Y sin decir nada más ni esperar a nada, huyó con prisa cruzando la puerta con rapidez y agitando su mano en despedida.

Cuando estuvo fuera caminó directo hacia el coche de su mayor y subió al asiento de copiloto con prisa, dándose cuenta en ese momento de que se había llevado él bolígrafo que le había prestado Jimin. Decidió dejarlo en la guantera, ya se lo devolvería en otro momento. Su ánimo desapareciendo por cada segundo que pasaba.

—Jungkookie.—Jin le sonrió—.¿Que hiciste ahora? ¿Por que me llamaste para que viniera por ti?.—Jin le miró divertido pero su sonrisa se borró al ver a Jungkook con los ojos cristalizados.

—¿Podemos ir a nuestro lugar, por favor?.—pidió, hipando ligeramente.

Jin asintió sin decir nada más, sabía que cuando Jungkook pedía ir a aquel lugar era porque verdaderamente lo necesitaba y algo había ocurrido.

Desde que Jungkook tenía memoria Jin había estado a su lado, siempre estuvo cuidándolo y mimándolo, consintiéndolo en todo, aconsejándole, y sobre todo apoyándolo.

Los brazos de Jin siempre estuvieron abiertos para él, para acobijarlo, para protegerlo de los demás, para darle calor, para darle cariño; sus dedos suaves siempre limpiaron los rastros de sus lágrimas y acariciaron sus mejillas y sus cabellos para reconfortarlo; sus labios siempre estuvieron preparados para besarle todo el rostro y hacerle saber que estaba a su lado, también para soltar palabras bonitas y cariñosas que lo hacían sonreír.

Cuando Jungkook tuvo una horrible pesadilla, una pesadilla que tan horrible como había sido igual de real había parecido, la cual le hizo levantarse empapado en sudor y lágrimas, asustado de la realidad de aquellas desagradables imágenes, en mitad de la noche, solo, porque sus padres no estaban, únicamente se le ocurrió llamar a Seokjin para que fuera con él.

A Seokjin no le importó que fuera más de media noche, no le importó que al día siguiente tuviera clase, no le importó salir en pijama, nada le importó más que estar al lado de Jungkook.

Y fue entonces cuando descubrieron aquel lugar, caminando en la oscuridad, buscando un poco de aire en aquel fuego abrasador de verano, en aquella pesadilla que quemaba a Jungkook, luchando por encontrar una distracción, un escape, y sin esperarlo dieron con él lugar que ahora era de solo ellos dos.

Una pequeña casa abandonada que tenía un hermoso jardín descuidado, pero que eso no hacía perder su hermosura, las flores curiosamente se mantenían vivas, en la parte trasera un pequeño columpio y una fuente en donde el agua de la lluvia se recogía, mostrando el reflejo de las estrellas, y pocos días, de la luna.

No era un lugar maravilloso, no estaba lleno de grandes cosas, pero era solitario ya que la zona estaba ligeramente deshabitada y eso les permitía tener la intimidad y soledad que deseaban, estar solos sin ser molestados por nadie. Las hierbas y las flores habían crecido en los últimos años, creando una frondosa zona en la que ellos consiguieron hacer un pequeño hueco para ellos. Solo ellos dos.

Jin condujo con cuidado, conociendo el camino de memoria, echando leves vistazos al chico que se encontraba a su lado, preguntándose que había ocasionado su malestar y su tristeza, y diciéndose a si mismo que si había sido un alguien, iba a estampar él puño en su cara.

Solo veinte minutos después llegaron al lugar, tan solitario y abandonado como siempre, Jungkook lo prefería cuando era de noche, para que la brisa lo calmara y pudiera ver las estrellas mientras se relajaba.

—Vamos, Jungkook.—Jin abrió la puerta del copiloto, agarrando la mano de Jungkook y haciéndolo salir, para después caminar hacia la pequeña casa, abriendo la vieja vaya que la rodeaba.

Strawberry Milk.  ❤Jikook❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora