Capítulo 25: Despedidas

145 3 0
                                    

El sol aún brillaba con fuerza como echándole un pulso al otoño cada vez mas cercano. En pocos días empezaban las clases y aún andaba buscando un piso para compartir cerca de la universidad.

Había mirado cientos de anuncios y había visitado al menos diez.

Si estaban cerca del campus eran carísimos o tenías que compartir la habitación con otras personas. Los más asequibles estaban lejísimos. En fin que no me decidía por ninguno.

Esta era mi última oportunidad, si el que iba a ver no me convencía tendría que decirme por alguno de los otros.

La verdad es que parecía un auténtico chollo, se supone que era de una amiga de un amigo de Ana o algo así.

Se había extendido tanto en explicaciones que ya no tenía muy claro como lo había conseguido pero estaba desesperada y parecía la respuesta a todos mis problemas, así que no era el momento de ser tiquismiquis.

Estaba bastante bien situado, el precio era aceptable, sólo tendría una persona más como compañera de piso y una habitación para mi sola.

Tenía mis temores, no podía ser tan perfecto, seguro que había alguna pega sino era imposible. Quizás mi compañera de piso sería una maniática del orden, una apasionada del heavy metal o una coleccionista de muñecas de porcelana,… realmente me espantan las muñecas de porcelana.

Recordé unas que tenía la señora Adela en su casa. Siempre que mi madre me mandaba a su casa a buscar alguna de las verduras o frutas que nos regalaba me moría de miedo de pasar delante de ellas. Sentía como si me clavasen sus fríos ojos en la nuca.

Sentí un escalofrío, no se si por el recuerdo o por el aire acondicionado. Cogí mi chaqueta a modo de manta y me tapé apoyando la cabeza en el cristal.

El hipnótico paso de los árboles a toda velocidad a través de la ventanilla hizo que mi mente volara fuera de aquel vagón de tren. Los recuerdos me asaltaron de nuevo como venía siendo habitual últimamente.

A penas habían pasado tres meses desde que todo empezó y parecía que habían pasado tres años. La llegada de Zayn, la declaración de Niall, el robo en casa de la señora Adela, los problemas de Sam, todo parecía tan lejano.

Y ahora estaba sola de nuevo, como si nada de todo aquello hubiese ocurrido jamás, salvo por Niall, estaba segura de haberlo estropeado todo con él.

Nos habíamos distanciado cada vez más, nuestro contacto se limitaba a algún mensaje que otro y eso me dolía profundamente pero no quería insistir.

Seguramente era feliz con esa chica que había conocido en el centro de rehabilitación de Sam. Intentaba concentrarme en que eso era lo que yo deseaba para él y que era lo importante pero no me hacía sentir mejor.

Y Zayn; era lo único bueno que había salido de todo aquello.

Ahora estaba a miles de kilómetros, en Nueva York y lo echaba de menos pero estaba realmente feliz por el.

 Recordaba claramente su expresión al abrir la carta en la que le comunicaban que le habían aceptado en una prestigiosa escuela de arte. Aquella era la respuesta a la solicitud que tanto le costó enviar cuando nos conocimos.

Su rostro se iluminó feliz, era la primera vez en mucho tiempo que tenía ilusión por hacer algo. Algo para lo que realmente tenía un don, algo con lo que disfrutaba.

Nos pusimos a saltar abrazados como dos niños pequeños, estábamos contentos y emocionados, hasta que nos dimos cuenta de lo que significaba para nosotros: La separación.

La escena se había repetido cien veces en mi mente y sus palabras resonaban una y otra vez en mi cerebro tratando de entender como había podido negar lo que tenía delante de mis narices.  Y de pronto todo era claro y simple.

Allí estábamos como locos, gritando y saltando hasta que mi inevitable pregunta cayó como un jarro de agua fría.

-          ¿y cuando te tienes que ir?

-          Dentro de dos semanas. Contestó Zayn con repentina tristeza, mirándome a los ojos.

Me apenaba haberle arruinado el momento así que intenté continuar como si no supiera lo que esa respuesta implicaba realmente.

Me solté de su abrazo y comencé a parlotear rápidamente, usando mis dedos para enumerar todo lo que tenía que hacer.

- Pues tienes montones de cosas que planear, reservar un vuelo, buscar donde vivir…… Allí los inviernos son muy fríos,  tendrás que comprarte ropa nueva.

Atrapó mis manos y se colocó frente a mí obligándome a mirarle. Me quedé callada sabiendo que lo que venía a continuación de seguro no me iba a gustar.

Sus ojos comenzaron a recorrer el camino que sus dedos de artista marcaban lentamente por mi rostro, intentando plasmar cada detalle en su memoria como si de un cuadro se tratase.

- Hablaremos cada día, y tendrás días de vacaciones, el tiempo pasa volando … balbucee en un pobre intento de animarle.

Posó su dedo en mis labios para callarme y esbozó una débil sonrisa.

-          Si, claro que hablaremos y quizás nos veamos en vacaciones…. Haremos esas cosas que hacen los “amigos”.

-          ¿Amigos?, ¿Estas queriéndome decir lo que creo?

-          No sería justo para ti ni para mi, no quiero obligarte a mantener esta relación a toda costa.

Me daba la impresión de que pretendía liberarme de una carga más que otra cosa.

- ¿Estas seguro?. Si tu quieres yo…. No se, podemos intentarlo y ….

-          No X____, eres fantástica, me has salvado literalmente la vida y aunque me tienta no puedo hacerte esto. No te lo mereces.

-          Así que esto se acabó, me estás dejando.

-          ¿No te das cuenta de que no te puedo dejar porque nunca has sido realmente mía?

Ahora si que no entendía nada. No se como lo hacía pero siempre era capaz de darle la vuelta a mi manera de ver las cosas. No podía seguir el hilo de sus pensamientos.

- ¿Qué quieres decir con eso?

- Todo era cuestión de tiempo, y tú también lo sabes pero no lo quieres ver.

- No te gustan las cosas que no encajan en lo que crees que es lo correcto.  Conmigo por una vez te arriesgaste y escuchaste a tu corazón en lugar de a tu cabeza. Confiaste en mí contra lo que  todos te decían y me sacaste de ese pozo oscuro que era mi vida.

- Ahora es tiempo de que te salves a ti misma.  Sabes que entre nosotros no puede haber más que una amistad porque tu corazón apunta en otra dirección. Es el momento de que lo admitas en lugar de luchar contra ello.

- El tenía razón, como siempre. Con su fina intuición era capaz de saber más de mí que yo misma. El problema era que había tardado demasiado en darme cuenta de quien realmente quería a mi lado y ahora la oportunidad había pasado.

- Nos fundimos en un gran abrazo donde sobraban palabras, no las necesitábamos.

UNA BROMA DEL DESTINO - ONE DIRECTIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora