Capítulo 30

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Una semana había pasado y Louis seguía enfadado con Harry. No le dirigía la palabra a no ser que se tratara de algo de Hayley o sobre el nuevo bebé.

Louis solo se dejaba tocar por Harry cuando éste hablaba con su hijo o hija en su barriga, del resto, no.

Toda esa situación era extraña e incómoda, muy incómoda para los dos pero tampoco es como que fuera la primera vez que pasaba entre ellos, han estado hasta más de una semana sin hablarse pero siempre se arregla, por eso Harry tenía esperanzas y, además, estaba seguro de que el enfado de Louis era por las hormonas, aunque tiene que admitir que, aunque Louis no estuviera enmbarazado y las hormonas no se hubiesen alocado, también se huebiese molestado.

Acababan de acostar a Hayley y, bueno, Harry todavía seguía durmiendo en el sofá. Solo a veces recibía las buenas noches de Louis, con un beso en la mejilla. Solía ser por culpa de las hormonas de Louis, éste sentía muchas ganas de abrazar a Harry pero estaba tan enfadado porque Harry le dejaría solo con Hayley y embarazado, poniendo su trabajo siempre primero que su familia, que prefería no dirigirle la palabra.

Para Harry era frustrante toda esa situación, no soportaba que Louis le dejara de hablar al menos cinco minutos, se sentía incompleto. Ha intentado arreglar las cosas pero siempre acababan en gritos y más gritos y durmiendo separados. Harry tiene que admitir que los gritos solían ser por su culpa, de verdad que no quería acabar en gritos, al contrario, siempre que intentaba hablar con Louis lo hacía para reconciliarse pero la testarudez de Louis le hacía imposible no acabar en gritos.

Faltaban solo dos días para que Harry se fuera a América y, de alguna manera u otra, tenía que irse sin estar peleado con su esposo, lo extrañaría y toda esa situación sería mucho más estúpida de lo que ya era.

Harry se levantó del sofá en el que pretendía dormir sin embargo sus pensamientos no le dejaban, y se dirigió hacia las escaleras y subió a la habitación de él y de Louis, con la misma intención de todas las noches: reconciliarse.

Al estar en el pasillo de las habitaciones, vio como su hija de solo tres añitos se dirigía a la habitación que compartía él con Louis, rascando sus ojitos mientras su pechito bajaba y subía por estar sollozando.

Harry se asustó y caminó un poco más deprisa hasta llegar a donde estaba Hayley y agacharse para poder estar a su altura. -¿Qué pasa, cosita preciosa? ¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Necesitas algo? ¿Hay algo en tu habitación?- La bombardeó a preguntas pero la niña solo seguía sollozando, a diferencia de que esta vez, se escondió en el pecho de Harry al sentirlo cerca, llorando por completo. -Shh... papá está aquí, cosita, papá está aquí.- Intentó calmarla mediante susurros mientras acariciaba su pelito ondulado y su espalda. -¿Quieres un poco de agua?- Le preguntó, ganádose un asentimiento de parte de la pequeña.

Harry alzó a su hija y la colocó en su cintura, besando su frente y abrazanadola fuerte cuando la niña se acurrucó aún más en él, abrazandole del cuello y reposando su cabecita en el hombro de su padre, para después llevarsela a la cocina y darle un vaso de agua y que se calmara.

Al llegar a la cocina, Harry cogió un vaso y lo llenó de agua para después sentarse en una de las sillas de la mesa, con la pequeña en sus muslos y dandole el vaso de agua.

La niña bebió solo unos sorbos del vaso y luego limpió sus lágrimitas.

-¿Te duele algo, Hayley?- Harry acarició su pelito y preguntó. La niña negó con la cabeza. -¿Entonces qué tienes?- Volvió a preguntar pero se arrepintió enseguida al ver que Hayley hacía pucheros para querer llorar otra vez. -No, no, no, lo siento, lo siento, cariño, no llores otra vez. Tranquila, respira hondo y dime.- Le ordenó, acariciando sus hombritos para que la niña se sintiera tranquila. -¿Ya?- Preguntó después de unos segundos.

Eres perfectoWhere stories live. Discover now