Miele.

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Central era de lo peor.

Eso lo sabían a la perfección y sin embargo jamás pensaron que caerían tan bajó al obligarlos a enfrentarse a la mismísima Élite diez. No es que no les creyeran capaces de jugar sucio, simplemente no pensaron que lo harían tan pronto, después de todo se confiaron por tener a Erina de su lado.

En ese mismo instante debía enfrentar a Kobayashi Rindō junto a Megumi, si bien el italiano se encontraba preocupado por el su próximo enfrentamiento su cabeza divagaba de una forma muy poco conveniente en torno a su hermano menor.

Isami

¿Consideraba a su hermano débil? Si alguien llegara a preguntarle eso respondería con un rotundo no y un montón de enojo contenido, después de todo Isami era su mayor orgullo. Él conocía todas las facetas de su hermano menor, después de todo solo él lo había visto derrumbarse cientos de veces ante la frustración de no poder derrotarlo... y aun así no se rendía.

Isami no era débil, pero no sabia a quien se enfrentaría y eso lo estaba matando de preocupación lentamente, rogó porque encontrara una solución ante esa situación con una expresión de malestar en su rostro.

A su lado Megumi lo miraba con preocupación, ella también estaba estresada e inquietada por sus amigos de primer año pero... al contrario del rubio nadie de su familia corría riesgos ante central...

Antes de entrar a la cocina en la que se enfrentarían al segundo asiento la chica tomó la mano del rubio llamando su atención, cuando él la miro vio reflejados en sus dorados orbes una determinación voraz.

Sin dudas pasarían esa prueba... ¡Sin importar que!

~🍴~

A fin de cuentas su preocupación personal había sido en vano, Rindō no se enfrentó a ellos realmente y habían conseguido conservar su estancia en la academia por el momento... A diferencia de sus amigos.

Las únicas otras dos personas que lograron pasar sus debidas pruebas fueron Nakiri Erina y Yukihira Soma. Oficialmente solo quedaban 4 rebeldes de primer año a los cuales central tenía como objetivo aplastar.

Y qué mejor que aplastarlos en un Régimen de cocina, el tipo de Shokugeki más raro y entretenido de ver. Pues al enfrentarse por grupos convertía la competencia en algo más exótico de lo que ya era. Aunque gracias a la intervención del padre de Sōma ahora contaban con una oportunidad de enfrentarlos y recuperar a sus amigos. Pero primero debían entrenarse correctamente.

Y al momento de su primer entrenamiento lo que más sorprendió, tanto a los lideres de los equipos como al mismísimo director, fue la excepcional coordinación que mantenían Takumi y Megumi al cocinar, no tuvieron la necesidad de dirigirse la palabra para coordinar a la perfección con el chef Dōjima. A diferencia de sus compañeros, que tuvieron más dificultades en ese aspecto.

~🍴~

Takumi caminaba por los vagones del tren, no tenía prisa puesto que ya era bastante tarde. Su objetivo era llegar a las cocinas por algo de té, esa noche le estaba costando mucho conciliar el sueño.

Se sorprendió bastante cuando, en lugar de encontrar una cocina vacía, pudo observar a la chica que lo volvía loco cabeceando sobre una tabla, con un cuchillo en su pequeña mano y una olla hirviendo a su lado.

Por obviedad se alarmó bastante, se acercó a ella a paso rápido y con cuidado pasó una mano por sus hombros, con la intención de informar su presencia, a la vez que con la otra le quitaba el cuchillo.

- ¿Takumi-kun? ¿Qué haces aquí? Es muy tarde...- su voz somnolienta y su ojos entrecerrados le daban un aire muy tierno, por eso mismo la retiró del mesón en el que trabajaba y la guió a una silla cercana a la vez que respondía sus preguntas.

- Eso debería preguntarte yo a ti bella ¿no crees que es muy tarde para estar experimentando?-

- Yo pregunté primero... Respóndeme Takumi...- otra vez su voz medio dormida.

- Vine por un poco de té, no puedo dormir... Ahora tu dime.

- Aún me falta mucho para poder alcanzarlos a ustedes... Tengo que esforzarme bastante, no quiero ser una carga durante el Regimen de Cuisine...

Al rubio esa respuesta no le sorprendió, pero si le molestó ¿Cuando entendería la linda Megumi que ella era sorprendentemente mejor de lo que creía?

Se acercó al mesón en el que la chica se encontraba trabajando antes y empezó a limpiar con rapidez. Cuando terminó, notó que el agua que hervía no contenía ninguna sustancia en particular, así que sacó una tetera, té y dos tazas.

Tras terminar de preparar la bebida se acercó a una cansada Megumi que reposaba en la silla ofreciéndole el dulce brebaje. Sabía que ella solo tomaba el té con miel en la noche para poder descansar bien.

Solo una cucharadita.

Un silencio abismal inundó el lugar, no era un silencio incomodo para ninguno de los dos, simplemente era parte del ambiente.

- Se honesta bella ¿Cuantas noches llevas desvelándote en tus prácticas?

- No lo sé.. ¿Tres? Creo...-

El chico solo soltó un suspiro, el chef Shinomiya era particularmente exigente, aún así Megumi se dormía tarde, para mantener el ritmo y se levantaba terriblemente temprano para sus clases...

Al ver que ya ambas tazas se encontraban vacías las llevo al lavaplatos para limpiarlas junto a la tetera, se encontraba tan concentrado en su labor que no notó como su amiga se levantaba y se posicionaba detrás de él.

Al girarse se encontró frente a frente con la chica, cosa que lo sorprendió y le causo ternura a la vez. La diferencia de alturas era notable, casi 15 centímetros de diferencia, sus ojos se encontraban entrecerrados y decía cosas inentendibles en susurros apenas audibles a la vez que se tambaleaba un poco. Por esto mismo se agacho un poco para estar a su altura y así poder entender lo que decía...

Así fue como sus labios rozaron accidentalmente.

El italiano reacciono de una forma muy graciosa, eso era algo obvio, enderezó su espalda automáticamente y retrocedió un par de pasos a la vez que la sangre corría por sus pómulos de forma exagerada. Cuando se volvió a dirigir a la chica esta se hallaba completamente dormida de pie frente a él.

Con toda la vergüenza que para él implicaba esa situación se acerco a la chica, la tomó entre sus brazos como a una princesa y la llevo hasta su habitación rogando dos cosas muy simples:

No encontrarse a nadie en el camino hasta la habitación de la azabache y que la chica entre sus brazos no recordara nada de esa situación.

¿Quería siquiera besarla? ¡Claro que si! Pero quería que ella fuera consciente de sus sentimientos cuando eso pasara, aunque...

Sus labios se sentían tan dulces como la miel.

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Me molesto bastante el "enfrentamiento" entre Takumegu y Rindō, esperaba algo épico y no... En fin pudo ser peor. Dato curioso: Megumi mide 154cm, mientras que Takumi 168cm...

Al tuo fianco.Where stories live. Discover now