CAPÍTULO 8: EL REGRESO A ÁRTOR

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Eran borde las siete de la madrugada cuando Quiesh y Sirviente despertaron a los cuatro. Los somníferos suministrados eran leves así que ya hacía horas que habían dejado de hacer efecto, por lo tanto, se despertaron enseguida. Bajaron a desayunar al comedor. Ellos ya sabían que no estarían, pero la falta de la presencia de sus entrenadores se notaba mucho. Empezaron a comer en silencio.

-Hoy nos espera un largo viaje hasta ÀRTOR. Es probable que hoy no llegamos y si llegamos, será por la noche. Al acabar de desayunar ya os podréis volver a poner la ropa que os entregué hace tiempos. Después prepararemos las mochilas y marcharemos de aquí.

Eran borde las nueve y media de la madrugada cuando todos estaban reunidos y equipados a la parte exterior de la fortaleza ante la puerta. Quiesh la valla con su clave y empezaron a dirigirse hacia la gruta por la cual llegaron a aquel lugar tan bonito hacía unos dos meses. Atrás dejaban horas de llevar entrenamiento que habían dado sus frutos. Ahora se dirigían a empezar su verdadera aventura.

Rápidamente cruzaron los cinco kilómetros que los separaban de la gruta. Muchas especies animales se acecharon para #ver marchar a tan singulares vecinos que habían pasado allí cierto tiempo. El cristalino río continuaba brillando igual que la laguna. El bosque con su verde.

Cruzar la gruta tampoco estuvo ningún problema y por fin salieron de aquel maravilloso rincón de tierra separado del mundo. En un principio no notaron ningún cambio en el terreno. No fue hasta que salieron de las montañas que vieron el que había pasado. La simple visión de aquel paisaje los impacta mucho. Por sobre todo fue el cambio que se había producido en tan sólo dos meses.

-Es desolador. ¿Dónde está la verde pradería? ¿Dónde están los bonitos árboles? ¿Dónde están los animales? -empezó a preguntar en voz alta Cristal con una voz temblorosa.

-Pero que ha pasado aquí? -dijo Raül.

-Parece imposible-comentó Enrique.

-Qué cambio más grande-consiguió decir Miquel.

-Todo esto es obra de en Frédor. Se ve que ha conseguido conquistar este reino. Tenemos que ir con mucha cuenta. Hasta que no llegamos a ÀRTOR no sabremos el que ha pasado. -respondió Quiesh.

Ciertamente el paisaje era desolador. Ya no había hierba verde el que quedaba era algo parecida hierba, pero de color marrón. Toda marchita. A lo largo de todo su campo de visión se veían cadáveres de todo tipo de seres vivos. Los bonitos pájaros habían dado a aves carroñeras. Los ríos estaban todo contaminados y los pescados flotaban muertos a la superficie del agua. El poblado más cercano que se veía estaba quemado. Los árboles estaban todos podridos y ennegrecidos debido al agua contaminada. Se respiraba un ambiente a putrefacción. Y cómo si la natura quisiera solucionar todo aquel desastre estaba lloviendo suavemente, como si quisiera recuperar la belleza del antiguo paisaje con el poder revividor del agua.

-Ni Frédor ni ninguna criatura de su ejército tiene ninguna consideración por la vida. Tengo el temor que haya conseguido conquistar todos los reinos. Si es así, vuestro viaje se complicará mucho, puesto que vais donde vais habrá las criaturas de Frédor esperándoos. Tendremos que proseguir el viaje con cuenta. Podría haber enemigos cerca.

Con la moral por tierra continuaron andando. El paisaje no cambiaba, es más, parecía cada vez más desolador si cabía.

Tuvieron suerte de no encontrarse con ningún enemigo. Estaba haciéndose por la noche cuando llegaron al poblado donde vieron por primera vez a Frédor.

EL CABALLERO DE LA TRISTEZA: ÉRTOKWhere stories live. Discover now