Capítulo 2 - Darcy Lewis y su imprudencia

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CAPÍTULO 2

DARCY LEWIS Y SU IMPRUDENCIA


Esperó a que se llevasen a la mujer antes de volver su atención a los manifestantes. Chasqueó la lengua y ladeó ligeramente la cabeza, examinándolos.

—A pesar de lo desagradecidos que han sido, y de perturbar la calma de mi reinado con sus revueltas, tengo la convicción de que todo ser merece una segunda oportunidad luego de haber sido advertido debidamente. Eso es lo que estoy haciendo ahora —abrió los brazos con las palmas hacia arriba, como presentándose—. Así que, después del debido juramento de lealtad, aquellos que hayan decidido acatar mi gobierno serán liberados. Los que no, saben a qué atenerse.

Con un chasquido de dedos, ordenó a un guardia que abriese la puerta. Los manifestantes lo miraron con diferentes emociones pintadas en su rostro, pero nadie se movió.

—Por si no quedó claro, estoy esperando que salgan por ahí los que decidan dejar las ideas revolucionarias —dijo con calma—. Para el resto, esta cárcel será el último lugar que vean en vida. Les doy cinco minutos para decidirse.

Esperó cruzado de brazos los cinco minutos exactos, sin ninguna emoción en su pálido rostro, sólo observándolos. Salieron más de los que hubiese creído; casi un tercio de los rebeldes pasaron por la puerta y se reunieron en el corredor, donde fueron debidamente vigilados por el FBI. Loki les dirigió una fría sonrisa de reconocimiento al terminar el tiempo dado.

—Han hecho la elección correcta. En cambio —se giró hacia los que seguían en la celda—, ustedes firmaron su sentencia. Espero que de verdad crean en lo que están defendiendo, porque de lo contrario sería una muerte muy estúpida sin sentido.

Alzó ambas manos a la altura de su pecho en un gesto específico. El Cofre de los Antiguos Inviernos se materializó entre ellas, azul y frío. Loki esbozó una sonrisa cruel y desató el poder del Cofre; su propia piel tomó un tinte azul y sus ojos se pintaron del color de la sangre. Una ola de frío puro se desprendió de la reliquia y golpeó a los rebeldes a través de los barrotes. Se extendió de uno a otro solidificándose, y los gritos que se dejaron oír pronto fueron silenciados debajo de una capa diamantina y mortal de hielo sólido.

Hizo desaparecer el Cofre con un movimiento de sus manos y se giró de nuevo hacia los que se habían redimido.

—De rodillas ante su rey.

* * *

No tardó mucho en terminar con ese asunto y encaminarse hacia sus aposentos. Tenía otra cosa pendiente ahí.

Ni él mismo sabía que iba a hacer. Esa mujer le daba curiosidad, y el tema de su futuro tenía un cierto morbo que lo atraía. No porque fuera real, pero verla ahí y tenerla a su merced era algo que valía la pena disfrutar. Se acercó con paso medido a las puertas cerradas de su alcoba, y en lugar de abrirlas se materializó dentro de la habitación en silencio.

Se encontró con la escena bastante singular de la mujer rompiendo la ventana con una lanza. No era Gungnir; eso hubiese sido peligroso, pero él no dejaba sus armas mágicas a la vista. Era una lanza común y corriente de oro asgardiano, fuerte pero no poderosa.

Se cruzó de brazos y apoyó la espalda contra la puerta, enarcando una ceja con frialdad; en cierto modo la escena le divertía.

—¿Ibas a algún lado? —inquirió con tono tranquilo, luego de que parte de la ventana se hiciera pedazos y la mujer retirase la lanza para golpear de nuevo.

Ella soltó un grito de sorpresa y la lanza se le cayó de las manos. Se apresuró a recogerla y lo apuntó a él, con furia en sus ojos claros.

—Oh no, para nada, sólo quería salir a tomar un poco de aire y quizá volar por unos minutos, ya sabe, lo normal —contestó ella con sarcasmo, dando un paso hacia Loki sin dejar de apuntarlo con la lanza—, así que tranquilo, aún no perderá a esta "encantadora" víctima. ¿Quién eres? —inquirió esta vez poniéndose más seria—. ¿Por qué ordenaste que me encerraran aquí? Que yo sepa no le debo nada a nadie.

Loki arrugó el gesto al ver que ella lo seguía apuntando con la lanza. No es que fuese a lograr hacerle daño, pero no le gustaba que lo amenazaran. Cruzó la distancia entre ella y él en dos grandes zancadas, y le arrebató la lanza de las manos sin delicadeza. Una vez en su posesión, la hizo desaparecer con un movimiento de su brazo y miró a la mujer de arriba a abajo.

—Darcy Lewis, ¿no es así? —"Como si no supieras que tienes razón."— Soy Loki Laufeyson, heredero de Jötunheim, legítimo rey de Asgard y gobernante de Midgard. La Tierra, como la llamas tú —curvó la comisura izquierda de sus labios en una sonrisa altiva—. No me debes nada personalmente, pero soy el rey y no necesito excusas ni explicaciones para ordenar lo que quiero. Pero contestando a parte de tu pregunta, estás aquí porque tengo curiosidad sobre ti, por lo que no esperes salir pronto. No recibirás otra respuesta, así que confórmate con saber que te quedarás aquí cuánto tiempo quiera yo, y no saldrás sin mi consentimiento —extendió el brazo derecho como mostrando la suite, y su tono se cargó de ironía—. Ponte cómoda.

—¿Que me ponga cómoda? —preguntó ella con confusión, en un tono bajo—. Esto no puede ser cierto —Alzó su mano, algo temblorosa, y lo señaló con un dedo—. Tú tendrías que estar en tu prisión de Asgard, cumpliendo tu condena por todos los crímenes que cometiste, ¡no reinando la tierra! ¡Qué demonios pasa con el mundo! —exclamó con histeria—. No sé si te importe, Loki, ¡pero estás arruinando mi cumpleaños número veintiuno!

El dios levantó la mano derecha y con el mismo impulso le dio una bofetada a Darcy, haciéndola trastabillar dos pasos hacia atrás. Su gesto había perdido toda la burla y diversión cuando le habló apretando las mandíbulas.

—Cuida tu tono y tus palabras si quieres vivir para tu vigésimo segundo cumpleaños —amenazó, en un tono bajo y retador—. Recibir acusaciones de tu parte no es algo que vaya a permitir. Ubícate y comprende cuál es tu lugar aquí.

Sin mediar otra palabra, se dio la vuelta y fue hacia otra de sus habitaciones, conectada con esta por una puerta que cerró sin seguro, dejando a Darcy Lewis encerrada en el dormitorio anterior. No miró atrás ni se preocupó por el estado de la mujer; la única salida que ella podía encontrar era la que llevaba a la habitación de él, y dudaba que ella considerase eso factible. A través de la puerta cerrada, lanzó un hechizo para volver indestructible la ventana, en caso de que a Darcy Lewis le agarrase un impulso suicida.

Una vez alejado de ella en otra alcoba, más lujosa que la anterior, se dejó caer sentado en el borde de la cama y juntó las manos, apoyando el rostro en ellas. Estaba cansado, y ansioso aunque no sabía por qué. Se negaba a pensar que su ansiedad fuera por culpa de Darcy Lewis. Se recostó y consideró llamar a una prostituta para pasar la tarde antes de irse a dormir, pero lo pospuso indefinidamente hasta que en algún momento se quedó dormido de aburrimiento y molestia.

Síndrome de Estocolmo ✵ Loki & Darcy (Loki's POV)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz