𝓱𝓸𝓶𝓮. - g.b - 'editando''

X

Narra Aurore Martin.

- ¿Crees que será cierto que no hay dos copos iguales? - preguntó Anne.

- Eso espero, es un poco reconfortante. - respondí, al tiempo que Moody asentía.

- El gerente del banco, que es mi tío, me dijo que los Cuthbert son pobres. - en ese momento dejé de prestar atención a Anne para fijarme en lo que Josie decía.

- ¿Qué Anne es pobre? - preguntó Diana con sorpresa.

- ¿Qué quieres decir con pobre? - preguntó Jane.

- Pobre, como en: viejo sin dinero sin cabeza para las fianzas. - explicó Josie.

- Eso no es muy agradable. - opinó Ruby.

- Los Cuthbert tuvieron que hipotecar su granja. ¿No es triste? - Anne se levantó y fue hacia Josie, y yo tras ella.

- ¡Josie Pye retira eso!

- ¿Porqué estás molesta? Es la verdad, eres pobre. - Anne no contestó. - espera, ¿no lo sabías? - Anne seguía sin hablar. - ¿sabes al menos si van a seguir manteniéndote?

- ¡¿Manteniéndome?! - exclamó Anne, indignada.

- Siguiente. - todas nos levantamos - en excelsis deo.

- Josie, eres horrible. - murmuré, ella solo me ignoró. Tomamos nuestros lugares para empezar a cantar.
Miré a Anne, parecía estar a punto de llorar, de un momento a otro salió corriendo, fui tras ella junto a Diana.
- ¿estás segura de que estás bien?

- Tengo que llegar a casa. ¡Oh, chicas, no puede ser cierto! - exclamó la pelirroja.

- Josie Pye es lo peor. - dijo Diana.

- ¡Mi primera familia, mi primera casa! - se lamentaba.

- No van a devolverte Anne. - le aseguré.

- Viene en la Biblia y todo. - añadió Diana.

- No podemos perder Tejas Verdes, ¡no podemos!

Dejamos a Anne en su casa y le deseamos suerte.

. . .

- ¡Anne! - gritábamos Diana y yo.

- Te hemos traído cosas para vender. - dijo Diana enseñando una bolsita.

- Yo te he traído vestidos que nunca he utilizado en realidad, ya me quedan pequeños. - sonreí.

- ¡Oh, chicas! Muchas gracias. - nos abrazó.

- Hola Diana, Aurore. - saludó la señora Cuthbert.

- Hola. - dijimos al unísono.

- Ve con cuidado. - advirtió la más mayor.

- Lo haremos. - Diana comenzó a andar a su casa igual que Marilla y yo...

- Hazme un sitio ahí, Anne. - me subí al carro.

- No dudaba que harías algo así. - me dijo Anne.