|8|Príncipe.

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"—Miku prometo estar siempre a tu lado, y nunca de los nunca dejarte sola. ¡Yo, tu príncipe te protegeré."

La peliazul abría con dificultad los párpados.
Su respiración era cansada y acelerara a la vez.

—¿Qué? ¿Príncipe?— Habló con dificultad. De nuevo había tenido ese sueño.

—¿Miku?— Con dificultad lograba distinguir de quién se trataba. Poco a poco retomó fuerzas y logró ver con claridad.

—¿Ren?— Por fin lograba recordar el nombre del chico del vivero según ella.

—No, me llamo Len, no Ren— Contestó un poco más aliviado el notar que poco a poco ella retomaba la cordura.

—Oh lo siento— Pena. Era la palabra que perfectamente la describía a ella. —¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy?— Observó a su alrededor.

—Un auto ha chocado contigo esta tarde— Hablaba con dificultad el rubio. —Pero ¡Tranquila!— Tomó las manos de ella. —Solo ha sido un pequeño hueso roto.

—¿Pero... quién ha sido?— Las manos le temblaban a ambos.

Len aclaró un poco la garganta. —No sé aún. Pero prometo saber por ti— Dijo mirándola fijamente. Mientras ella negaba dando a entender que estaba bien.

El silencio inundó la habitación en la que ambos se encontraban, pero poco después llegó el doctor anunciando que todo marchaba bien.

—Si tiene el brazo vendado mejorará pronto— Mostró las radiografías. —Unos días de reposo en su casa y todo estará como nuevo.

—Gracias doctor— Mencionó Len saliendo de la habitación.

Miku quedó sola. Preguntándose el porqué habían chocado con ella. Para hacerlo el auto debió haber ido en dirección contraria al camino, violando una ley.
Su mente estaba enredada.

—Vamos Miku— Entró Len tomando las cosas de la peliazul. —Te llevaré a casa.

—¿Cuánto va a ser?

—No es nada, ya lo pagué— Negó el rubio mientras guardaba el último objeto de Miku.

Ella estaba confundida por su manera tan amable en que la trataba a pesar de ser poco conocidos, y perdida en sus pensamientos terminó cediendo a la opinión del rubio.

(---)

—Llegamos Miku— Movió levemente el hombro de ella, estaba dormida.

Pasaron cinco minutos y todavía no despertaba.
"Lógico" Pensó Len.
Después de todo la medicina le iba a causar mucho sueño y debilidad por pocos días.
Decidió esperar un poco, después de todo ese momento sería muy grato para él. Observar a la que le había robado el corazón desde hace tiempo era el sentimiento más grato.

Por un momento sintió unas ganas enormes de besarla. Se veía tan hermosa durmiendo.
La tentación fue más fuerte que la moral una vez más. Él no quería, tenía la necesidad de besarla. Marcar esos labios como suyos, sentirlos, tomarlos.

Fue acercando su rostro lentamente al de ella. Quedando a unos centímetros de su boca la observó, quería mantener esa imagen para sus momentos privados.

—¡Hey! ¡¿Qué demonios le piensas hacer?!— Golpeteó el vidrio del automóvil un chico parecido a su amada.

Se alejó de ella para observar detenidamente al sujeto y compararlo con ella.

—No pongas esa cara de idiota— Refunfuñó. —Soy su hermano.

La vergüenza lo invadió. Había visto como estaba apunto de besarla.
"Qué bueno que no se me ocurrió hacerle otra cosa" Pensó.

Se bajó del auto para entregarle las pocas cosas que llevaba de la peliazul.

—¿Y esto? ¿Se fue a dormir a tu casa o qué?— Estaba celoso y no trataba de ocultarlo.

—Miku tuvo un accidente.

El silencio invadió.
La sangre con dificultad circulaba en el cuerpo de Mikuo. No quería que ocurriera algo de nuevo después de "eso" que tuvo en el pasado.
Sintió un nudo formarse en su garganta.

—Tranquilo, todo está bien, solo unos días de reposo y listo— Len golpeteó su hombro ligeramente.

Poco después Mikuo se llevó en brazos a su hermana hasta su habitación, para finalmente despedirse de Len.

—Gracias por preocuparte por ella— Logró escuchar un poco mientras subía nuevamente al auto.

—No hay de que— Se alejó rápidamente. Y Mikuo entró hasta con su hermana.

—Principe— Susurró entre sueños Miku.

—¿Príncipe?— La miró extrañado. —Jaja, justo como cuando eras pequeña...

De alguna manera esa palabra le había recordado a un preciado fragmento del pasado, lo poco que había tenido de bueno.
Pero en aquellos recuerdos no solo protagonizaban ellos. De alguna manera había alguien que se le hacía familiar.

—¡Ese chico!— Sobresaltó de la cama.

Obsesión|Lenku|Where stories live. Discover now