IV

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Sorprendentemente, pudo dormir bien durante toda la noche. Se levantó a las cinco de la madrugada, como habitualmente. Se preparó un té y unas tostadas, se puso su sudadera favorita y aguardó pacientemente a la llegada de Doyoung, decidido a afrontar lo que fuera que le esperase.

Doyoung llamó al timbre y montaron en su coche, rumbo a la frutería. Durante el trayecto, Doyoung le preguntó cómo estaba, si había dormido bien, qué le habían dicho... Mark contestó a todo. Después le agradeció, llorando, haberle salvado la vida. Doyoung lo calmó con una palmadita en la espalda respondió que para eso estaban los amigos. Continuaron el viaje en silencio.

Una vez en la frutería, se adentraron en el almacén y repusieron la mercancía. Terminaron antes de que el nuevo empleado llegara, por lo que éste no los vio cargando las cajas que estaban apartadas en el almacén en el coche de Doyoung. Cuando llegó les dio las gracias por la ayuda y se despidieron cordialmente.

—¿Adónde vamos? —preguntó Mark.

—A abastecer de pastillitas a nuestros compañeros.

—¿De esas que toman los que quieren ser idols?

Efectiviwonder, colega.

¿Tengo que dedicarme a destrozar la vida de personas desesperadas? ¿Es Doyoung esa clase de persona? ¿Por qué dice "efectiviwonder"?

—Doyoung... ¿estás satisfecho con tu trabajo?

—¿La verdad? Nadie lo está.

También es verdad. Y no le dio más vueltas.

Recorrieron todo N-City, repartiendo la droga. Doyoung le hizo memorizar todos los lugares donde se encontraban con los vendedores. Poco a poco, sin prisa, tampoco te agobies, que esto lo hago casi todos los días.

Cuando terminaron el itinerario, almorzaron en el restaurante de Max. Charlando, a Mark le vino una duda a la cabeza:

—¿Cómo es posible que viviendo en N-City no tuviera concocimiento del clan de las cerezas?

—Digamos que el jefe conoce muy bien a varios policías y periodistas.

—Ya veo. Por cierto, ¿cómo está tu compañero herido? ¿...Jisung?

—Está recuperándose, no te preocupes por él. Jeno siempre hace un gran trabajo.

¿Cómo no me voy a preocupar por él si estaba desangrándose en mis manos? My god... El último sorbo del colacao que se había pedido le supo amargo.

—Venga, al coche, que tenemos que trabajar.

Se dirigieron al famoso club del polígono. Aparentemente, era un club normal y corriente, mas lo que sucedía dentro era horrible, inhumano, mucho peor de lo que Mark hubiera imaginado nunca.

N-City. La Ciudad Y El Infierno.Where stories live. Discover now