MIA
Kian salió corriendo a mi encuentro, en cuanto sentí sus brazos en mi cuello, y su aroma a bebe en mis fosas nasales, me sentí menos mal.
Él hacía mis días mejor.
Deje varios besos por todo su rostro lo que le causó gracia. Quiso que lo bajara así que eso fue lo que hice.
—Entonces es momento de irnos.
—¿No va a ir Kian a casa, papi? —preguntó la pequeña rubia Soffia, comenzó a hacer ojitos de piedad y mi amigo se derritió ante eso.
—No mi amor, hoy se ira a casa con su mama—el le contestó.
—No, ile a casa de abu—fue lo que dijo Kian, corrigiendo a Erick.
—¡Que padre! Entonces me saludas a tu abuelo, ¿verdad Soff?—la pequeña rubia se cruzo de brazos e hizo una mueca de dolor, ella quería que mi hijo se fuera a si casa.
—Será mejor que nos vayamos, su tu hija llora, Kian lo hara—dije besando la mejilla de mi amigo. Cargué a mi hijo y lo acerque a Soffia para que dejara un beso en su mejilla.
—Adiós—se despidió mi hijo.
—Adiós, hijo—me dio un beso Erick en mi frente—Conduce con cuidado—Entonces se dio la vuelta dirigiendose a su coche.
—Ven hijo, vayamos a la casa de tu abu—dije subiendolo al asiento de copiloto. Le puse el cinturón y mientras el se distraía jugando con su muñequito de Capitán América me subí a mi asiento y comencé a manejar por las frías calles de New York.
Mientras me detenía en un semaforo, escuché como Kian hacia ruiditos con su boca simulando que su personaje volará.
Cuando llegue a la nueva casa de mi papá, Kian corrió para ir a abrazarlo.
—¡Abu!
Cerré la puerta de la entrada y deje mi bolso sobre un sofá.
La nueva casa de mi papá, a diferencia de la de San Diego era muchísimo más chica, aún así, tenía bastante espacio, patio, una pequeña piscina y todo lo que una persona como el necesita.
Mary y Caesar ya no trabajan para nosotros, ellos no podían abandonar su hogar como nosotros, por lo que tuvimos que despedirnos de ellos, sin embargo aveces intercambiamos llamadas.
Y ahora como la casa es más pequeña, no se necesita de tanto personal. Para mi papa solo tiene a alguien quien lo ayuda preparandole la comida y limpiando.
—Hola hijo mio—saludo emocionado mi papa a su nieto—Cada día estas más grande, y yo más viejito.
Papa se veía casi igual a como hace diez años atrás, siempre fue muy atractivo y a pesar de los años no dejaba de serlo.
Incluso seguía teniendo pretendientes, pero para mi papá, mi mamá siempre será la mujer de su vida.
—No digas eso papá, sigues estando joven.
—Hola cielo—dejo un beso en mi mejilla—Kian, tengo unas nuevas películas ¿quieres verlas?
—¡Si!
Papa le puso la película de Buscando a Dory, mi hijo le encantaban las películas de Disney, culpa mía, se había visto todas, incluso la de las princesas pero eso fue más por Soffia que por mi. Sin embargo, esa película era la única que le faltaba por ver.
Mientras mi hijo se distraía con la televisión, saque un cuaderno de su mochila en donde anotaba las tareas que su maestra le había dejado, esta vez no había ninguna.
