Happy Halloween || Little Red Riding Hood

1.8K 128 19
                                    

 –Oh, no –Tim se detuvo en medio del bosque. Sus dedos pálidos tomaron la sedosa tela roja de entre las ramas marrones para desatorarla.

El cabello negro caía sobre su frente blanca, sus labios entreabiertos, durazno. Las hojas de un verde seco enmarcaban a la menuda figura. De alguna manera, él sabía que no estaba solo. El pelaje oscuro se movió entre la hierba, la criatura lo había estado siguiendo durante todo el camino.

–Sé que estás ahí –Timothy alzó la voz, sereno.

El lobo se quedó estático, como si pensara que al no moverse su gran tamaño y pelambre se volverían invisibles entre la fina vegetación. Tim suspiró y abrió la canasta que llevaba cargando en el brazo para sacar una hogaza de pan, la dejó sobre el pasto y se irguió nuevamente.

–No es mucho, pero es lo que puedo darte –dijo–. El resto lo tengo que llevar a la casa de mi abuela.

Tim se quedó de pie, mirando lo que suponía debía ser el lomo del terrible animal. Sus ojos azules y fríos lo observaron por otro par de segundos, antes de girarse de nuevo y retomar su camino.

El lobo esperó un poco a que el aroma a inocencia y cafeína se atenuara y, finalmente, salió de su escondite para tomar la hogaza de pan. Miró hacia donde el joven se había ido caminando y observó la capa roja ya apenas visible entre la hierba.

Hubo silencio y, de pronto.

–Una presa preciosa sin duda ¿No es así, Jason? –sobre la rama de un roble, un pájaro realmente feo comentó. Sus plumas eran de una mezcla perturbadora de colores morado, blanco y verde. En sus pequeñas patitas, sospechosas manchas carmesí penetraban hasta lo más hondo de las uñas.

Jason, arrugó su nariz, también el pico del ave estaba manchado de rojo.

–No es realmente mi tipo –respondió, observando al ave por un momento antes de inclinar la cabeza para olfatear la hogaza de pan que el joven le había dado. La corteza aún estaba caliente–. Me gustan con más... carne.

El pájaro entrecerró los ojos, sonriendo de manera atemorizante sin que Jason se diera cuenta.

–Oh ¿De verdad? –suspiró en falso tono de sorpresa– Por como lo seguiste, creí que estabas interesado en tenerlo para el almuerzo.

Jason masticó un bocado de pan, tragó y, sin mirar al ave, dijo:

–Creíste mal, a ese niño lo he visto en la aldea. Ronda por el bosque, se enferma seguido y come poco. Su belleza no lo hará más apetitoso, créeme, él es solo piel y huesos.

La sonrisa del pájaro se hizo más grande, Jason siguió comiendo.

–Al menos admites que es bello.

–No soy ciego –Jason replicó con la boca llena, cansándose cada vez más de lo persistente que era aquella ave que no lo dejaba comer en paz.

–Claro que no –la pequeña bestia concedió–. Entonces... solo para estar seguros...

Las orejas de Jason se movieron un poco, haciendo ademán de que le estaba poniendo atención.

–¿Sí?

–El no es tu presa... ¿Cierto? –el ave cuestionó inquisitivo.

Jason mascó.

–No.

El pájaro soltó una risotada entonces. Tan demente, tan fuera de sí que el bosque entero se estremeció, incluida la espina dorsal de Jason.

–Eso es bueno –dijo– ¿Sabes? Tengo mucha hambre y ha pasado tiempo desde que unos ojos tan bonitos estuvieron por aquí. Seguro que son... deliciosos.

Jason tragó el último bocado de pan en seco. Con las orejas bien alertas, se giró hacia el pájaro con el ceño fruncido.

–¿Piensas comerte sus ojos? –inquirió.

El pájaro río de nuevo, solo que esta vez más brevemente.

–¡Pues claro! –exclamó– Esos ojos tan fríos en mi paladar... ¡Mmm! ¡Solo puedo desearlo! Imagina como gritará cuando se los arranque, el dolor que va a sentir ¡Oh, y la sangre! ¡Toda esa sangre manchando su piel tan blanca!

A Jason se le hizo un nudo el estómago. De pronto, ese pajarraco le daba mala espina. Sin embargo... sin embargo, algo en su bestial naturaleza pensó en que el ave tenía razón. La sangre de ese joven... sus manos inertes, débiles por luchar. La capa raída por sus dientes y sus labios completamente húmedos, apenas pudiendo articular palabra bajo el pelaje negro sobre la hierba. Eso... eso debía ser hermoso.

Jason sacudió la cabeza. No valía la pena el esfuerzo. Un humano nunca vale el esfuerzo, las cicatrices en su cuerpo eran la prueba de ello.

–Haz lo que quieras –dijo al final–. Creo que se dirigía al norte, va a ver a su abuela o algo así.

El pájaro sonrió.

–¡Eso es tan conveniente! –se carcajeó de nuevo, mientras comenzaba a batir sus alas disparejas en vuelo y emprendía camino. Justo cuando había alcanzado la altura de las copas de los árboles se detuvo– Has sido de gran ayuda, Jason. Sería bueno que te mantuvieras cerca. Cuando la pequeña criatura esté ciega y en agonía, quizás te la ceda... Seguro encontrarás algo divertido que hacer... aun con tan poca carne.

Jason pensó en su piel blanca.

–Lo voy a pensar.

El ave río y siguió volando. Su risa llenó el ambiente hasta que ya no pudo ser escuchada. Jason se giró hacia la hierba y lamió las migajas del pan, apoyado en sus cuatro enormes y negras patas. El pelaje de su pecho y rostro era gris, sus ojos azules, demasiado humanos para ser los de un lobo común y corriente.

Él era una bestia.

Y quizás, cuando la noche llegara y el ave cumpliera su promesa, podría probarlo. 

*

*

Tarde, pero seguro. 

¡Feliz Halloween! Por que no hay nada que de más miedo que un final abierto :)

Batfamily One Shots || Son AdoptadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora