CAPÍTULO VEINTISÉIS: LA VERDAD DE CAPERUCITA

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—Que tú eres Lia, hija de Antonio y Luna. Tú eres la verdadera caperucita, y no por matar a criaturas, te nombraron así por tu belleza y porque la abuela te regaló la capa roja —explicó con la voz quebrada y en esos momentos su hermano se echó a llorar cubriendo su rostro—. Fui cobarde a no decir la verdad, dejar que te lastimaran, bien ambos pudimos escapar porque nuestros padres nos dejaron dinero..., pero él no me dejó. Más de una vez te tomé en mis brazos para llevarte y él terminaba pegándome.

>>Liana, la verdadera fue llenaba de maldad y odio, creyendo que a sus padres los habían matado pero no era así. Desde niña nuestra prima era mala, te empujaba y a mí me lanzaba piedras aun cuando todos decían quera era mi hermana, parecía olvidarlo. El odio de mi tío por esas criaturas hizo que hiciera eso, sabía que al tratar de convencerte tú serías como nuestro padre y le dirías que no, que no querías dañar a ningún lobo, en cambio su hija es como él.

— ¡Oh, Dios mío! —la voz de la muchacha fue un susurro y Odell envolvió sus brazos alrededor de su frágil cuerpo. Ambos lloraban mientras el joven le pedía perdón, una y otra vez.

—Perdóname Lia, perdóname —murmuró usando su verdadero nombre pero la muchacha lo empujó negando repetidas veces, ese nombre le asqueaba.

—No me llames así —Odell tomó el rostro de su hermana entre sus manos y observó sus ojos llenos de miedo y tristeza—. Ya no sé quién soy, ni a donde pertenezco.

—Oh, caperucita roja —el joven la atrajo a su cuerpo besando desesperadamente su frente—. Tú eres hija de Antonio y Luna, eres su niña.

—Luna —la joven miró el cielo y una sonrisa triste tiró de sus labios—. Llámame Luna como mi madre.

—Luna entonces será —pasó sus dedos por sus mejillas y luego unió sus frente.

—Debemos ir con Lia, debemos contarle esto. ¡Ella detendrá todo al saber la verdad! —La joven se puso de pie de inmediato limpiando sus mejillas, Odell negó siguiéndola—. Ella parara esta guerra ridícula y la gente de Gorkan estarán bien.

—No podemos hacer eso...

— ¿Qué?

—Ella no va a creernos —el joven dejó caer las manos como un signo de rendición y Luna, como pidió que la llamaran, lo miró perpleja—. Nos matará si regresamos y no tendrá clemencia.

— ¡No! tú no la conoces, ella es buena, cuando sepa esto nos ayudará a que su padre termine con esta guerra —el labio de la joven tembló y desesperada tiró de su hermano—. ¡No seas cobarde! ¿Pero qué haces? ¡Debemos parar esto!

—Es inútil. ¿Realmente crees que ella es buena? —inquirió viéndola fijamente—. Sus manos están manchadas de sangre, ha quitado la vida y ahora juega hacer la muerte. Su corazón está oscurecido por la maldad y el odio.

—Voy a ir con ella, no puedes detenerme. O eres valiente por primera vez en tu vida y me acompañas, o te quedas aquí viendo como inocentes mueren —la joven se puso de pie y entró a la casa subiendo rápidamente a su habitación. Encendió las velas alumbrando el pequeño cuarto para empezar a vestirse, había robado unos pantalones a Odell esa tarde porque mañana iría a montar, así que se los puso y también unas botas. Se colocó encima su capa negra y recogió su cabello saliendo de inmediato, sabiendo que su hermano no estaría ahí, pero su sorpresa fue mayor al encontrarlo afuera tirando de las riendas de un caballo. Estaba vestido de negro y llevaba una espada en su cadera, asegurándole que la protegería de cualquiera.

LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)Where stories live. Discover now