Sin embargo, lo hacía, pero no sabía si como método de castigo o de liberación. Mamá Yu lo había llamado dos días atrás, preguntándole cómo estaba su ánimo, si es que era necesario que viajase para acompañarlo durante esos días además de que pronto sería su cumpleaños, pero no sabía si podría dejar a la abuela acompañada con alguien más y también, Hoseok odiaba celebrar su cumpleaños. Cuando era pequeño, su madre biológica le había celebrado su cumpleaños con una pequeña fiesta un año antes de que lo abandonara, y todo había salido mal. Nadie de su clase fue y si pensaba las razones del porqué, probablemente era porque las madres de esos niños conocían la reputación de la suya, y no le querían cerca. Al día siguiente, su padre había llegado de trabajar y al ver todos los ahorros que su madre gastó se puso como un loco y nunca más volvieron a celebrar algo.

 Años después sólo podía aceptar cupcakes, algún regalo que fuera necesario -como ropa o calcetines- y una felicitación obligatoria sin contacto físico. Mamá Yu trataba de no hacerlo más difícil para él, pero sabía que ella se ponía triste al no poder celebrar su cumpleaños en grande porque así le gustaba a ella. Por suerte, Hoseok disfrutaba los cumpleaños de los demás.

Él creía que podía hacerlo bien ese año.  Había tratado todo lo posible de no abrir aquella caja con todos esos cuadernos de su madre biológica como cada vez que se acercaba su cumpleaños o ese día en específico, pero a veces en la noche podía oír a su voz interna exigirle que fuese a leer, porque sólo así se calmaría o de alguna manera se hundiría por completo en el lodo y así ya no podría caer más profundo. 

Pero entonces Taehyung lo tocaba y eso era suficiente para él, para todos sus miedos, todo se detenía unos instantes y todo se convertía en él, en su aroma, su tacto, su voz, su mirada y su calidez propagándose hacia él derrotando cualquier frío que pudiese sentir. 

 Namjoon también lo había ido a visitar seguido para pasar tiempo con él y Mel lo había estado  llamando porque no podía ir a verlo, ya que estaba de viaje con su nuevo novio, y aún seguía preocupada por él porque sabían que febrero era un mes dificil. Ante todos los que habían sujetado a Hoseok en el pasado, trataba de comportarse igual que siempre, tranquilo y bastante sonriente. Quería dejar de preocuparlos, estaba cansado de repetir el mismo día cada año y que los demás estuvieran tan pendientes de él. Pensaba que si estaba con Taehyung, entonces sería diferente. No sentiría tristeza, ni melancolía, ni culpa.

Pero no había sido diferente. Porque no le había dicho a Taehyung qué significaba ese día o el día de su cumpleaños, donde de alguna manera su cerebro parecía no tener ninguna barrera que lo protegiera de sí mismo de deprimirse, sintiéndose tan triste y a la vez tan vacío que era insoportable sobrellevarlo solo y por eso siempre había estado acompañado. Debería haberle dicho, pero en el fondo sabía que temía abrirse más a Taehyung de lo que ya lo había hecho invitándolo a conocer a su familia. Se estaba poniendo límites y aquello era bueno, debía ser bueno. 

Pero no se sentía así.

Taehyung debería haber llegado a casa a esa hora, pero no lo veía por ninguna parte. Ese día el escultor se había levantado temprano porque tenía que trabajar en su proyecto hasta las cuatro de la tarde e iban a llevar a pasear a Yeontan al parque después como siempre. Supuso que si el pequeño pomerania no estaba, eso significaba que el escultor había llegado a casa y, al verlo dormido, habría terminado por llevarlo a pasear solo. Durante ese paseo máximo demoraban una hora o dos, dependiendo del clima, y Hoseok sabe que deberían haber vuelto porque había estado lloviendo a intervalos todo el día.

Ningún pensamiento en ese estado lo estaba ayudando a ser racional o positivo sobre dónde podría estar Taehyung, y lo ponía más ansioso el hecho de que el celular seguía enviándolo el buzón de voz. No podía evitar pensar en todos los malos escenarios, no podía dejar de pensar y pensar y...

Tócame. HOPEV.Where stories live. Discover now