Capítulo 19

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Miriam nunca enteró de lo que había pasado una vez que ella salió del sótano. Faltaba un minuto, en el reloj de Fabián, para que tocara el timbre. Los cuatro chicos seguían sentados sobre la tapa de madera del piso, sin querer levantarse nunca más de ahí. ¡Si hubieran podido parar el reloj...! Si hubieran podido parar todos los relojes del mundo, para quedarse como estaban, apretándose las manos, callados, acurrucados unos contra otros...

-Medio minuto- dijo Fabián. Y se apretaron las manos más fuerte.

-Escuchen- dijo Federico en voz muy, muy bajita-, pase lo que pase, juremos que ninguno de nosotros va a contar nunca ni lo que hicimos ni lo que dijimos acá. ¿Lo juramos?
Todos extendieron su mano sobre la de Federico:

-Lo juramos- dijeron.

-Y que si nos echan de la escuela, vamos a seguir viéndonos siempre- agregó Graciela.

-¡Lo juramos!

-Y que le van a pedir permiso a mi mamá para que me deje ir con ustedes- dijo Paula.

-¡Lo juramos!

-Y que nos vamos a vengar de la gorda idiota- dijo Fede.

-¡¡¡Lo juramos!!!

-Y que van a reventar a trompadas al que me diga gusano miope- dijo Fabián.

-¡Lo juramos!

-¡Y que me van a prestar hojas en dibujo!- dijo Fede.

-¡Lo juramos!

-¡Y que vamos a seguir siendo amigos por siempre!- gritó Fabián.

-¡¡¡Lo juramos!!!

-¡Y que me olvidaba el mp3!- volvió a decir.
Y recibió coscorrones y patadas de todos.
Fabián corrió a desconectar su mp3. Federico pegó una rápida revisada para ver que no quedara nada olvidado que los pudiera delatar. El timbre los hizo saltar.

  No tuvieron tiempo ni para echarle al sótano una mirada de despedida. Tenían que salir cuando los grados pasaran por el pasillo y mezclarse entre los chicos y, en general, la salida era rápida. Federico esperó que las chicas subieran la escalera y apagó la luz. Después el también corrió escaleras arriba. No se veía nada, pero ahora, el sótano ya era como su casa y podía esquivar los bultos que encontraba en su camino.

  Cuando llegaron arriba, escucharon pasos y los gritos de los chicos que pasaban por el pasillo.

-Abrí- le dijo Fede a Paula.
Paula tiró del picaporte. No pudo abrir.

-Dejame a mi- le dijo Fede.
Pero tampoco pudo hacer nada.

-Está cerrado con llave- dijo.

-Pero si yo dejé abierto...- se acordó Fabián

-No importa, por ahí cerró Ramón desde afuera. Rápido, dame la llave.
Fabián buscó en su bolsillo.

-No la tengo- dijo-. La había guardado acá.

-Busca bien- le dijo Fede-, por ahí la metiste en otro lado.

  Fabián revolvió sus bolsillos con desesperación. Buscó hasta en las medias. La llave no estaba. Paula empezó a lloriquear.

-Se me debe haber caido- dijo Fabián-. Pará que bajo a buscarla.

-No hay tiempo- le dijo Fede- tardarías años en encontrarla ahí abajo.

-Bueno, pero no hay otra solución...- se metió Graciela-. O encontramos la llave o nos quedamos acá para siempre.

Paula se largó a llorar con todo.
-¡Pará, nena!- rezongó Federico.

Caídos del mapaWhere stories live. Discover now