Querida soledad.

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La oigo, la escucho recitar mi nombre, talvez es el eco de aquel día que suplicaba por ella, o de la noche que rogaba por su ausencia, o aquella madrugada que sollozaba en tu silencio. El eco de la soledad y el estruendo de el silencio, son los que componen esa sinfónia en mi alma y me condena a ser siempre suya.

Para ti, soledad...

POEMS OF MY PAINSWhere stories live. Discover now