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¿Quién es?

–¿Mónica? Soy Carlos. Tenemos un problema y necesitamos tu ayuda.

Arlette se llevó una mano a la cara y se empezó a frotar la frente, previendo lo mal que iba a acabar esa conversación.

En la otra línea se hizo un silencio sepulcral. Todos los presentes en la casa de Arlette y Carlos contuvieron la respiración como si les acabasen de sacar el alma.

–¿Quién es Mónica?– preguntó Alex en bajito.

–Es la ex de Blas.– susurró Marta, mirando fijamente cómo Carlos sostenía el teléfono super convencido.

–¿Y por qué está el novio de Blas llamando a la ex novia de Blas?– preguntó Paula.

Nadie supo qué responder. Carlos seguía esperando una respuesta por parte de la chica al otro lado del teléfono, pero no hablaba y se estaba empezando a poner nervioso.

–¿Estás ahí?– preguntó Carlos, separándose el teléfono de la oreja. Puso el altavoz.

Sí, sí, estoy. Es que no entiendo... Nada.

–Que tenemos un problema super grande y necesitamos tu ayuda.

Eso ya lo has dicho. Pero no entiendo por qué me estás llamando a mí para solucionar tus problemas y no veo en qué te puedo servir de ayuda.

–No es un problema mío, es sobre Blas.– aclaró Carlos.

–Esto va acabar muy mal.– murmuró Arlette.

–¿Yo llegué a conocer a esta tía?– preguntó Celia.

Vale, Carlos, vamos a ver. Lo primero: ¿por qué se escuchan tantas voces de fondo?

–Porque hay mucha gente hablando que no sabe respetar una llamada telefónica.– gruñó Carlos, mirando mal a todas a su alrededor– ¡Ya sé! Para que no te pierdas, te voy a colgar y te voy a hacer una videollamada de WhatsApp, ¿vale?

¿Qué...

Y colgó.

E hizo una videollamada de WhatsApp.

Y nadie sabe exactamente por qué, Mónica la respondió.

Lo primero que hizo Carlos al ver la imagen de la chica en el móvil fue abrir mucho los ojos y exclamar:

–¡Estás diferente!

Mónica torció una mueca cansada, soltando un suspiro mientras iba cerrando los ojos poco a poco.

Vaya, lo has notado. Qué observador.

En realidad no era excesivamente observador, era evidente el cambio. De la larga melena negra que tenía, que le llegaba casi a la cintura, se había cortado el pelo mucho. A lo Miley Cyrus en su época de Wrecking Ball.

Carlos alejó el móvil de su cara y se agachó para apoyarlo verticalmente en la mesa. Obligó a las Marujas a que le hicieran sitio en el sofá para ponerse él en el centro y que Mónica siguiera viéndole, y todos los demás buscaron un hueco para estar dentro del plano. La chica miró a cada uno de los miembros de la videollamada.

¿Qué hacen las niñas del coro en tu casa, Carlos?– preguntó Mónica, frunciendo el ceño.– Mejor dicho, retomamos el tema principal, ¿para qué me has llamado?

–Verás, es una historia muuuy larga...– dijo Carlos meneando la cabeza.– No sé por dónde empezar...

Por el principio estaría bien.– dijo la morena, cruzándose de brazos.

Que Dios nos pille confesadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora