Admiración

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Margot duerme profundamente, acurrucada en una silla a pasos de mí, sus brazos rodean el respaldo y su cabeza se apoya en este. Debe de ser una almohada muy incómoda, pero ella no se mueve, se ha rendido ante el sueño con facilidad.

Verla así me produjo un moderado sentimiento de nostalgia, recordé cuando aún podía dormir como un ser humano normal sin las complicaciones propias de un cuerpo enfermo. No me siento abrumado de saber que pude evitarme ese sufrimiento, solo hubiera preferido que no se alargara tanto, como finalmente sucedió.

Me concentro otra vez en el mapa ante mí, quiero inspeccionar sus detalles mientras el jefe del pueblo demora en regresar. Apenas se ha ido, así que podría tardar mucho, si es que el asunto es importante. Espero que lo solucione pronto.

Cada punto del mapa parece representar una ciudad o aldea. Aunque no distingo sus nombres porque no sé leer, me ofrecen una medida aproximada de sus posiciones y distancias con respecto a este pueblo. Eso es conveniente cuando quiero llegar a un lugar en específico, pero me haría falta una brújula para aprovecharlo. Hay una línea sinuosa que recorre el borde del pergamino y dibuja una figura cerrada, sospecho que señala los límites de este país, este pueblo se encuentra cerca del extremo oriental.

Realmente me lo quiero llevar. No estoy seguro de si el jefe del pueblo dejaría que conservara este regalo que le hizo aquel viajero, podría ser un bien valioso para él. No pierdo nada con preguntarle. Sin embargo, podría decir que sí solo por temor a que yo me ofenda ante una negativa.

¿Debo utilizar ese poder, el del miedo? Se supone que soy un ángel, no sé si aquí sucede lo mismo, pero, es corriente que los ángeles sean considerados como criaturas benevolentes y generosas. ¿Debo perseguir ese arquetipo? Ahora caigo en la cuenta de que mi título de arcángel de la guerra, se contrapone con esa visión compasiva y pacífica de los ángeles. ¿Por qué he venido en nombre de la guerra? ¿Qué trama esa diosa?

Sea lo que sea, si desobedezco no sé qué destino me espere, tal vez uno de sufrimiento; por lo pronto, mientras aprendo de este mundo y entiendo la situación que lo golpea, actuaré con prudencia y discreción.

Bueno, no puedo hacer más por comprender el mapa, su indescifrable escritura restringe mi interpretación. ¿Podré pedirle a Maurielle que me otorgue alguna habilidad especial para leer textos de este mundo? Sería un reto interesante aprenderlo, pero necesito ahorrar tiempo y esfuerzo.

Suspiro lentamente.

Margot no presenta signos de despertarse, parece un tronco. Seguro ha tenido un día muy agotador, y se está concediendo un merecido descanso. No te preocupes, señorita, yo vigilaré tu sueño...

De improviso, un guardia aparece y de unas zancadas se aproxima a la silla de Margot, la despierta bruscamente tirando de su uniforme, luego se esfuma con el mismo ritmo agitado e impaciente.

Estoy indignado, esa fue una actitud grosera y desconsiderada, aunque, gracias a él ahora tengo el privilegio de verla despertar.

Margot recupera paulatinamente la conciencia

Su semblante se eleva hacia la altura de mis ojos, y me mira con somnolencia, como si hubiese dado los primeros parpadeos de su vida y reconociese a la persona frente a ella como su madre. Un hilo de saliva cae de su boca, aún está aturdida, pero reparar en mí ha hecho que sus mejillas se enciendan.

Se incorpora con pesadez, y mira a su alrededor.

Veo que hay personas corriendo de un lado a otro, andaba tan absorto que recién me percato de ello. Parece que ha ocurrido algo serio.

Arcángel de la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora