XVII - Ella lo sabe

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Hunter

No podía creer que lo que acababa de pasar realmente sucedió. Y si lo hizo, el dolor en mi pecho sería más que eso. Llevé mi mano a la cabeza sacudiendo mi cabello por lo histérico que me estaba poniendo, saco mi celular e intento llegar hasta su número, sin embargo tardo más de que lo quería por los nervios y mis dedos temblorosos.

Directamente me salta al buzón.

Lo único que puedo pensar es que ella malditamente se había marchado.

Debí suponerlo, aunque odiaba suponer las cosas fui tan tonto de haber dejado las copias que había mandado mi médico justo aquella mañana de sábado.

–¿Hunter? –me giro hacia donde escucho mi nombre, al menos todavía puedo ver a las personas.

–Ella lo sabe. Lo leyó todo y aunque se lo expliqué, no se quedó. Se fue. –hablo para Kevin y señalo la puerta.

Camino a tomar asiento en cuanto distinguí a Emir y Sandra salir por la puerta del personal. Todos habían escuchado mi ridícula discusión con Soraya.

Kevin hace una mueca de desagrado. Pienso en que fue él quien interrumpió en mi oficina para ir a revisar un vehículo en el taller en la parte de atrás, obligándome a dejar mi maldito expediente clínico esparcido por toda mi mesa, pero no lo culpaba ni tampoco a Sandra que dejó pasar a Soraya a mi oficina. No quería culparlos.

–Se iba a enterar tarde o temprano, Hunter. –Dice Emir. Gruño ante su comentario porque era verdad, ya no podía seguir escondiendo lo que me estaba sucediendo, no cuando la estaba mintiendo y dañando al no responder sus mensajes o desapareciéndome días enteros cada vez que pasábamos momentos increíbles.

No quería mentirle, esa no era mi intención, yo sólo deseaba que me conociera por quien era, que no se quedara conmigo simplemente un tiempo, deseaba que se quedara conmigo toda la vida.

No hacía ni tres meses desde que nos conocimos realmente en aquel campamento. Fue pura coincidencia que casi la atropellara solo un tiempo antes, tal vez fue el destino, que es lo Kevin y Elena dijeron alguna vez. Pero hubo algo en ella aquella vez que no me dejó alejarme, tal vez era su bondad y lo genuina que todo su ser explayaba; era tan asombrosa y carismática y a la vez tan introvertida que me picó tanto que no experimentara la adrenalina, que no supiera apreciar la naturaleza.

Me había propuesto hacerla vivir nuevas aventuras al saberla muy cohibida y me alegraba ver que hice algo por ella con correr de las semanas, la espontaneidad que demostraba para con todos la hacía verse más libre y alegre, y tuve que sonreír negando cuando descubrí que algo había florecido entre nosotros.

–Le iba a decir, pero aún no era el momento. –reprocho con enojo volviendo al presente.

El momento en que me di cuenta que era hora de decirle la verdad fue cuando mis mareos se hicieron más constantes, justo dos semanas antes de conocer a sus padres; el dolor de cabeza se intensificaban y la sensibilidad asquerosa hacia la iluminación por el día y pánico hacia la oscuridad en la noche no ayudaban mucho. Sabía que lo que tengo es bastante jodido y muy delicado como para haberla ocultado tanto tiempo a la persona que yo decía era importante para mí pero no quería decirlo en voz alta.

Negando mí enfermedad, haciendo como que no existía, que no iba conmigo, no lo hacía tan real.

"Tal vez sea la indicada" –Elena había dicho, emocionada al saber a Soraya muy espontanea, no obstante cuando supimos que el padre de Soraya era ciego, con Elena nos quedamos sin palabras, porque días antes había hablado con mi hermana para contarle también sobre mis sentimientos hacia aquella chica. Me entró tanto miedo de cargarla con otra persona ciega al contarle de mi enfermedad que me retracté completamente de mencionar algo.

La estrella más brillanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora