LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)

CAPÍTULO DIECISÉIS: POR MI MANADA

La tropa de los reyes se ha escuchado en tierras santas,

Los rugidos se escuchan más fuertes,

Más cerca.

Todos gritan pidiendo clemencia,

Todos correr tratando de ocultarse.

Sus patas golpean contra el suelo provocando la sacudida de la tierra,

Los cazadores huyen temiendo repercusiones, y es que saben que el pasado los marcará.

Geiat apretó los labios al sentir la lengua húmeda del cazador, quería saltar y enterrar sus garras en su pecho, pero estaba herida, y Gastón había aprovechado eso para tomarla como su presa ante su gente. Pudo oler el miedo alrededor, la excitación en el cuerpo de aquel hombre, pudo sentir a sus hermanos y alguien más. Ahí presente, olió y su cuerpo se sacudió reconociendo aquella aroma tan conocida para ella. Temió, y no supo cómo reaccionar, hasta que inhaló el aroma de su hermano mayor y una sonrisa tiró de sus labios.

Era casi majestuoso ver a Gorius rugiendo, grande y con aquel dorado cabello cayendo alrededor. Unos grandes ojos de un celeste y a veces de un oro, mostrando sus colmillos y golpeando su pata contra el suelo, provocando que la tierra se sacudiera con fuerza.

— ¿Geiat? —la joven miró hacía el otro lado y se sorprendió al ver un líder lobo, grande y tan poderoso como su hermano. Avergonzada, dejó de verlo a los ojos y los cerró. Era un líder y eso no se hacía.

—Cuando mi padre hablaba de ustedes creí que se había vuelto loco, ¿Animales gobernando? —Gastón se echó a reír a carcajadas, ambos hermanos se mantuvieron quietos viendo a su hermana palidecer y como el cuchillo se apretaba contra su garganta. Olieron también su sangre y vieron las heridas en sus piernas, brazos y luego en su vientre, esa más profunda. La joven tenía su cuerpo cubierto de un color blanco y negro, así que al final la sangre se había mezclado con aquel color, haciendo más exagerada su herida—, hasta que un día él me llevó y los vi. Era enorme, era un tigre y lobo. Se miraban fijamente, y se movía en círculo, mi padre me pidió que hiciera silencio mientras los apuntaba.

>>Se pelearon, se lanzaron uno a otro y enterraron sus colmillos en su piel, y aunque estaban heridos, seguían peleando con la misma fuerza. Fue extraordinario hasta que ambos se convirtieron en dos personas, tal altas y con facciones tan salvajes que retrocedí por miedo. Ambas bestias nos miraron y mostraron sus colmillos, para después lanzarse hacía nosotros y acabar con mi padre, corrí tanto que cuando llegué solo lloré y mi madre me creyó.

Desde entonces he recorrido cada pedazo de estás tierras para acabar con ellos, para limpiar y cuidar a nuestra gente. He matado, he cambiado y degollado a tantos que ya perdí la cuenta. Es extraordinaria la manera en como sus ojos ruegan por su vida, pero no dicen nada, y tampoco piden clemencia, es como si ya esperaran su final. Verlos perder la luz y luego sentir la muerte cerca y llevándoselos. Es maravilloso, lo haría una y otra vez, porque ustedes..., ustedes no pertenecen a estás tierras.

Un fuerte golpe los distrajo a los hermanos, rugieron girándose encontrándose con varios cazadores, estos portando fuertes armas y sonriendo. Gorius se levantó en dos patas y les rugió, tan fuerte, que Gorkan olió el miedo en muchos de ellos. Su hermano cayó en cuatro patos y mostró los colmillos y cuando el grupo de acercaba atacarlo, saltó hacia ellos.

El mayor de los hermanos de Hierro no se quedó atrás. Empezaría jugando con ellos y luego iría hacia la causante de la muerte de su hermano Gokan.

Levantó la pata, golpeando los hombros de los cazadores que se acercaban, gruñó abriendo sus patas delanteras para mostrarles sus colmillos, los cazadores volvieron a lanzarse pero él ya no tuvo clemencia. Se lanzó hacía ellos, devorándolos, presionando sus garras en sus pechos hasta que ya no los escuchó gritar. Un aullido conocido lo hizo levantar la cabeza, y pudo ver a su hermano Goliat abrirse paso con rapidez y lanzarse en dirección a Gastón que empezaba a huir con su hermana.