ʚ Intercambio de cuerpos ;; BNHA ɞ

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—¿Qué mierda está pasando? — preguntó Kaminari aún confuso.

—¿Podéis entrar al aula un momento? — Mei entró en la sala y los dos le siguieron.

El humo ya se había disipado bastante y dejaba ver montones de cacharros y máquinas tiradas por el suelo. Hatsume se acercó a una máquina grande, con muchos botones y luces.

—Veréis, soy Hatsume Mei, futura inventora prodigio. Y este de aquí...— Dio unos leves golpes en el aparato. —Es mi nuevo bebé. Hace poco estuve de viaje y me encontré unas piedras bastante extrañas. Decidí investigarlas y descubrí que pueden usarse para intercambiar quirks. Pero mis experimentos no acabaron tan bien y ya habéis visto el resultado. La máquina explotó, pero os ha afectado de alguna manera.

—¿Ósea que somos tus conejillos de indias? — preguntó Kirishima.

—Aunque esa no era la intención, supongo que sí. Se podría decir así. — Mei se giró y empezó a manosear el cuerpo pelirrojo.

—¡Eh! ¡¿Qué crees que haces?!— Dio un salto hacia atrás.

— Cómo suponía, habéis intercambiado de cuerpos. — Ahora se acercó al cuerpo rubio. — Necesito que me digas tu nombre.

—Ah... Soy Kirishima Ejirou.

Mei miró al pelirrojo. —Yo soy Kaminari Denki, pero... Debería ser rubio, o eso creo. ¿¡Y si me he vuelto daltónico?!— Agarró a Kirishima del cuello. —¡No quiero ser daltónico, Kiri!

—Tranquilo, Kemineri. No eres daltónico. Kiriyima y tú os habéis cambiado los cuerpos. Ahora Kiriyima está en tu cuerpo y tú estás en el de Kiriyima. Mi máquina no acabó haciendo lo que yo quería, en vez de intercambiar vuestros quirks cambió vuestros cuerpos.

—Esos ni siquiera son nuestros nombres— suspiró Kirishima. —¿Y bien? ¿Puedes arreglar esto?

—No.— dijo con una sonrisa.

Y se hizo silencio en la sala.

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—¿Por cuánto tiempo tendremos que quedarnos así? —Kaminari abrió otro paquete de galletas mientras se sentaba al lado de la cama donde estaba tumbado Kirishima.

—Hatsume dijo que las piedras se le habían agotado. Ha pedido a un amigo que viaje a donde las encontraron y así volver a encender la máquina. ¡Esto no podría ir peor! — Kirishima golpeó la pared, pero se arrepintió en el momento que sintió un dolor inmenso en su mano. —Agh, aún no me acostumbro a no tener mi quirk. Tu cuerpo es muy débil y no es tan masculino como el mío.

—¡Oye, que estoy aquí delante! El tuyo tampoco es mucho mejor. Tu quirk se activa sin que yo lo controle. Además, he perdido mi preciosa cara de ángel. ¡Cómo demonios voy a ligar sin mis hermosos ojos! — Kirishima le miró como si acabara de decir la estupidez más grande del universo. —¿Qué?