|1|Ojos celestes.

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-Miku-

Lunes por la mañana.
Partía de nuevo a la universidad, donde actualmente estudio en la facultad de artes.
Fui vestida con un vestido blanco de tirantes junto con unos zapatos bajos y un suéter, ambos negros. Mi cabello atado en una sola coleta y tan solo un poco de brillo en mis labios.

La universidad me quedaba un poco lejos, y justo en lunes cualquier tipo de transporte era ocupado; es por eso que prefería ir caminando.
El camino rumbo a la universidad era muy tranquilo. Y me gustaba irme por ahí, ya que siempre pasaba a ver las flores de vivero.
Siempre tan hermosas y llenas de vida y esplendor.

Hoy no fue la excepción. Tenía tiempo así que decidí pasar.
El día de hoy estaban unos hermosos girasoles en la entrada. Me quedé observandolos un momento.

-¿Se le ofrece algo señorita?- Se acercó un hombre de cabello rosado y un poco desordenado.

-Ah no gracias, es que me gusta ver mucho las flores de aquí, son muy bonitas- Sonreí apenada. No quería decir lo típico de "solo ando viendo".

-Es cierto que lo son, pero no tienes que ver otra belleza más que la tuya señorita- Tomó mi mano y la besó. Me sonroje inmediatamente.

-G-gracias creo...

-Aww eres muy tierna. Ven, entra.

Insegura por lo que me invitaba a hacer me quedé en silencio.

-Oh vamos, no creerás que soy un mal tipo- Sonrió incomodamente.

-Eh no es eso, es que yo...

-Vamos, vamos- Interrumpió mi frase para tomar mi mano y obligarme a pasar.

Era un vivero muy bonito. De un estilo muy "vintage". Lleno de colores pastel que hacían juego con cada una de sus plantas.
Lo que llamaba la atención es que en su mayoría eran flores.

-Toma- Me entregó un girasol adornado como si fuese un pequeño ramo. -Aceptalo como un regalo.

-No debería aceptarlo, yo...

-Vamos, un regalo no se desprecia- Sonrió nuevamente.

-Esta bien- Suspiré.

-Oh, espera aquí. Enseguida vuelvo.

Se fue corriendo.
Mientras me senté en una silla que estaba cerca, observando a mi alrededor.
Fue entonces cuando ví a alguien. Parecía ser una chica, de cabello rubio atado en una coleta.

-Disculpe señorita, ¿Cómo es que mantienen las flores tan radiantes?

Me volteó a ver. Y no era una chica.
Era un chico.

-Oh cuanto lo siento, soy una tonta- Me acerqué para hacer incontables reverencias.

-Descuida, puedes parar.

Me levanté, quedando frente a frente.
Era mucho más alto que yo. Con un cabello que lucía totalmente hermoso y sedoso, al igual que las flores.

Pero eso no fue lo que me atrapó, si no sus ojos, tenían un azúl celeste tan profundo que hipnotizaba al mirarlos fijamente. Sin mencionar sus largas y rubias pestañas.
Era muy apuesto, pero, me miraba de una manera seria, sin expresiones. Una mirada profunda pero un poco aterradora a la vez.

En cuanto reaccioné me aparte de el. No sabía que decir. Tan solo me quedé apenada.

-Oh, veo que ya conoces a mi hermano- Interrumpió el otro chico.

-¿Su hermano?- No se parecían en nada, no era posible.

-Si, a pesar de que no nos parecemos. Bueno en fin, toma- Me dió una tarjeta con el número de su vivero. -Llama en cuanto surja un evento- Guiñó el ojo. Después de todo no era coqueteo, si no puro negocio.

-Claro- Sonreí. -Bueno, si me disculpan, yo, ya me tengo que ir.

-Ah claro, vuelve cuando quieras, incluso si solo quieres ver las flores- Sonrió el chico de cabello rosado.

Asentí y salí de la tienda.
Giré unas segundos mi cabeza. El chico amable ya no estaba, pero seguía el rubio. Mirando fijamente hasta mi dirección.

Sin querer chocaron nuestros ojos rápido me giré.
Seguí mi camino hasta la universidad, pero sin dejar de pensar en esa mirada tan profunda.

(---)

Ya estaba a punto de volver a casa.
Las clases de artes habían finalizado y me encontraba en la salida de la universidad.

-Hey Mikuuuuuu- Dijo con Pucheros Gumo, mi mejor amigo.

-¿Que pasa Gumo?

-Te olvidaste de darme un abrazo- Cruzó los brazos como niño pequeño.

-¿Realmente es necesario?- Sonreí.

-Claro que sí Miku. Yo te necesito. Es decir, necesito un abrazo tuyo.

-Esta bien- Suspiré. -Ven- Dije abriendo los brazos y rápidamente me abrazó con fuerza.

-Gracias Miku ¡Soy tan feliz!- Empezó a acariciar mi cabeza.

-Uhg oye me aplastas- Se separó rápidamente.

-Perdón- Sonrió colocando una mano en su cabeza.

Poco después nos despedimos y cada uno partió hasta su casa.

Al avanzar pocos metros pude ver al chico rubio recargado en una pared. Mirando fijamente de nuevo.

Me causaba escalofríos su mirada. Hice como si no lo hubiera visto y partí hasta mi casa.

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