043

1K 82 71
                                    

Los alumnos del coro al completo miraron ceñudos desde su respectiva posición a Blas, sentado en el banco del piano con el móvil entre la manos, sin parar de teclear, mientras se le escapaba alguna que otra sonrisa.

-Este chico está muy raro. -dijo Javi, meneando la cabeza.

-Es muy raro. - corrigió Paula.

-Ya, pero me refiero, está más raro que de costumbre. - rectificó Javi, arrugando la nariz.- Nos ha ignorado completamente.

-Ni siquiera nos ha acusado de la broma de Halloween.- bufó Angy.

-Quizá es que se quedó demasiado traumatizado y está afectando a su cerebro.- comentó Alex.

-Tías, ¿y si le hemos jodido el cerebro?- preguntó Lucía, con tono de preocupación.

Los niños se miraron entre ellos con muecas asustadas, temiéndose lo peor. Porque oye, ¿y si su bromita había llegado a límites?

-¿Y si ahora tiene que ir al psicólogo por nuestra culpa?- preguntó Adrián.

-A lo mejor se ha vuelto loco y cree que los espíritus eran reales.- aportó Javi.

-Oh Dios mío, le hemos atrofiado el cerebro.- dijo Angy.- Somos unos monstruos.

-Esperad un momento...- dijo Marta, alzando una mano en el aire para captar la atención de sus compañeros.- ¿Nos estamos preocupando por Blas?

Cayeron en la cuenta de las palabras de Marta todos a la vez, y se dijeron a sí mismos que tenía razón, que era Blas, que no importaba nada. Pero más de uno se seguía sintiendo interiormente mal por las posibles consecuencias de su broma.

-Está sonriendo a un maldito teléfono móvil.- continuó Marta.- Lo más seguro es que se haya echado novia, cosa que es difícil debido a su fea cara, pero no os volváis paranóicos.

-Está saliendo con tu hermana, ya lo sabemos.- dijo Javi, alzando una ceja.

-¡Que eso no es verdad!- refunfuño Marta.

-Pues como no sea con tu hermana, a lo mejor es con la francesa esta.- dijo Paula.- La que juega al baloncesto.

-Pero dijo que esa era su mejor amiga.- añadió Lucía.- Además, creo que ella tenía novio.

-A lo mejor le está poniendo los cuernos y por eso Blas se siente culpable y nos ignora.- dijo Alex, abriendo mucho los ojos.

Para no liarse más la cabeza, todos se quedaron con esa teoría, pero siguieron murmurando entre ellos posibles hazañas en la vida de Blas que le llevaran a asistir como cada domingo a la clase del coro pero no dirigirles la palabra.

Blas alzó la mirada del teléfono justo después de bloquearlo y vio a los niños en corro hablando, seguramente de él. Soltó un suspiro y tocó con fuerza la nota más grave del piano. Los niños se asustaron por el sonido repentino y se giraron a mirar a su profesor, un tanto asustados.

-¿Qué os pasa?- preguntó Blas, ladeando la cabeza.

-Qué te pasa a ti, mejor dicho.- dijo Paula todo lo digna que pudo, cruzando los brazos sobre el pecho.

Blas cogió una gran bocanada de aire y se giró sobre su banqueta para comenzar a tocar algunas notas en el piano. Se encogió de hombros y con una mano hizo una seña para que los alumnos se acercasen.

-No sé.-dijo él.- No me apetece dar clase hoy. Pensé que os alegraríais.

El comentario fue tan chocante para todos los niños que se quedaron con la boca medio abierta sin saber bien qué decir.

Que Dios nos pille confesadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora