Capitulo 27

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C. 27: Revelaciones

Francesca me miró fijamente, una sonrisa se asomó entre sus labios.

Después de algunos segundos, me tomó del cuello y me besó. Yo la tomé de la cintura, y la besé con locura.

Me lo había guardado todo este tiempo, tenía tanto miedo de admitir lo que sentía, pero por fin podía demostrarle a Francesca cuanto la amaba.

Entramos a su casa, sin despegarnos ni un segundo. La arrinconé contra la pared, podía oír su respiración acelerada. Sus labios era en lo único que me concentraba, besarlos era la sensación más mágica que jamás había sentido.

Comencé a besar su cuello, y ella lentamente me arrancaba la camisa, que en este momento estaba empapada por la lluvia. Nos recostamos en el pequeño sofá que había en la sala de estar, y ella se sacó el suéter que tenía puesto.

Me avergoncé un poco al verla sin ropa, pero mi corazón se agitaba al admirar su belleza. Le daba tiernos besos en el pecho.

Francesca colocó sus manos en mis hombros y me apartó de ella.

-Pará, Diego, por favor...-dijo agitadamente.

-¿Qué pasa?-pregunté extrañado.

-Esto...-jadeó nerviosamente-no está bien.

-Pero nos amamos...

-Aún así...-me interrumpió-Está el asunto de Violetta, sos su ex-novio.

-Exacto, tú lo has dicho, EX.-remarqué.

-Diego, ¿no entendés que está mal? Todo es muy reciente, hace unas horas estabas saliendo con ella, decías que era el amor de tu vida...-se retiró de mí.

-Tan sólo tenía miedo de confesar mis sentimientos, pero estoy enamorado de ti.-le acaricié el rostro.

Me miró a los ojos, sonrió ligeramente.

-Aún así, hasta que lo aclares todo con Violetta, y concluyas su historia, no me sentiré bien haciendo esto...

-Vale, entonces ¿debo hablar con ella?-pregunté.

-Supongo.-se encogió de hombros-Tal vez te diga algo muy importante...

Miré a Francesca sospechosamente.

-¿Hay algo que deba saber sobre Violetta?-arqueé una ceja.

-Eh, bueno, no lo sé...-intentó disimular lo que había dicho-Por eso te digo que vayas a hablar con ella. Es lo correcto.

Asentí.

-Bueno, entonces me voy.-me levanté del sofá.

Me acerqué y le di un beso. Y luego otro. Y luego otro.

-Pará, Diego, en serio.-río.

-Perdona, es difícil controlarme con semejante belleza a mi lado.-sonreí pícaramente.

Francesca dio una risita nerviosa.

Después de despedirme de ella, fui a casa. No paraba de pensar en Francesca, y en lo perfecta que era.

Pero Violetta también encontró una manera de meterse en mi cabeza. De algún modo, sentía culpabilidad al abrazar y besar a Francesca, sentía como si traicionara a Violetta.

Me dolía que las cosas hayan terminado así, pero ella misma lo dijo, lo nuestro ya no se podía salvar.

Cuando regresé a casa, me encontré con un montón de maletas arrinconadas en la sala de estar. Y mi padre estaba empacando algunas bolsas de ropa.

-Eh...¿qué es todo esto?-pregunté confundido.

-Estoy preparando las cosas para la mudanza.-respondió, sin despegar la mirada del equipaje-Nos vamos en 2 días.

Mierda, había olvidado la mudanza. Justo cuando todo empezaba bien con Francesca, pasaba esto.

-C-cierto...-vacilé-Papá, ¿puedo hacerte una pregunta?

-Claro.

-Uh, bueno, estaba pensando en la opción de que, bueno, tal vez....tú te fueras a Barcelona y yo me quedara aquí.-solté.

Papá me volteó a ver, como si lo que hubiera dicho había sido un completo disparate.

-¡¿Estás loco?!-exclamó, abriendo los ojos como platos-¡Por supuesto que no! ¿Crees que dejaría a mi hijo viviendo solo por casi 4 años?

-¿Por qué no?-repliqué-Mamá dejó que yo viniera aquí a vivir solo, además tengo 18 años y ya tengo un departamento, no afecta mi vida en lo absoluto...

-Quizá tu madre deje que un niño como vos viva por su cuenta, pero yo no. Vas a ir conmigo y PUNTO.-determinó con certeza.

Tuve que aceptar, así que fui a mi habitación a empacar. Era raro. En tan sólo 36 horas dejaría lo que fue mi hogar por ya 2 años.

Buenos Aires era como mi casa, y los chicos del Studio eran como mi familia, y ahora debía dejarlo todo atrás. Por los próximos 3 años.

No tenía idea de como se lo contaría a Francesca, mucho menos a Violetta. Las destrozaría. Y no sólo porque Francesca era la chica que quería, sino porque ambas significaron mucho para mí, y dejarlas ir sería lo más doloroso que podría experimentar en mi vida entera.

Y pasaron las horas, terminé de empacar alrededor de las 12 de la medianoche, pero lo que ocurrió a continuación fueron horas de insomnio, mientras pensaba en lo que le diría a Francesca.

No le podía decir por teléfono, pero sabía que si le decía en persona la vería sufrir, y eso me mataría.

Por la mañana, fui directo al Studio. Ese día sería el último estudiando ahí, y apenas me daba cuenta de lo mucho que lo extrañaría. A los profesores, las clases, a mis amigos...

Francesca. La divisé charlando con algunas de sus amigas, sonriendo, como era usual.

-Eh, Fran, ¿podemos hablar un segundo?-le pedí, excusándome con sus amigas.

-Claro.-sonrió, y se disculpó con las chicas que hablaba.

Tenía que decirle sobre Barcelona, así que debía decírselo en algún lugar privado. No se me ocurrió otro lugar que el cuartito de limpieza que estaba al lado del sum.

-Um, Diego, ¿me puedes decir que hacemos en el cuartito de limpieza?-Francesca frunció el ceño ante el extraño aroma que había ahí adentro.

-Sí, lo que pasa es que debo decirte algo importante, y necesitaba decírtelo en un lugar "privado".-expliqué.

-Bueno, si vos decís...

Tragué saliva, tomé aire, pero aún así no estaba listo para contárselo.

-Mira, Fran, lo que quiero decirte es...

-Pará, quiero decirte algo primero.-colocó su dedo en mis labios, silenciándome-Quería decirte que vos sos muy importante para mí, y que todo este tiempo has sido un gran amigo, y estoy contenta de que estés a mi lado siempre, y que poder decirle al mundo que te amo es lo que más me pone feliz...te amo, Diego.

Sonreí, escuchar esas palabras era algo maravilloso.

Francesca se acercó a mí y me dio un tierno beso. Me daban ganas de detener el tiempo y quedarme con esa hermosa imagen, cuanto desearía que nada cambiara, y que sólo existiéramos los dos. Nadie más.

Continué besándola, pues sabía que esta podía ser la última vez que lo hiciera. Francesca me tomó por la espalda y me besaba apasionadamente, pero a la misma vez de una manera tan dulce.

Conseguí apartarla, pues debía contarle todo.

-Francesca, necesito decirte algo, muy importante...-declaré.

-Bueno, decime.-asintió.

Una nube de pensamientos me invadió, tan sólo conseguía pensar en Francesca, y en Violetta, y en el Studio, y en cuanto me aterraba el futuro.

Respiré hondo, tomé la mano de Francesca y confesé:

-Me mudaré a Barcelona.

Novela Diego - Ser quien soyWhere stories live. Discover now