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Creo que estoy en shock. La voz de mi conciencia ha emigrado, o se ha quedado muda, o sencillamente se ha caído en redondo y se ha muerto. Estoy paralizado. No puedo articular lo que siento ante todo esto, por que estoy en estado de shock. ¿Cual es la reacción adecuada cuando descubres que tu posible novio es un sadico o un masoquista total? Miedo... si... esa parece ser la sensación principal. Ahora me doy cuenta. Pero extrañamente no de él. No creo que me hiciera daño. Bueno, no sin mi consentimiento.
—Quiero hacerlo contigo, lo deseo.
—Oh.
Me quedo boquiabierto. ¿Por que?
—¿Eres un sadico?
—Soy un amo
Sus ojos negros se vuelven abrasadores, intensos.
—¿Que significa eso?—le pregunto en un susurro.
—Significa que quiero que te rindas a mi en todo voluntariamente.
Lo miro frunciendo el ceño, intento asimilar la idea.
—¿Por que iba a hacer algo así?
—Por complacerme— murmura ladeando la cabeza.
Veo que esboza una sonrisa.
¡Complacerlo! ¡Quiere que lo complazca! Creo que me quedo boquiabierto. Complacer a Kim Jiwon. Y en ese momento me doy cuenta de que si, de que es exactamente lo que quiero hacer.
Quiero que disfrute conmigo. Es una revelación.
—Digamos, en términos muy simples, que quiero que quieras complacerme—me dice en voz baja, hipnótica.
—¿Como tengo que hacerlo?
—Tengo normas, y quiero que las acates. Son normas que ti te beneficiarán y a mi me proporcionan placer. Si cumples esas normas para complacerme, te recompensare. Si no, te castigare para que aprendas—susurra.
—Te trata de ganarme tu confianza y tu respeto para que me permitas ejercer mi voluntad sobre ti. Obtendré un gran placer, incluso una gran alegría, si te sometes. Cuanto más te sometas, mayor será mi alegría. La ecuación es muy sencilla.
—De acuerdo, ¿y que sacó yo de todo esto?
Se encoge de hombros y parece hacer un gesto de disculpa.
—A mi—se limita a contestarme.
Dios mío... Bobby me observa pasándose la mano por el pelo.
—Jay, no hay manera de saber lo que piensas—murmura nervioso—. Volvamos abajo con los demás, nos deben estar esperando para la práctica.
Me tiende una mano, a lo que sin pensarlo dos veces la tomó.
Una parte de mi no quiere. Una parte de mi quiere gritar y salir corriendo.
Me siento muy desorientado.
—No voy a hacerte daño, Jay.
Se que no me miente.
De vuelta en el salón donde solemos practicar nuestras coreografías, me siento muy inquieto. Estoy al borde de un precipicio y tengo que decidir si quiero saltar o no.
—Soy totalmente consciente de que estoy llevándote por un camino oscuro, Jinhwan, y por eso quiero de verdad que lo pienses bien. Seguro que tienes cosas que preguntarme—me dice soltándome la mano y entrando con paso tranquilo al salón.
Tengo cosas que preguntarle. Pero, ¿por donde empiezo?
No estuve pendiente de cuento tiempo pase en la empresa, pero lo único que si me di cuenta fue que al llegar a casa eran alrededor de las 3 de la mañana, me había quedado a terminar de componer la canción faltante y a practicar la coreografía de nuestro nuevo sencillo. Al llegar pensé que todos estarían dormidos ya que fue un día largo, pero hay estaba Bobby sentado en el sofá de la sala principal.
—¿Que haces despierto?
—Te estaba esperando— se acerco a agarrando mi barbilla y levantándola para que lo mire a los ojos, acto seguido cerré mis ojos y sentí sus labios sobre los míos. Fue un beso corto pero lleno de sentimientos.
—¿Que normas tengo que cumplir?
—Te las dire después de cenar.
—No tengo hambre amor—susurro.
—Vas a comer—se limita a decir.
El dominante Jiwon. Ahora está todo claro.
Me dirijo a la cocina para recibir la comida que Bobby me había preparo.
—Te sentará bien comer, Jay.
Era Bossam, un plato bastante fácil de preparar, no esperaba tal acto de él. De que se tome su tiempo en prepararme comida y esperarme hasta tarde.
—¿Hace mucho que estás metido en esto?—le pregunto.
—Si.
—¿Me harás daño?
—¿Que quieres decir?
—Si vas a hacerme daño físicamente.
—Te castigaré cuando sea necesario, y será doloroso.
—Las normas son las siguientes, ya que veo que tienes mucha curiosidad—se coloca enfrente mío y me mira fijamente comer.
—En la Obediencia el sumiso obedecerá inmediatamente todas las instrucciones del Amo, sin dudar, sin reservas y de forma expeditiva. El sumiso aceptará toda actividad sexual que el Amo considere oportuna y placentera. Los hará con entusiasmo y sin dudar.
En las Cualidades personales el sumiso sólo mantendrá relaciones sexuales con el Amo. El sumiso se comportará con todo momento con respeto y humildad. Debe comprender que su conducta influye directamente en la del Amo. Será responsable de cualquier fechoría, maldad y mala conducta que lleve a cabo cuando el Amo no esté presente.
—¿Y por que tendría relaciones sexuales con otra persona? Si yo solamente quiero tu pene— lo mire con una sonrisa de oreja a oreja.
El solo me miro y rio con su característica risa que era música para mis oídos.
—Hay muchas otras normas pero no las veo tan importantes, como la Ropa, el Ejercicio e incluso la Higiene personal y belleza.
Si llegas a incumplir cualquiera de las normas que te mencione serás inmediatamente castigado y yo determinaré la naturaleza del castigo.
Lo miro.
—Estas mordiente el labio—me dice con voz ronca y mirándome pensativo.—Yo también quiero morderlo fuerte.
Me quedo boquiabierto.
—Ven—murmura
—¿Que?
—Voy a hacerte el amor, ahora.
—Oh.
Siento que el suelo se mueve. Soy una situación. Contengo la respiración.
—Si quieres, claro. No quiero tentar a la suerte.
—Creí que no hacías el amor. Creí que solo tenías sexo duro.
Me lanza una sonrisa perversa que me recorre el cuerpo hasta llegar a...
—Puedo hacer una excepción, o quizás combinar las dos cosas. Ya veremos. De verdad quiero hacerte el amor. Ven a la cama conmigo, por favor. Quiero que lo nuestro funcione, pero tienes que hacerte una idea de donde estás metiéndote. Podemos empezar tu entrenamiento esta noche... con lo básico. No quiere decir que venga con flores y corazones. Es un medio para llegar a un fin, pero quiero ese fin y espero que tú lo quieras también—me dice con mirada intensa.
Me ruborizo... Dios mío... mis deseos se hacen realidad.
—Olvídate de las normas. Olvídate de todos esos detalles por esta noche. Te deseo. Te he deseado desde que te vi por primera vez en la empresa, y se que tú también me deseas. No estarías aqui charlando tranquilamente sobre castigos si no me desearas. Jinhwan, por favor, quédate conmigo esta noche.
Me tiende la mano con ojos brillantes, ardientes... excitados, y la agarró. Tira de mi hasta rodearme entre sus brazos. El movimiento me toma por sorpresa  y de pronto siento todo su cuerpo pagado al mío.
Se inclina, me besa suavemente y me chupa el labio inferior.
—Quiero morder este labio—murmura sin despegarse de mi boca.
Y tira de él con los dientes cuidadosamente. Gimo y sonríe.
—Por favor, Jay, déjame hacerte el amor.
—Si—susurró.
Veo su sonrisa triunfante cuando me suelta, me toma de la mano y me conduce a través de la casa.
Llegamos a mi cuarto y lo que note fue que Junhoe no estaba, a lo que le resté importación y seguí con lo mío.
Respiro entrecortadamente y no puedo apartar los ojos de él. Se quita el buzo y lo deja en una silla. Lleva una remera gris y unos jeans rasgados. Es tan atractivo. Su pelo está alborotado... sus ojos negros son audaces y brillantes. Se quita las Converse y se inclina para quitarse también las medias.
Se acerca a mi despacio. Esta muy seguro de sí mismo, muy sexy, y le brillan los ojos. El corazón se me dispara y la sangre me bombea por el todo el cuerpo. El deseo, un deseo caliente e intenso, me invade el abdomen bajo. Se detiene frente a mi y me mira a los ojos. Oh, es tan sexy...
—¿Tienes idea de lo mucho que te deseo, Kim Jinhwan—me susurra.
Se me corta la respiración. No puedo apartar mis ojos de los suyos. Levanta una mano y me pasa suavemente los dedos por la mejilla hasta el mentón.
—¿Tienes idea de lo que voy a hacerte?—añade acariciandome la barbilla. 
Los músculos de mi parte más profunda y oscura se tensan con infinito placer. El dolor es tan dulce y tan agudo que quiero cerrar los ojos, pero los suyos, que me miran ardientes, me hipnotizan. Se inclina y me besa. Sus labios exigentes, firmes y lentos se acoplan a los míos. Empieza a sacarme la remera mientras me besa ligeramente la comisura de mi labio inferior que anteriormente había mordido.
La deja caer al suelo, se aparta un poco y me observa.
—Jay...—me dice—. Tienes una piel preciosa, blanca y perfecta. Quiero besártela centímetro a centímetro.
Su beso es exigente, su lengua y sus labios, persuasivos. Gimo y mi lengua indecisa se encuentra con la suya. Me rodeo con sus brazos, me acerca a su cuerpo y me aprieta muy fuerte. Una mano sigue en mi barbilla, y la otra me recorre la columna hasta la cintura y sigue avanzando, sigue la curva de mi trasero y me empuja suavemente contra sus caderas Siento su ereccion, que empuja lánguidamente contra mi cuerpo.
Vuelvo a gemir sin apartar los labios de su boca. Apenas puedo resistir las desenfrenadas sensaciones—¿O son hormonas?—que me devastan el cuerpo. Lo deseo con locura. Lo sujeto por los brazos y siento sus bíceps. Es sorprendentemente fuerte... musculoso. Con gesto indeciso, subo las manos hasta su cara y su pelo alborotado, que es muy suave. Tiro ligeramente de el, y Bobby gime.
Me conduce despacio hacia la cama. Me deja caer y me sujeta las caderas con las dos manos y desliza la lengua por mi ombligo, avanza hasta la cadera mordisqueándome y después me recorre la barriga en dirección a la otra cadera.
—Ah—gimo.
Sentir su lengua recorriendo mi cuerpo. Es excitante. Apoyo las manos en su pelo y tiro suavemente intentando de calmar mi acelerada respiración. Levanta la cara y sus ardientes ojos negros me miran a través de las pestaña, increíblemente largas. Sube las manos, me desabrocha el botón del jeans y me baja lentamente el cierre. Sin apartar sus ojos de los míos, introduce muy despacio las manos en mi pantalón, las pega a mi cuerpo, las desliza hasta el trasero y avanza hasta los muslos arrastrando con ellas los jeans, no puedo dejar de mirarlo. Se detiene y, sin apartar los ojos de mi ni por un segundo, se lame los labios.
—Jay, no te imaginas lo que podría hacer contigo— me susurra.
Me quita las zapatillas y las medias, y después me quita los jeans. Estoy recostado en su cama, en ropa interior, y el me mira determinadamente.
—Eres muy hermoso, Kim Jinhwan. Me muero por estar dentro de ti.
Se desabrocha los botones de los jeans y se los quita despacio sin apartar los ojos de los míos. Se inclina sobre mi chochando su ereccion contra la mía.
—No te muevas—murmura.
Se inclina, me besa la parte interior de un muslo y va subiendo, sin dejar de besarme, hasta mi bóxer.
No puedo quedarme quieto. ¿Como no voy a moverme? Me retuerzo debajo de él.
—Vamos a tener que trabajar para que aprendas a quedarte quieto, cariño.
Sigue besándome la barriga y me introduce la lengua en el ombligo. Sus labios ascienden hacia el torso. Me arde la piel. Estoy sofocado. Por un momento siento mucho calor, luego frío, y araño la sábana sobre la que estoy acostado.
Desliza una mano hasta la cintura, mis caderas, y la posa en mi pene... Ay. Introduce una mano y lentamente empieza a masturbarlo. Cierra los ojos por un instante y contiene la respiración.
—Estas muy húmedo. No sabes cuanto te deseo.
Introduce un dedo dentro de mi, y yo grito mientras lo saca y vuelve a meterlo. Sigue masturbándome pero esta vez aumentando el ritmo. Sigue introduciéndome el dedo, cada vez con más fuerza. Gimo.
De repente, me quita el bóxer y lo tira al suelo. Se quita también el los calzoncillos y libera su ereccion.
—No te preocupes, iré despacio como la noche anterior.
Se inclina apoyando las manos a ambos lados de mi cabeza, de modo que queda suspendido por encima de mi. Me mira a los ojos con la mandíbula apretada y los ojos ardientes.
—¿De verdad quieres hacerlo?—me pregunta en voz baja.
—Por favor—le suplico.
—Ahora voy a cogerte—murmura colocando la punta de su miembro erecto delante de mi entrada—. Duro—susurra.
Y me penetra bruscamente.
—¡Aaay!—grito.
—Estas muy cerrado. ¿Te encuentras bien?
Asiento con los ojos en blanco y agarrándome a sus brazos. Me siento lleno por dentro. Sigue inmóvil para que me aclimate a la invasiva y abrumadora sensación de tenerlo dentro de mi.
—Voy a moverme, bebé—me susurra un momento después en tono firme.
Retrocede con exquisita lentitud. Cierra los ojos, gime y vuelve a penetrarme. Grito por segunda vez, y se detiene.
—¿Más?—me susurra con voz salvaje.
—Si—le contestó.
Vuelve a penetrarme y a detenerse.
Gimo. Mi cuerpo lo acepta... Oh, quiero que siga.
—¿Otra vez?—me pregunta
—Si— le contestó en tono de súplica.
Y se mueve, pero esta vez no se detiene. Se apoya en los codos de modo que siento su peso sobre mi, aprisionándome. Al principio se mueve despacio, entra y sale de mi cuerpo. Y a medida que me voy acostumbrado a la extraña sensación, empiezo mover las caderas hacia las suyas. Acelera. Gimo y le embiste con fuerza, cada vez más deprisa, sin piedad, a un ritmo implacable, y yo mantengo el ritmo de sus embestidas. Me agarra la cabeza y vuelve a tirar de mi labio inferior con los dientes.
Voy poniéndome tenso a medida que me penetra una y otra vez. Me tiembla el cuerpo, me arqueo, estoy bañada en sudor. No sabia que la sensación podía ser tan agradable. Mis pensamientos se dispersan... Mo hay más que sensaciones... solo el... solo yo... Ay, por favor... mi cuerpo se pone rígido.
—Acaba para mi, amor— susurra sin aliento.
Y me dejo ir en cuanto lo dice, llego al climax y estallo en mil pedazos bajo su cuerpo. Y mientras acaba también el, grita mi nombre, da una última embestida y se queda inmóvil, como si se vaciara dentro de mi.
Jiwon ah apoyado su frente en la mía, tiene los ojos cerrados y su respiración es irregular. Parpadea, abre los ojos y me lanza una mirada turbia, aunque dulce. Sigue dentro de mi. Se inclina, me besa suavemente en la frente y, muy despacio, empieza a salir de mi cuerpo.
—Oooh
—¿Te he hecho daño?—me pregunta Jiwon mientras se acuesta a mi lado apoyándose en un codo.
—¿Estas de verdad preguntándome si me has hecho daño?
—No me vengas con ironías— me dice con una sonrisa burlona—. En serio, ¿Estás bien?
—Estas mordiéndote el labio, y no me has contestado.
—Me gustaría volver a hacerlo—susurro.
Por un momento me parece ver una fugaz expresión de alivio en su rostro. Luego cambia rápidamente de cara y me mira con ojos velados.
—¿Ahora mismo, Kim jinhwan?— musita en tono frío. se inclina sobre mi y me besa suavemente en la comisura de la boca—.Eres mío—susurra—. Solo mío. No lo olvides.
Su voz es embriagadora, y sus palabras, seductoras.
—Abre la boca—me pide.
Y me introduce en la boca el pulgar. Pestañeó frenéticamente.
—Mira como sabes—me susurra al oído—. Chupame, cariño.
Me presiona la lengua con el pulgar, cierro la boca alrededor de su dedo y chupo salvajemente. Siento el sabor salado de su pulgar y la acidez ligeramente metálica de la sangre. Esto no está bien, pero es terriblemente erotico.
—Quiero cogerte la boca, Jinhwan, y pronto lo haré—me dice con voz ronca, salvaje, y respiración entrecortada.
¡acogerme la boca! Gimo y lo muerdo. Pega un grito ahogado y me tira del pelo con fuerza, me hace daño, así que le suelto el dedo.
—Mi niño travieso—susurra—. Esta vez vamos a ir muy despacio, Jay—me dice.
Y me penetra despacio, muy despacio, hasta el fondo. Su miembro se extiende y me invade por dentro implacablemente. Gimo con fuerza. Esta vez lo siento más profundo, exquisito. Vuelvo a gemir, y a un ritmo muy lento traza currículos con las caderas y retrocede, se detiene un momento y vuelve a penetrarme. Repite el movimiento una y otra vez. Me vuelve loco. Sus provocadoras embestidas, deliberadamente lentas, y la intermitente sensación de plenitud son irresistibles.
—Se siente tan bien dentro de ti—gime.
Y mis entrañas empiezan a temblar. Retrocede y espera.
—No, cariño, todavía no—murmura.
Cuando dejo de temblar, comienza de nuevo el maravilloso proceso.
—Por favor—le suplico.
Creo que no voy a aguantar mucho más. Mi cuerpo tenso se desespera por liberarse.
—Te quiero dolorido, bebé—murmura.
Y sigue con su dulce y pausado suplicio, adelante y atrás.
—Jiwon, por favor—susurro.
—¿Que quieres, Jay? Dímelo.
Vuelvo a gemir. Se retira y me penetra de nuevo lentamente, trazando círculos con las caderas.
—Dímelo—murmura.
—A ti, por favor.
Aumenta el ritmo progresivamente y se respiración se torna irregular. Empiezo a temblar por dentro, y Jiwon acelera la acometida.
—Eres... tan... dulce...—murmura al ritmo de sus embestidas—. Te... deseo... tanto...
Gimo.
—Eres... mío... acaba para mi, cariño—ruge.
Sus palabras son mi perdición, me lanzan pro el precipicio. Siento que mi cuerpo se convulsiona y acabó gritando una balbuceante versión de su nombre contra el colchón. Jiwon embiste hasta el fondo dos veces más y se queda paralizado, se deja ir y se derrama dentro de mi. Se desploma sobre mi cuerpo, con la cara hundida en mi pelo.
—Mierda, Jinhwan—jadea.
Se retira inmediatamente y cae rodando en su lado de la cama.
Me besa el pelo con suavidad e inhala profundamente.
—Duérmete, dulce Jay— murmura

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