Capitulo 21

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C. 21: Una mentira piadosa

Ya habían pasado algunos días después del incidente de la grabación, pero aún perduraban las risas y prejuicios hacia Violetta y a mí entre los alumnos del Studio.

Y como se supo de mi secreto con Violetta, todos trataron a León de idiota, por lo que me expulsó de la banda. A este punto, no me afectó esa decisión, pues en dos semanas me mudaría con mi padre a Barcelona. Y nada lo detendría.

Así qué tuve que aguantar parloteos, burlas y rumores por varios días, pero eso no era lo que me afectaba, eran los ensayos con Violetta.

Desde que le había dicho todo, los ensayos para la coreografía eran mucho más incómodos. Por ahí, pasaba que nos quedábamos mirándonos a los ojos, o nuestros labios quedaban bastante cerca, y yo era incapaz de hacer cualquier cosa.

Hasta qué un día, al finalizar uno de los ensayos, Violetta decidió romper la tensión.

-Diego...-soltó, después de un largo silencio-¿podemos hablar?

-No hay nada que hablar, Violetta.-respondí fríamente-Tengo que irme, nos vemos mañana.

Recogí mis cosas y estaba dispuesto a irme, pero Violetta me retuvo.

-Por favor, es importante.

-Vale...-suspiré exhaustivamente-¿qué pasa?

-Quería disculparme con vos por lo que ocurrió aquel día, con lo de la grabación.-me tomó de la mano.

-Perdonada.-asentí.

Me di la vuelta para salir de ahí, pero Violetta volvió a detenerme.

-Y bueno...quería ver si cambiabas tu opinión acerca de nosotros.-me miró a los ojos-Sabés, si podíamos ser algo más que amigos...

-Lo siento, no puedo cambiar de opinión. Lo que te dije era lo que sentía, y debes respetar mi decisión.-repliqué-Además, no podemos seguir así, sólo nos lastimamos el uno al otro.

Violetta arqueó una ceja.

-¿En serio? ¿Sólo es por eso? ¿No es por nada más...?-sospechó intrigada.

-No, no es por nada más.

Yo evitaba hacer contacto visual con ella, pues era capaz de caer perdidamente enamorado de sus ojos. O de su sonrisa. O simplemente de ella.

Violetta me dio la vuelta, me tomó de la mano y se acercó a mí. Muy cerca.

-Entonces...-susurró delicadamente-no importa si hago esto.

Acercó sus labios a los míos. Podía sentir su respiración, y su pecho oprimía el mío.

Estaba a punto de dejarme llevar, como siempre, pero reaccioné y la aparté de mí.

-No, lo siento.-determiné.

Tomé todas mis cosas y salí de ahí rápidamente, para que no me detuviera de nuevo. No me importaba si la dejaba ahí, prefería eso a que volviera a caer en la misma trampa.

Me fui a casa y saqué un cigarrillo de la caja escondida que tenía en un armario. Guardaba una cajetilla de cigarrillos por si algún día me sintiera ansioso, tan sólo me fumaba uno. Esta vez estaba bastante desesperado, mi mundo estaba dando vueltas.

Mientras fumaba, tratando de tranquilizarme, me llamó mi padre.

-¿Diga?-atendí.

-Diego, hijo, que bueno que atendés, es importante...-contestó, sonaba algo alterado-Necesito que me entregues tu pasaporte y tu registro para ir a comprar los pasajes a Barcelona.

Novela Diego - Ser quien soyWhere stories live. Discover now