Confía en mí.

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Jardinero no le quita la vista de encima, aguardando expectante la culminación de su victoria. Por eso no se percata del súbito movimiento de una pequeña sombra negra, ni de que Serpent reúne todas sus fuerzas para levantarse una última vez, y enroscar su látigo a una de las columnas que sostienen la escalera bajo la cual continúa alzándose el entramado de ramas que protege a la rosa oscura. Un fuerte tirón, un pequeño resoplido de Plagg y la estructura cede, aplastando las ramas y quebrando el tallo de la flor. El akuma vuela, liberado.

Ladybug lo mira como si no pudiera creerse lo que está pasando, mientras Cedric vuelve en sí, aturdido.

--Ya no harás más daño, pequeño akuma --recita ella, las lágrimas aún recorriendo sus mejillas.

Alya y Serpent se acercan para abrazarla. La joya del látigo y los pendientes avisan de que la transformación está llegando a su fin. La morena le tiende el machete para que la heroína pueda lanzarlo al aire:

--¡Prodigiosa Ladybug!

Todo vuelve a la normalidad, pero la tristeza de la chica no se borra.

--Alya, ¿puedes ayudar a Cedric? Debemos irnos.
--Claro, Ladybug. Ummm, Serpent, ¿puedes decir unas palabras para mi blog? --ruega, agitando su móvil para grabar.
--Claro. Alya, quiero decir que eres una de las chicas más valientes que he conocido. Y que ha sido increíble luchar junto a vosotras --se despide con una breve reverencia antes de marcharse, seguido por Ladybug.

Ya fuera de la estancia, Adrien se destransforma y devuelve el prodigio.

--Gracias, Adrien. Y... lo siento. Siento mucho haberte puesto en peligro, haberte fallado... --solloza, bajos los ojos.
--Yo... lo decía en serio. Ha sido increíble luchar a tu lado. Tú eres increíble. Hemos sufrido, sí, pero hemos vencido. No llores, por favor --le pide, sujetando su barbilla para mirarla a los ojos--. Yo... yo... te... --traga saliva, reuniendo fuerzas para lo que va a decir. Pero los pendientes vuelven a sonar.
--¡Debo irme!
--Pero...
--No hay tiempo --afirma ella, corriendo hacia la puerta. El traje rojo se desvanece apenas cruza el umbral. Cubre su cara con las manos y sigue llorando.
--Marinette, ¿estás bien?
--No, Tikki, no estoy bien. ¡He estado a punto de estropearlo todo!
--¿Tú crees? Quizás no había una manera mejor de solucionar todo esto.
--No lo sé. ¡Alya y Adrien han estado en grave peligro! Soy un desastre.
--Pero lo habéis logrado al final. No pierdas eso de vista.
--¿Y dónde se habrá metido Chat noir? ¿Estará bien?
--A eso... me temo que no puedo responderte --la kwami agacha tristemente la cabeza.
--Pero yo sí.
--¡Plagg! ¿Qué haces aquí?
--Mi portador me ha enviado por si necesitábais un poco de mi toque destructivo maestro. No pensarías que ese chico serpiente había logrado causar semejante desastre solo, ¿no?
--Muchas gracias por tu ayuda, Plagg. Entonces... ¿él está bien?
--Sí, está bien. Digamos que su único problema es que no sabe decir que no --dice, misterioso--. Me ha pedido que te ruegue que te reúnas con él en el tejado. Quiere disculparse personalmente por no haber podido llegar a tiempo.
--Iré a devolver el prodigio al maestro Fu, y me reuniré con él en cuanto Tikki recupere fuerzas --promete ella.
--Por cierto, tu amigo rubio, el portador de Sass, te está buscando por todos lados. A Marinette, quiero decir.
--Creo que ahora mismo no tengo fuerzas para hablar con él, o terminaré diciendo cosas que no debo --se excusa con tristeza--. Vamos, Tikki, devolvamos el prodigio.

***

--¡Plagg! ¿Dónde te habías metido? No encuentro a Marinette por ninguna parte, y tampoco contesta al teléfono. ¿Habrá logrado llegar a su casa? ¿Crees que se asustará si Chat noir va a hacerle una visita a su balcón? --pregunta, mordiéndose el labio.
--No creo que sea una buena idea. Más bien deberías transformarte en Chat noir y esperar a Ladybug en el tejado. Quiere hablar contigo.
--¿La has visto? ¿Has hablado con ella? --se sorprende Adrien.
--Sí. Dado que últimamente la abandonas en algunas batallas y tengo que ser yo el que la ayude, nos hemos hecho bastante amigos.
--¡Plagg! Yo no la he abandonado, ¡no digas eso! Ya me siento lo suficientemente mal sin tu ayuda.

El pequeño kwami negro cruza los brazos sobre el pecho y se gira, dándole la espalda, ofendido.

--Ah, ¿no te gusta lo que yo te digo? A lo mejor preferirías quedarte con Sass y renunciar a mi compañía...
--Pero, ¿qué dices? No puedo creer que estés celoso --Adrien sonríe, sorprendido--. Sabes que no te cambiaría por nada, amigo --asegura, rascando su barbilla hasta que ronronea y se acerca a su pecho para abrazarlo, un poco azorado.
--Además, ¿quién iba a conformarse con todo eso del poder mental pudiendo generar un precioso y destructivo cataclismo? --afirma el kwami mostrando sus dientes al sonreír.
--Pues también tienes razón. Aunque tengo que reconocer que el látigo me gustaba... --le saca la lengua, burlón.
--Lo que te gustó fue su mirada al verte con el traje de escamas. ¡Me pregunto qué tendrá de malo el cuero negro! No hay quien entienda a las chicas humanas.
--¡Plagg! --farfulla él, enrojeciendo.
--¿Y ya has pensado en cómo explicarle tu tardanza?
--No... ¿Qué podría decirle? ¿Crees que me perdonará? --pregunta, abatido.
--Si escoges bien las palabras... No parecía muy contenta, me temo.
--Vamos. No sé cómo voy a enfrentarme a esto, pero será mejor no hacerla esperar de nuevo. Garras fuera.

Al llegar al tejado comprueba que ella ya está allí. La silueta de su espalda se recorta contra la luz de las farolas. Él avanza despacio, sin saber lo que esperar; ¿estará furiosa con él? Cuando llega a su lado, ella no levanta la cabeza, así que opta por sentarse a su lado. Aun así, no reacciona.

--¿Milady? --pregunta con suavidad, precavido, dispuesto a encajar su enfado. Para lo que no está preparado es para sus lágrimas cuando levanta, por fin, sus ojos hacia él.
--Chat... --solloza.

Las bromas que había barajado para disminuir la tensión mueren en su garganta. En lugar de eso se acerca para cubrir de pequeños besos su cara mojada, estremeciéndose al probar el sabor salado de su llanto. Luego la estrecha contra sí y acaricia su cabeza con dulzura, enredando los dedos en su cabello revuelto.

--Lo siento, lo siento, lo siento --repite en voz baja.

Por fin siente como ella crispa los puños, y se revuelve para golpear, sin fuerza, su pecho.

--¿Dónde estabas, Chat, maldita sea? He estado a punto de estropearlo todo; ¿dónde estabas tú?
--Yo... lo siento.
--Estaba preocupada por ti. ¡Mayura ha vuelto a aparecer para ayudar al villano! Y casi perdemos, Chat; casi le entrego mi prodigio. ¡Estaba dispuesta a hacerlo!
--Pero no lo has hecho. Y me han contado que no has luchado sola, sino con ¿una serpiente? ¿En serio? Prefería cuando me cambiabas por la tortuga --bromea, aunque ella no parece encontrarle la gracia--. Ahora en serio --rectifica--, creo que tu compañero no lo ha hecho nada mal, ¿eh?
--Ha luchado bien. Muy bien. Gracias a él, y a Plagg, no ha acabado todo en un desastre. Pero...
--¿Pero? --la anima él.
--No lo entenderías --suspira--. O quizás sí; y por eso mismo no te lo puedo contar.
--Prueba. Confía en mí, por favor.
--No, Chat...
--Por favor.
--No quiero hacerte daño.
--Nada puede herirme más que verte llorar y no poder consolarte.
--¿No lo entiendes, Chat? --estalla-- ¡Le he dado un prodigio al chico del que estoy enamorada! --él retrocede, abriendo mucho los ojos--. Y he sufrido cada maldito golpe que encajaba; cuando lo vi en el suelo, herido, me sentí morir. Tú dices que me amas, Chat; ¿cómo demonios soportas esto en cada pelea, en cada ocasión? --sus hombros suben y bajan al ritmo de sus sollozos--. Y ahora, para mejorarlo, supongo que acabo de romper tu corazón --concluye, abatida.
--Yo... --Chat no sabe qué decir, abrumado por sus palabras; ¿el chico del que está enamorada es... él mismo?--. ¡No, no...! No me hieres. Más bien me siento... honrado de que hayas confiado en mí. Y... dime, tú ¿conoces a ese chico en tu vida normal? --indaga, sin atreverse aún a soñar que esa conversación pueda llevarle a averiguar quién es ella, por fin.

Continuará...

PersuasiónWhere stories live. Discover now