón latiendo firme y silencioso en su pecho mientras el mundo exterior se cubre de nieve. Es pacífico, Pero claro, no dura mucho.

Siempre termina así, sus pensamientos rugen hacia arriba, empujando hacia atrás desde el fondo de su mente otra vez. Le hace extrañar a sus amigos y su familia, demasiado lejos. La compañía fácil por las noches. Salir por comida o bebida, o practicar deportes juntos. El círculo social que solía tener y daba por sentado, antes de mudarse.

(Le hace dudar de mudarse otra vez.)

Yui ha llamado cada dos días últimamente, siempre instándole a salir.

"¡No me sorprende que no conozcas a nadie fuera del trabajo cuando literalmente solo estás en el trabajo o te escondes en tu apartamento!"

"¡No me estoy escondiendo!", Daichi dijo bruscamente y se encontró con el silencio. Literalmente, podía sentir la mirada no impresionada de su mejor amigo a través del altavoz.

No podía explicarse exactamente por qué no simplemente se rindió y puso fin a las continuas críticas de Yui simplemente saliendo. No era como si fuera tímido. Pero conocer gente nueva nunca había sido un problema en su antigua ciudad natal, y aquí ... ni siquiera sabía por dónde empezar. Salir solo le sonaba muy mal.

Cuando lo piensa, Yui probablemente tiene razón. Se casará con su trabajo algún día, y morirá una muerte solitaria. Lanzando un profundo y profundo suspiro, Daichi contempla irse a la cama temprano pues siente una repentina fatiga entrando profundamente en sus huesos. Esa fatiga del tipo que sentía que quería acurrucarse en su cama y dormir durante los siguientes tres años seguidos.

Tu encajas perfectamente en mis solitarios brazos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora