Descubriendo

169 17 0
                                    

-Entonces... -le dije mientras nos alejábamos en las cuatrimotos del pueblo, minutos después que el que nos las alquiló se aseguró que supiéramos manejarlas y practicáramos unas cuadras -...¿esta es una de esas cosas que no habías hecho por miedo o porque no de dio la oportunidad?

Avanzábamos a casi la misma velocidad, aprovechando que el camino nos permitía avanzar al lado del otro.

-Si siempre me das esas opciones, claramente siempre será la segunda -rio.

El sol calentaba agradablemente, sin llegar a quemar y gracias a la velocidad, se sentía como si tuviéramos una constante corriente de aire refrescándonos. El pueblo iba quedando atrás, pronto lo perderíamos de vista. Ese día no haría nada relacionado a mi trabajo, pero esperaba poder tomar algunas fotos que añadir a lo que llegarían a formar mi exposición. Sonreí con la idea.

-¿Qué ocurre? -preguntó

-Primero responde tú.

Nos acercábamos a una curva y el sonido de un claxon nos advirtió que venía un vehículo. De alguna manera, nos entendimos con una mirada y bajando la velocidad, nos pusimos en fila, yo detrás de ella, pegándonos al lado derecho de la vía. Cuando el camión pasó a nuestro lado, deseé poder taparme los oídos, pero agradecí que también redujeran su velocidad, tratando de levantar la menor cantidad de polvo posible del suelo. 

-En este caso sí es de las cosas que no había podido hacer antes -respondió cuando volvimos a manejar lado a lado.

-Sonreía pensando en que podría llegar a montar una exposición -confesé.

-De ahí voy a realmente querer que me cuentes más de eso, pero aprovechando que podemos ver una larga parte del recorrido desde acá y que no viene carro ¿No quieres acelerar? -tenía una chispa traviesa en la mirada.

En respuesta me adelanté, sacándole rápidamente ventaja, aunque ella no demoró en reaccionar. Riendo y alternándonos la delantera bajamos buena parte del camino hasta la quebrada. 

No mucho más tarde habíamos dejado las cuatrimotos a un lado, no tan cerca del camino.  Estábamos sentados muy cerca a un pequeño río que nacía de un lago a pocos kilómetros de dónde habíamos finalmente decidido parar. Habíamos estado unos buenos minutos en silencio, mirando alrededor, disfrutando del paisaje y sonidos. 

-Me encantaría meter los pies en el agua -comentó Sabrina, cerrando los ojos y levantando la cara hacia el sol, como disfrutando de sus rayos.

-Probablemente te congelarías los pies -me burlé.

-¿Tú crees? ¿Tan frío estará?

-Haz la prueba -la reté con una sonrisa.

-No me crees capaz -me miró indignada aunque me pareció detectar cierta chispa en su mirada que delataba su buen humor.

-¿Lo afirmas?

-Lo digo incrédula de tu desconfianza hacia mí.

-¿Te vas a molestar? -me reí divertido.

Estaba a punto de añadir que parecía una niña frustrada cuando ella exclamó:

-Como te atrevas a acusarme de chiquilla, te empujo al río. Y voy a averiguar cuán frío está -sentenció poniéndose de pie.

No supe disimular mi sorpresa. No sabía que era tan fácil leerme, jamás lo había creído en todo caso y ella simplemente se había adelantado a lo que yo iba a decir. Por suerte su determinación evitó que notara mi cara. La vi caminar con decisión hacia el río.

-¿Has entrado en un río antes? -pregunté.

Ella se detuvo en el sitio.

-¿Por?

-¿Te has fijado si este tiene mucha fuerza en la corriente? ¿Sabes cómo pisar?

-Pues... con mis pies -respondió aún de espaldas, sin encararme.

"Se va a matar" pensé riendo por lo bajo y poniéndome de pie para acercarme y vigilar de cerca. Cuando llegué a su lado me miró sorprendida.

-¿También te vas a meter?

-No, ni loco -sonreí burlón -La que se va a congelar eres tú, yo solo he venido a asegurarme que no te mates.

-Qué considerado -fingió sorpresa y agradecimiento.

-¿Qué puedo decir? Soy un caballero.

-Tienes algo raro en la cara.

-¿Qué cosa?

-Ah... no... -me lanzó una rápida mirada -Es la ironía ¿o debería decir mentira? -se burló mientras se sacaba los zapatos y medias y doblaba sus jeans forcejeando un poco para subirlos hasta sus rodillas.

-¿Se supone que la mentira es que soy un caballero?

-¿Cómo lo supiste? -pretendió estar maravillada.

-Ya métete al agua.

Ella rio y me dio la espalda para evaluar el río. Finalmente optó por sentarse en una piedra grande desde la cual sus pies llegaban al agua. Valientemente controló cualquier expresión que pudiera delatar su frío, pero no pudo evitar un ligero estremecimiento. Sonreí satisfecho de tener la razón. Nuevamente me vi sorprendido cuando Sabrina se incorporó y con mucho cuidado se puso de pie. Casi de manera involuntaria, como por puro reflejo me apresuré junto al borde del río, listo, por si acaso. Sabrina parecía estar disfrutando.

-Algunas piedras resbalan -comentó emocionada.

-Es musgo o algo similar -le dije sentándome en la piedra donde ella había estado antes.

-¡Yuck! -exclamó como estremeciéndose, pero la sonrisa regresó a su rostro y se explicó encogiéndose de hombros -luego me enjuago. 

Me quedé mirándola caminar por el río, sin acercarse al centro, de manera torpe y tambaleándose pero logrando mantener el equilibrio. Por un instante lamenté no tener mi cámara a la mano, la había dejado con las demás cosas donde habíamos estado sentados hacía un rato. Nuevamente mi mirada se fijó en Sabrina que parecía estar disfrutando despreocupadamente y me dije que a falta de una fotografía debía grabarlo en mi memoria. Luces, brillo, reflejo, colores, sombras, y sobre todo, sonrisa.

-¿No te estás congelando? -le pregunté tratando de no seguir pensando.

Ella me regaló una sonrisa que me hizo sonreír casi sin darme cuenta.

-¡Sí!

-¿Y te ríes? -noté que yo estaba por hacer lo mismo.

-Es que el sol me quema -aclaró acercándose con cuidado -en cambio el agua me enfría las piernas. Cuando recién metí los pies dolía, pero no demora acostumbrarse. ¿Por qué no te metes? ¿O eres muy friolento?

-Hoy no me provoca, pero vengamos otro día y puede que me anime -le dije sin pensarlo mucho.

 -¿Quieres venir de nuevo? 

Me pareció que la idea la emocionaba. 

-Quiero ir al otro lado del río -le contesté.

-¿Crees que podamos cruzarlo?

-Hay partes poco profundas y no es muy ancho. Ni siquiera debería ser tan difícil. Supongo que cerca al lago debe haber un puente o algo, pero será más entretenido intentarlo así.

-Será divertido descubrir qué hay al otro lado.

-Podría haber solo más árboles y hierbas hasta llegar al pie del cerro.

-Ya... pero descubriríamos eso -sonrió.

WanderlustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora