19 | Es Amish

15.6K 2.6K 188
                                    

S A V A N N A H

El jueves transcurre deprisa, aunque estoy algo nerviosa porque el jefe me ha dicho que, a pesar de ser una buena trabajadora y atraer clientes, los paparazzi están provocando que varios clientes ya hayan puestos cartas de reclamación debido a no poder tomarse un café en las mesas de fuera sin sentirse observados. Me ha dicho que no quiere despedirme, pero que lo hará si no logro que me dejen en paz durante mis horas de trabajo. Yo le he explicado que esto es algo pasajero, que en algún momento se cansarán de verme simplemente sirviendo mesas... ¿no?

Hace cuatro días que no veo a Mason, pero hablamos a diario, le he prometido pasarme esta tarde por el estudio un rato.

—Savannah, ¿qué tal te sientes tras tu primera aparición oficial ante los medios? —pregunta uno cuando estoy saliendo de trabajar.

—Chicos, os agradezco el interés —comienzo—, y sé que estáis haciendo vuestro trabajo, pero no podéis pasaros el día fuera del mío.

—¿Te han llamado la atención?

—¿Crees que te despedirán? —insiste otro mientras me siguen por la calle. Vivo cerca, así que voy caminando hasta el apartamento que comparto con Ophelia y Chloe.

—Yo no he dicho eso, no...

—¿Te gusta tu trabajo?

—Parece que no estás muy feliz con él.

Sus preguntas avasallantes y conclusiones equívocas hacen que me ponga todavía más nerviosa, solo me faltaba que saquen en los medios que yo me he quejado de mi trabajo.

Estoy a punto de responder cuando la voz de una persona conocida hace que me detenga y gire mi cuerpo.

—Savannah, ¿eres tú?

—¿Elena? ¿María? —Separo los ojos con sorpresa al ver a dos compañeras de la comunidad, vestidas con su ropa Amish al completito y sujetas la una de la otra mediante el brazo. Como dos animales asustados.

Me pregunto si yo estaba igual cuando llegué, de lo cual parece que hubiera transcurrido una eternidad.

—¿Qué hacéis aquí? —Me acerco y veo de reojo cómo los fotógrafos lanzan algunas instantáneas, sin darme cuenta de lo que eso podría suponer.

—Finalizando nuestro rumspringa —explica Elena, ambas me miran de arriba abajo, confusas y con clara desaprobación—. ¿Y tú? ¿Qué haces así? —Señalan mi atuendo— ¿No piensas volver a...?

—Oye, ¿por qué no me acompañáis y hablamos mejor en casa? —las interrumpo antes de desvelar mi procedencia. Si es que no lo han hecho ya.

—Savannah, ¿quiénes son? —Regresan las preguntas cuando intento tirar del brazo de una de ellas.

—¿Acaso eres Amish?

—¿Es el motivo por el que escondes tu origen? —presiona otro fotógrafo.

—¿Te avergüenzas de la comunidad, Savannah? —María se detiene en seco.

—No, yo... —Mierda, mierda—. Venid conmigo, por favor. Hablemos en mi casa.

—No —dicen las dos al mismo tiempo—. Tenemos que marcharnos ya si queremos coger a tiempo el autobús de regreso a Silencetown.

—¡Shh! —Intento que no diga el nombre, pero lo hace igualmente. Cierro los ojos, lamentándome y esperando que los paparazzi no hayan prestado atención.

Ilusa.

M A S O N

Estoy cantando dentro del estudio de grabación, mientras Junior dirige al tipo que está grabando algunas tomas para subir a las redes. No puedo dejar de sonreír, no por el video, sino por lo afortunado que me siento en este momento.

Vida prestadaWhere stories live. Discover now