Capítulo 3.

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Hoy es un buen día, no tendría que llegar al instituto a las siete de la mañana debido a que el grupo que no había presentado el examen de historia el día de ayer lo haría hoy, por ende los que sí habíamos presentado tendríamos que quedarnos en nu...

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Hoy es un buen día, no tendría que llegar al instituto a las siete de la mañana debido a que el grupo que no había presentado el examen de historia el día de ayer lo haría hoy, por ende los que sí habíamos presentado tendríamos que quedarnos en nuestras casas hasta la próxima clase la cual no empezaba hasta las nueve y media.

Pero todo lo bueno siempre trae algo malo, ¿no les pasa que cuando tienes horas extras para descansar no puedes dormir nada? A mí me pasa, hoy me levanté a las cinco y desde entonces no he podido pegar el ojo, por consiguiente me quedé mirando el techo blanco de mi habitación como si de estrellas en el cielo nocturno se tratara. El blanco puede ser simple, pero muy atrayente.

Para las ocho de la mañana me canso de mirar el techo, por lo que me levanto a duras penas y camino modo zombie hacia el baño, al menos mi hermana no estaría ocupándolo, se supone que ya debería estar en clases. Cepillo mis dientes con lentitud y lavo mi cara, empiezo a bajar las escaleras para caminar hasta la cocina y encontrarme con mamá quien ya me está sirviendo mi desayuno.

—Buenos días, corazón, ¿pudiste dormir?—la sonrisa burlona que está en su rostro me dice que sabe que tengo horas despierta.

—No te burles, mamá.

—¿Yo burlándome? Pero si solo te acabe de preguntar si dormiste bien.

—Eres mi mamá, sabes si duermo o no duermo bien.

Mamá se acerca y besa mi frente con cariño. Adoro con todas mis fuerza a mi papá, pero mi mamá es la mejor y a pesar de sus múltiples ataques de locura, no quisiera cambiarla por nada ni nadie.

—Ya llegó el camión de mudanzas de los nuevos vecinos.

—Me da igual.

—Daisy Gabriela.

Siéntete amenazado cuando tu madre pronuncia tu nombre completo. Si lo dice y no la miras a los ojos estás muerto.

—¡Que emoción, nuevos vecinos!

—Así me gusta.

Apenas se da la vuelta sé que debo huir de ahí, mastico todo lo que hay en mi plato rápidamente y finalmente en menos de cinco minutos subo a mi habitación para buscar la ropa que me colocaría hoy. Me doy una ducha rápida y sin despedirme huyo de casa. Sabía bien que mamá me mandaría a llevar algo a la casa nueva, tal vez si desaparezco hoy podría mandar a Christie.

Llego a Greenwood minutos después y lo primero con lo que me encuentro es un círculo de personas amontonadas en la entrada. Eso era un sinónimo de pelea o simple y llanamente de los intocables.

Me acerco rápidamente a la multitud y sí, estoy en lo correcto. Los intocables volvieron a atacar y esta vez sufrió la ventana del sub director, la cual se encuentra embarrada de una pintura color rosada fluorescente más algunos tampones pegados.

Régalame un lápiz: Versión extendida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora