Capítulo 6.

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Tener la última hora de clases del día viernes con la profesora Montgomery, es una verdadera tortura

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Tener la última hora de clases del día viernes con la profesora Montgomery, es una verdadera tortura.

Primero, la profesora Montgomery es la persona más exasperante y perfeccionista que he conocido en mi corta vida. Segundo, todos queremos un viernes con clases ligeras y no con profesores que quieran ahorcarte apenas te vean. Y tercero, los intocables están en esta clase, absolutamente todos ellos, podrán imaginarse entonces como son las clases.

Créanme, si Montgomery es irritante en su estado natural, es una verdadera tortura cuando alguno de los intocables la molesta. Ella los detesta —como yo detesto a Connor—, tanto así que es capaz de enviarlos a dirección si apenas estornudan.

Ya lo hizo una vez. Con Bart, se los juro, no miento.

Su odio a ellos empezó el primer día de clases. Los intocables habían planeado un par de travesuras y su primer objetivo era Julia Montgomery. Colocaron chinches en su asiento, pegaron su mano a una regla, pusieron un vibrador en su cartera, un condón estuvo pegado también en su espalda y por último, llenaron de pintura azul el parabrisas de su viejo auto.

Sí, todo eso en un día.

Tengo entendido que ellos se reparten el trabajo. Aún me estoy preguntando quien fue la mente malévola de ese día.

Estoy segura de que fue Connor.

Muy bien, lo confieso. Lo estoy atacando y culpando de todo, pero por culpa de ese idiota no tendré dinero por un mes, solo voy a tener lo necesario para mi desayuno. Es normal que lo ataque mentalmente.

Puto Connor.

Desde ese día los rumores de que chantajean al director para que no los expulsen se hicieron aún más fuertes. Es que, ¡vamos! ¿Cómo no los expulsaron con todo eso? Además de que subieron sus travesuras en sus redes sociales. El video aún está en instagram.

Una bolita de papel cae en mi asiento, frunzo el ceño y la tomo, volteo hacia atrás para ver a un sonriente Connor haciéndome una seña para que abra el papel. Lo miro feo y rompo la nota sin abrirla.

Vuelvo a prestar atención, no quiero que la vieja Montgomery me expulse por no mirar al pizarrón.

Otra bolita de papel cae en mi mesa y suspiro.

¿Es que no puede ser más exasperante?

Abro la bolita de papel para leerla.

¿Daisy, me regalarías otro lápiz?

Ese... ese hijo de... de...

—¡Fruta!—grito. La vieja Montgomery, detiene su explicación al escucharme y yo me encojo en mi asiento tratando de desaparecer.

¿Realmente acabe de gritar la palabra fruta frente a toda la clase, específicamente la clase de Julia Montgomery? Bueno, al menos no dije una grosería.

Régalame un lápiz: Versión extendida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora