Capítulo XIV: Amigas

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Consiguió coger una pequeña bocanada de aire pero no le sirvió de mucha ayuda, su cerebro estaba siendo sometido a una presión que no sabía si podría soportar. Empezaron a pitarle los oídos de forma casi agonizante, pero de todas formas se obligó a concentrarse en lo que hacía..

-Amy...- apenas escuchó como Nika pronunciaba su nombre.

Notó que algo había cambiado en ella, pero no sabía el qué y tampoco le prestó la suficiente atención. Podía "ver" cómo se rompían huesos y tendones en el interior de la monstruo de los ojos dorados. Era totalmente espeluznante, pero Amy no aminoró la fuerza con la que le atacaba.

Su propio cuerpo se debilitaba a una velocidad vertiginosa, pero se negaba a perder el férreo control que había conseguido con tanto esfuerzo. Buscaba algo más que destruir en el cuerpo de Sergei, algo importante pero no sabía qué. Era algo que había concido antaño y no conseguía recordar.

Su mente la apartó de la realidad, y la trasladó a la noche en la que Kaleb la había salvado de los lobos. Pero no se encontraba en el bosque, sino en el mismo callejón cubierto de niebla que tantas otras veces había visto. Se preguntó porque la había identificado como esa noche, quizá solo fuese porque no guardaba recuerdos de nada que hubiese ocurrido antes. Unos oscuros ojos la miraban con la determinación de acabar con ella. Tuvo que esforzarse en recordar que no era real. Revivió los gritos de una mujer, los mismos que la perseguían en sueños. Se vio cubierta de sangre, aunque no sabía si era suya, había mucha y cubría también el asfalto. Entonces vio las esmeraldas llamaradas que se cernían sobre la bestia que la observaba, y a sus labios llegó la palabra: Inmortal.

Poco a poco, salió del estupor en el que la había encerrado su propia  mente y volvió a ver la playa tan nítida como antes. Solo entonces fue consciente de la proximidad de Nika y del cuerpo tendido de Vladimir que aún yacía en la arena. Supo que el culpable de la muerte de su amigo era Sergei Smirnov. La furia se desató dentro de ella, y su poder ya no buscaba destruir los órganos de su oponente. Buscaba algo más profundo, más intenso y lo encontró en las profundas oscuridades de su negro y putrefacto ser. Sin dudarlo ni un instante llenó esa oscuridad de intensas llamas verdes.

Escuchó más gritos y Amy temió volver a perderse en su mente, hasta que comprendió que no procedían del su amasijo personal de pesadillas, sino de Sergei. Cuando ella acabó de destruirlo supo que la inmortalidad, no era perfecta y que también se podía acabar con ella. Retrajo entonces su poder creyéndose a salvo y se dejó caer de rodillas sobre la arena. Llevándose las manos al vientre  luchó contra las garras del dolor que la empujaban a sumirse en la inconsciencia. No sería útil para nadie si cedía en su debilidad y ella no podía permitirse ese lujo.

-¡Amy!- escuchó gritar a Nika- ¿Estás bien? Dime qué te pasa- había pánico en su voz.

Nika se arrodilló junto a ella, le apartó el pelo de la cara y la estrechó contra su pecho envolviéndola en su abrazo. Amy le devolvió el abrazo y acomodó la cabeza en su hombro, tratando de concentrarse en normalizar de su respiración. Pronto sintió la humedad corriendo por su rostro. Sin embargo las lágrimas ya no eran suyas, sino de una silenciosa Nika que miraba con melancolía el cuerpo de Vladimir.

A Amy le habría gustado poder darle algún tipo de consuelo, pero hablar suponía un esfuerzo sobre humano para ella. Su cuerpo no obedecía, cosa que la enfurecía, pero apenas encontraba fuerzas suficientes para mantener la ira, por lo que llegó la impotencia. Se sentía temblar en los brazos de su amiga, pero lo que más le preocupaba era que una alarma en su interior continuaba avisándole de que el peligro no había pasado, una amenaza muy similar a Sergei estaba cerca.

Sin saber muy bien lo que hacía, usó su recientemente hallado poder, para sondear la playa en busca de aquello que las amenazaba. Sin embargo, no consiguió encontrar nada, por lo que intensificó la energía que usaba para la búsqueda, con el fin de hacerla más exhaustiva. Descubrió que liberarse de aquel poder aliviaba su dolor, pero su cuerpo se tensaba cada vez más al no encontrar el peligro que las acechaba.

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