Capítulo 7

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En cuanto salió del aula, Miriam fue, primero, al baño. ¡A ver si le agarraban ganas cuando estaba en el sótano...! Ahí, seguramente, no había baño.
Después salió canturreando con disimulo como para volver al aula, pero cuando pasó por la puerta del sótano, giró y entró.

Cerró con cuidado para que los chicos no pudieran escucharla y se quedó parada contra la puerta, conteniendo la respiració. No podía ver ni sus propios pies. Dio un paso cortito, con las manos extendidas hacia adelante para tantear cualquier obstáculo y se volvió a parar.

Podía sentir los golpes de su corazón y escuchar el resoplido de su respiración de nariz tapada, como siempre. Esforzó el oído para escuchar las voces de los chicos, pero no oyó nada. Tanteó con el pie en busca de la escalera. Avanzó otro poco apoyándose en la pared. La mano se le enredó en una telaraña. Miriam empezó a sacudirse para sacársela. La tela se le pegó en la cara.

Tuvo ganas de vomitar. Se detuvo y respiró lentamente tratando de pensar en algo lindo para que se le pasara el asco y el miedo. Se imaginó la cara de los chicos cuando la vieran, las felicitaciones de la maestra, de la Directora, de su mamá...

Más tranquila siguió avanzando, esta vez sin tocar las paredes, solo tanteando con el pie. Encontró el pozo y se asustó cuando su pie piso el vacío. Cruzó con cuidado el tablón y llego al primer escalón de la escalera. Abajo se veía un reflejo, sombras... Escucho una voz. No entendía bien lo que decía, pero seguro que era la voz de Graciela.

Se detuvo para escuchar mejor. Desde su escondite no podía ver nada, pero si ponía atención, seguro iba a oír lo que decían.
La voz de Graciela otra vez:
-Mirá si abrimos el cajón y encontramos un tesoro- Graciela estaba asomada sobre los otro tres que intentaban desenredar el cable, pero Miriam no podía verla.

-Si, claro, y vamos a ver a la Dire y le decimos: mire Dire nosotros nos rateamos de la hora de Geografía, pero encontramos un tesoro, ¿no quiere un poquito?- se río Paula.
-No, nena, no le decimos a nadie.
¡Con que habían encontrado un tesoro y se lo pensaban guardar...! ¡Ja! ¡Ahora van a tener que compartirlo con migo!, pensó Miriam.

-¡Dale! En el cajón hay un tesoro, y vos sos la princesa embrujada- le dijo Federico a Graciela.
!Federico le había dicho princesa! Graciela no lo podía creer, y Miriam se mordió un dedo en la oscuridad para no gruñir. ¿Princesa esa tarada? A Federico la humedad le había afectado el cerebro.

-Y cuando abrimos el cajón... te convertís en sapo- siguió Federico como si la hubiera escuchado.
-Y vos en microbio- le contesto Graciela furiosa.
-Y vos en cucaracha.
-Y vos en mosquito.
-¡Sííí...! ¡Soy el mosquito picador! ¡Pss! ¡Pss!- y zumbando, Federico empezó a perseguir a Graciela para picarla o pellizcarla que era lo que era lo mismo.

Paula y Fabián se miraron. Ese juego no era para ellos. Fabián se encogió de hombros, Paula le sonrió. Esta vez el que se puso colorado fue Fabián y empezó a desenredar el cable a toda velocidad. Paula lo quería ayudar. Lo que desenredaba uno lo enredaba el otro.

¡Ufa! ¡Que idiotas!, pensaba Miriam. ¿No tienen nada mejor que correr y reírse? Eso para ella no era muy interesante. ¡Bah!... si pudiera ver lo que le estaba haciendo Federico a Graciela, a lo mejor si. Pero no veía nada. Mejor bajar un poco más.

Bajó dos escalones y se sentó. Tampoco desde ahí podía ver, pero no se ánimo más por miedo a que la descubrieran.
Federico y Graciela se cansaron de correr y volvieron con los chicos.
Fabián había sacado el cable y abierto el cajón a pesar de la "colaboración" de Paula.
-¡Puaj! Todos papeles- dijo Graciela tapándose la nariz.

-¡Ay! ¡Nena...! ¡Ni que hubieras encontrado papel higiénico!- le contestó Fede.
-¡Qué asqueroso!
-¿Por qué? ¿Vos te limpias con el dedo acaso?- insistió Federico.
-¡Cortala!- gritaron las chicas al mismo tiempo.
-¡Mira...las finolis!- se burló Federico imitando las y fue a ayudar a Fabián con el parlante.

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