C h o i ;;

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— Cheol, ella es mi prometida,Wong Kahei, nos conocimos en el viaje que hice a China hace unos meses —

La joven sonrió y extendió su mano, Choi sólo correspondió el saludo con una amable sonrisa. Ese instante fue el principio del fin.
Choi Seungcheol era un gran escritor desde joven, siendo contratado por una editorial nueva logró hacer maravillas para la editorial y para si mismo, su primer editor era un joven mozo llamado Hong Jisoo, quien con singular alegría leía cada uno de sus borradores y sin temor les corregía y hacia al diamante brillar.
Pero un día simplemente decidió renunciar; Seungcheol trató de retenerlo, no por su trabajo como editor sino porque era su musa, él sin querer se había enamorado de Jisoo pero no tenía el valor para confesarlo,  en ese entonces la carrera de Seungcheol decreció un poco, sus historias eran las mismas, eso logro defraudar a los fans; el escritor no tardó mucho en tomar unos cuantos años sabáticos en Inglaterra, esperando que su mal de amores se fuera rápidamente.
Un día en Inglaterra recibió un mensaje, era Jisoo, su primer y único amor; deseaba verlo y el gustoso acepto pero nunca creyó que fuese para presentarle a su prometida, una linda mujer china que era modelo, si fuese cierto aquel mito sobre las almas gemelas y sus rostros similares, Seungcheol reconocería que esos dos eran una pareja predestinada. Lástima que él no podía ser ella.

— Eres muy afortunado, no cualquiera podría conquistar a una hermosa dama como ella —

Mintió, su sonrisa era falsa pero sus buenos deseos era sinceros, pues era lo único que quedaba de él; pasó la noche recogiendo los trozos de su corazón para finalmente poder resignarse al duelo que estaría por enfrentar.

— Estás invitado a nuestra boda, será en Seúl dentro de seis meses espero puedas ir acompañados —

Jisoo rió de manera pícara, entrelazando sus dedos con los de Kahei quien negaba con vergüenza; sin duda no podría luchar contra alguien que aceptaba a su amigo y editor tal y como era.

Pasadas unas semanas tras aquella noche simplemente decidió regresar a  Seúl, al bajar del avión nadie lo esperaba, sin sentirse capaz de avisarle ni a sus hermanos, fue directamente a su departamento y entonces cuando su celular sonó, era su jefe y amigo, Mingyu; con pocos ánimos respondió el teléfono esperando la cita de trabajo.

— Escuché que regresaste a Seúl sin avisarnos, como sea... Tomemos mientras charlamos en el departamento de Wonwoo ¿Te parece? Él y yo sabemos que no estás del todo bien, nos ha llegado la invitación a Wonwoo y a mi —

Seungcheol sonrió y aceptó la oferta, ese par parecía no haber cambiado y aquello le alegraba el momento de manera significativa.
Con pereza desempacó e hizo algo por su arreglo personal, al verse de nuevo como él mismo, suspiro y comenzó a pensar si podría escribir de nuevo; tras una respuesta positiva salió de su departamento, al mismo tiempo una niña hizo lo mismo en su departamento, ambos se miraron un momento y se saludaron con la mano antes de seguir con lo suyo, aquella niña vestía un lindo suéter azul con un pato, sin duda era una pequeña muy bonita.

— ¡Toriiiii! ¡Tooooori! ¿Dónde estás gato bebé? —

Seungcheol se dio la vuelta y se acerco a la niña que gritaba con un plato lleno de migas de panqueque.

— ¿Tu gato se perdió? ¿Quieres que te ayude a buscarlo? —

La niña asintió y ambos comenzaron a buscar al minino, con la ayuda de Seungcheol, el animal apareció quince minutos después, el tonto parecía haberse quedado dormido en la cima del árbol localizado en el jardín.

— Dijiste que era un bebé, este gato ya está viejo y parece tener un poco de sobrepeso, no debes perderlo tan fácilmente —

La niña de seis años lo miraba extendiendo sus brazos para cargar el animal pero Seungcheol se negó.

— Podrías caerte mientras lo cargas, subiremos las escaleras y te lo daré ¿Está bien? —

La niña asintió con un puchero y camino delante del hombre, quien no la perdía de vista; una vez en su piso Seungcheol bajo al gato y miró como la niña lo abrazaba, el minino ronroneaba y se restregaba en la niña se notaba que ambos se querían mucho, aquella escena le hizo pensar si necesitaría una mascota, con una risa negó antes de despedirse de la niña.
Caminó hasta una cafetería cercana y entró llenando sus fosas nasales de aquel olor a café, con nostalgia se sentó y miró a las personas pasar por la ventana.

— Es bueno verlo de vuelta señor Choi ¿Todo ha estado bien? Sigo esperando otro libro suyo —

Sonrió un rubio abriendo su libreta para tomar su orden, el mayor rió asintiendo e hizo su orden.

— En un momento le daré su café —

Seungcheol sonrió volviendo su mirada a la ventana, justo cuando un joven castaño pasaba por ahí; ambas miradas se encontraron por instante antes de que el castaño desapareciera.

— Aquí tiene su café, disfrutelo —

El mesero lo llamó y le dejó su taza en la mesa antes de irse, Seungcheol agradeció y dio un sorbo de su café.
Desde ese instante su vida dio un giro de 180 grados.

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