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Camila
Los Ángeles

-¿Te sientes bien?
Había sostenido su cabeza con sus manos y no dijo más. Estuvo mucho tiempo así, tuve que hacerle esa pregunta, de pronto que le pasara algo me agobiaba.

-Me duele la espalda y la cabeza, pensé que con un analgésico mejoraría pero no funcionó.
Mordí mi labio y busqué algún medicamento que tuviera en casa.

-¿Porque no te das un baño y luego vienes a cenar?
Ella se detuvo frente a mi. Asintió y esperé algún acercamiento pero nunca pasó.
Había tomado el camino hacía el dormitorio donde estaba la ducha y se llevó la pequeña maleta.
Por fin encontré algo que podría tomarse.
Cuando ella volvió se miraba mejor. Atom estaba sentado tomando su cena y jugaba constantemente con el vaso entrenador que usaba.
Había preparado algo rápido y la invité a sentarse.

-Debes tomar esto después de la cena y recostarte. Tomó la pastilla de mi mano pero acarició levemente mis dedos.

-Gracias Camila.
Comimos en silencio y observando al Ati, en varias ocasiones topamos las manos al intentar limpiar algo de su mejilla.
Observe a Lauren demasiado en toda la cena, no podía apartar la mirada. Sentía que debía hacer algo más para ayudarla.
Cuando había llegado en tiempo ella quiso quedarse con Atom para dormirlo. Pero al mirarla tan cansada insistí en llevarlo conmigo al dormitorio, recosté a mí pequeño en la cama y comencé con una canción de cuna. Atom no iba a dormirse.

-Lo..Lo. Dijo sonriente y se movió a la orilla de la cama. Seguí sus pasos hasta la puerta y le ayudé a salir. Cuando llegó a un lado del sofá, tocó el brazo de Lauren, ella permanecía con la cabeza en el reposabrazos y con el brazo izquierdo cubría sus ojos. Se asustó un poco al sentir el tacto de mi pequeño. Aún estaba despierta.

-¿Que pasa lindura? Sonrió. Yo levanté las cejas.

-No quiere dormir, tal vez le gusta acurrucarse contigo.

-Esta bien, ahorita lo llevo. Yo asentí y miré como lo llevaba a su pecho. Sobando su espalda y charlando con el. No quería irme pero entendí que al menos necesitaban estar solos para entenderse. Pasaron algunos minutos luego escuché el sonido en la puerta. Mordí mi labio, estaba tocando.

-Pasa.
Entró directamente a la cuna y recostó a Ati del lado derecho con su pequeño oso. Lo abrigó bien y después salió sin decirme nada.
Dejé mi libro a un lado y me acomodé en la cama pero yo sabía que no lo lograría. Necesitaba disculparme por comportarme tan poco comprensiva. Sabía que ella simplemente había pasado la tarde en la empresa.
En medio de la oscuridad y cansada de no conciliar el sueño salí de la cama en pijama y fui a asegurarme de que su dolor de cabeza había desaparecido.
Aclaré la garganta al mirarla cambiar los canales en la televisión.

-¿Como te sientes?
Su mirada verde se fijó en mi. Encogiéndose de hombros.

-No puedo dormir por el dolor de cabeza solo ha disminuido un poco.
Me senté a su lado.
Cuando no dijo nada más terminé con las ganas que tenía por consolarla y tomé su mano que reposaba sobre su muslo. Apreté.

-¿Puedo darte un masaje en el cien? Ofrecí en voz baja. Ella asintió y apagó la televisión. Se acomodó de espalda hacía a mi pero era un poco más alta como para mantenernos cómodas.
-Mejor recarga tu cabeza en mis pierna. Tomé el primer cojín que encontré y lentamente dejó caer su cabeza ahí. Acomodó su cuerpo a lo largo del sofá.
Mis manos temblorosas tocaron su frente y ella se estremeció.
-Solo quiero asegurarme de que no se trate de algo más, puede ser fiebre.
Ella sonrió y cerró sus ojos.
Mis dedos comenzaron un leve masaje a los lados de su frente, justo donde iniciaba su cabello. Sobe un poco para luego recorrer parte de su cabello con una mano. Pensé que sería incómodo pero sin duda ese momento nos había relajado a ambas.
Recorrí su cabello oscuro y suave con mis dedos tanto que pensé haber escuchado un gemido muy bajo de su parte. Me tomé el tiempo de mirar su cara, su piel pálida y como sus pestañas largas reposaban en su piel.
Sus labios rozados permanecían quietos y luego una sensación extraña me hizo querer besarla o tocar sus labios con mis dedos. Era tentador.
Ella parecía haberse quedado dormida, por que su pecho subía y bajaba con mucha calma.
Se miraba tan preciosa.
Sonreí como tonta.
No pude aguantarme cuando de forma distraída mojo sus labios.
Dejé de sobar su cien y coloqué mi mano bajó su barbilla y la otra en su cabello. Mi cabeza se inclinó a la suya y la besé, en principio ella no respondió, luego su mano también se había enredado en mi cabello para evitar que yo me separara.
Mordisquee su labio inferior y finalmente ella aceptó que mi lengua se introdujera a su boca.
El beso no podría ser muy cómodo desde esa posición pero luego de que se hizo intenso no pude detenerme.
Nos besamos a tal punto que había otra parte de mi cuerpo se puso húmeda, ella gimió al separarme un poco y tomar aire.

-Se me ha quitado el dolor.
Me dió un pico y yo levanté mi cabeza por fin, con sus quejas.
-Necesitaba solo besarte.
Aún no abría sus ojos así que no pudo ver la sonrisa que se plantó en mi boca. Besé su mejilla un par de veces y seguí con el masaje.

Mientras te tuveWhere stories live. Discover now