Capítulo 8.

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Me toca ir al instituto caminando un día lunes, cosa horrible por cierto, no por el hecho de que tengo que caminar, al contrario, me gusta estirar las piernas, pero lo único que me molesta es tener que levantarme cuarenta y cinco minutos más temprano para poder llegar a tiempo. Mis audífonos me acompañan en el paseo y eso es totalmente relajante, esta caminata es una manera de llevar el relax en el día.

Mi papá no me pudo trasladar el día de hoy porque tenía una junta temprano y no podía llegar tarde, mamá me pidió que le dijera a Amy —que si posee auto—, para que me acercara hasta el colegio. La llamé, pero Amy tiene cita con el dentista y llegará a clases más tarde. La otra opción era Christie, pero como siempre, el idiota de su novio y sus muestras de afecto no era lo quería ver un lunes por la mañana.

Los árboles a mí alrededor, se volvían más altos y más frondosos a medida que caminaba, uno en particular me llama la atención y decido sacar mi celular del bolsillo del pantalón para activar la cámara. Hago unas cuantas fotografías hasta que el claxon de un auto suena a mis espaldas. Giro a la dirección del sonido y me encuentro un bonito auto negro, por supuesto, de los caros.

Mi padre no me quería comprar un auto porque dice que al paso de como desecho los lápices, un auto no me duraría ni una semana.

Pero, ¿cómo coños puede comparar un lápiz con un auto?

Solo mi padre hace eso.

Me acerco al auto algo recelosa ya que no puedo ver al conductor por los vidrios polarizados. Si, pensarán que soy una imbécil y que debí salir corriendo, podría ser un loco secuestrador, pero no, yo voy a curiosear rezando que no sea un violador de chicas castañas, tal vez si sea algo tonta. La ventanilla del piloto se baja lentamente y detrás de él se muestra a un sonriente Connor.

—Hola, señora lápiz.

Suspiro, creo que preferiría a un loco violador de chicas castañas antes que Connor. Lo ignoro y decido continuar, cuando me encuentro algo más alejada una mano toma mi brazo no tan delicadamente haciendo que me voltee.

—Te llevo.

—Déjame en paz, Connor—murmuro con el ceño fruncido.

—Te llevo, anda—repite jalándome hacia el auto—. Además, estoy pagando los favores que te debo.

Frunzo el ceño y me dejo llevar.

¿Qué más queda?

Solo aplicaré la ley del hielo e ignoraré a Connor Pirce.

Me merezco el aventón, voy a tener un mes sin dinero, tres semanas de castigo con Mongomery y ya no tengo lápices de repuesto.

Y todo por su culpa.

Connor con su particular sonrisa abre la puerta del copiloto para mí, subo al auto y por último él cierra mi puerta para dirigirse a su asiento detrás del volante.

Régalame un lápiz: Versión extendida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora