- No, Seokie, no es eso lo que te quiero decir -ella suspiró, ambas manos a cada lado de sus brazos, para luego soltarlo- A ver, como te digo esto... Sabes que Mumi tiene problemas, ¿Verdad? -él asintió. No era tonto y ella siempre confiaba en él para decirle las cosas. De eso estaba seguro-. Problemas como lo tiene la señora Woo o tu papá Yoo-han, esos problemas que ocasionan que no puedas comprar tus cereales favoritos, calcetines nuevos ni zapatos bonitos... Bueno, tengo que hacer algo que no te va a gustar, ni a mí, por estos mismos problemas, pero quiero que recuerdes algo. Una sola cosa. Lo que te voy a pedir lo tienes que prometer, por el meñique.

Ella alzó el meñique. Él no entendía, pero de todas formas asintió y ahueco entre sus manos pequeñas las mejillas de ella.

- Está bien. Yo lo prometo. Pero no te pongas triste.

- Te voy a pedir una sola cosa, Hoseok -dijo ella, tomando sus manos entre las suyas-. Es algo serio y es algo que tienes que recordar hasta que seas un adulto. Prómeteme que nunca dejarás que nadie jamás, jamás, en toda tu vida, te toque sino quieres. ¿Entiendes?

Ella alzó el meñique. Él negó.

- No.

- Mira, las personas son como las serpientes, ¿Viste lo bonita que era la serpiente de la otra vez cuando fuimos a la exhibición de mascotas exóticas? Sus colores, verde, Naranjo, amarillo... Dijiste que te gustaban.

- Me gustó porque tú la tocaste. Era bonita.

- Sí. Bueno, las personas se ven tan bonitas como una serpiente, pero cuando te acercas demasiado, pueden morderte - el niño la miró horrorizado. Recordaba la serpiente y no creía que fuera a morder-. Cuando te tocan, van asfixiandote, te aprietan hasta que ya no puedes respirar. Esa serpiente no me lastimó porque le habían quitado el veneno en los colmillos, ya no podía lastimar. Pero las personas sí. No dejes que nadie te toque, aunque se vea confiable, nunca lo hagas porque te van a lastimar, Hoseok -llenándose de un sentimiento conocido, el niño trató de tragar saliva, aunque sentía su boca seca-. Los desconocidos e incluso las personas que conoces, sí les dejas que te toquen van a lastimarte. No importa que traten de ayudarte o que sean buenos contigo, sí alguien te toca, aléjate. Diles que respeten tu espacio y tu respetaras el de ellos. Dime que lo harás, Seokie. Dime que no dejaras que te toquen, jamás.

Ella lo miraba casi con desesperación. La misma desesperación con la que lo miró cuando peleó con la pareja de su abuela, la señora Woo.

- ¿Van a lastimarme como el señor Heron te lastimó a ti?

Ella lo miró pálida e imperceptiblemente asintió.

- Sí, Seokie, por eso nos fuimos de la casa de la abuela Woo. Él se ve confiable, pero no lo es. Van a lastimarte como a mí si dejas que alguien te toque cuando tú no quieres. Si te descuidas y no eres fuerte.

El niño apretó sus manos con ansiedad, agachando la cabeza.

- No soy fuerte para hacer eso.

- Oh, Seokie, sí lo eres. Eres fuertísimo, como Hulk o esos héroes que te gustan. Tú me protegiste de Heron cuando trataba de lastimarme, dime, ¿Qué hiciste?

- Lo mordí.

- Y él se alejó, dejo de lastimarme. Cuando algún desconocido se acerque y te toque, recuerda lo que siempre te digo cuando pasa. Dices...

- No me toque, por favor -repitió el niño, tal como le había dicho ella-, respete mi espacio. Puedo yo solo.

- Muy bien -ella apenas sonrió, acariciando su cabello-. Te digo esto, Seokie, porque ya no voy a estar para protegerte -ante eso el niño alzó la mirada con terror-. Bueno, tú siempre te has protegido solo, pero yo ya no te vigilaré.

Tócame. HOPEV.Where stories live. Discover now