IX

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Narra Gilbert Blythe.

Los días pasaban, no había ido a la escuela, me quedé cuidando de papá, junto con las visitas de Aurore y Margaret.
Estaba arreglando la carretilla rota cuando oí fuertes gritos desesperados llamarme. Al instante, comprendí lo que pasaba, corrí lo más rápido que me permitían mis piernas hacia la habitación de mi padre. Entré para ver a Aurore y su madre llorar desconsoladamente, y cuando lo vi allí, mis lágrimas también brotaron de mis ojos, sin poder remediarlo, y ahora estaba solo, papá se había ido.
En un suspiro, te das cuenta de que no volverá, de que ya se ha acabado, no sabía que hacer. Me acerqué a mi padre y le cogí la mano, estaba tan fría...

- No me dejes, papá, por favor, te necesito. - susurré entre un sollozo y otro.

. . .

Caminaba lentamente, detrás del carro tirado por caballos, en el que yacía el cuerpo de la persona a la que más amé. A mi lado iba Aurore, dándome la mano, y al otro lado iba Margaret, que no podía parar de llorar.
El día era hermoso, el sol, en lo alto del cielo, iluminando el camino, sin dar calor alguno. La vestimenta negra de todos los presentes junto a la nieve blanca y una fila de personas caminando, para despedir a otra.

- Que vuestro corazón no se aflija. - decía, pero yo no escuchaba nada, mi cerebro no me lo permitía, miraba fijamente a la tumba, sabiendo que ya era el fin de su vida, pensé en porque Dios me había quitado a lo que más quería, dudé de su existencia, las manos de Aurore sobre las mías temblaban levemente, algunas personas lloraban, otras se mantenían serias. Antes de que me diese cuenta, terminó de hablar, la gente comenzó a dirigirse a la casa, yo me quedé sentado junto a Aurore y Margaret, a quienes agradecí mentalmente por no dejarme solo.
Pasaba el rato, cada uno sumergido en sus pensamientos.

- Será mejor que volvamos. - dije, levantándome, ellas asintieron y fuimos hacia la casa.

. . .

Narra Aurore Martin.

A la mañana siguiente Ruby, Anne y Diana, llegaron a casa y me llevaron a la casa de la última nombrada, para hacerle un pastel a Gilbert, intenté actuar normal y reír con ellas, pero seguía pensando en John.

- Si la llave del corazón de un hombre es su estómago, entonces hay que procurar que sea el mejor pastel de pastor que Gilbert haya probado. - dijo Ruby con entusiasmo.

- Ser buena cocinera no debe ser una propiedad en la lista de atributos románticos. - opinó Anne. - si es que te interesa el romance, que no es mi caso.

- Me gusta que se fijen en mi, no en mi cena. - dije yo, Ruby y Diana empezaron a reír.

- No intentábamos causar gracia. - dijo Anne.

- ¿Y qué hay en vuestra lista? - preguntó Diana.

- Mi cerebro. - comenzó Anne.

- Mi personalidad. - seguí yo.

- Quien y como soy. - concluimos al mismo tiempo.

- Pero el romance no es lo importante. - dijo Anne.

- ¡Si lo es! - contradijo Ruby. - ¿os habéis fijado que Gilbert está más guapo ahora que está triste?

𝓱𝓸𝓶𝓮. - g.b - 'editando''Where stories live. Discover now