Trekking (Parte 1)

201 23 2
                                    

-¿Por qué sonríes? -pregunté sin poder evitarlo después de llevar un rato observándola tras haber notado la enorme sonrisa en su rostro.

-¿Cómo no hacerlo?

Esperé que contestara a mi pregunta, de alguna manera sabiendo que no tardaría en hablar más.

-Es el sonido de nuestras pisadas. Me encanta. Me fascina cómo suenan los caminos de tierra con piedritas. Esos pequeños como crujidos. Adoro sentir este sol que calienta, pero no quema y me alegra tanto la luz. Y estoy muy contenta de finalmente estar haciendo esto. No entiendo porque nunca lo hice antes.

Su respuesta me hizo sonreír ligeramente. Les llevábamos unos veinte metros de ventaja al resto del grupo. De cuando en cuando volteábamos a ver dónde andaban. El guía nos hacía una seña si es que íbamos a tomar un descanso. Lo mismo hacíamos si es que en algún momento el camino no era muy claro. De vez en cuando aprovechaba la ventaja para tomar fotos. Incluso conseguí unas excelentes del hotel y otras en las que se veía al resto del grupo caminando. Traté de que salieran a contraluz de manera que se vieran como figuras en el camino.

-¿Me tomarías una foto? -escuché su voz como un susurro.

Yo estaba en cuclillas. La miré girándome y por encima de mi hombro, un poco desconcertado.

-¿En serio? Pensé que no te gustaban las fotos.

-¡No seas pesado! No me hagas dudar ahora. Me costó tantísimo armarme de valor.

-¿Lo has hecho porque aún no nos alcanzan? ¿Te avergüenza que vean? -pregunté.

Lo pensó unos segundos antes de responder.

-Sí, mucho. ¿Sabes? En el fondo siempre he querido tener esas fotos espectaculares, que miras y te encantan. Demorarme mil horas hasta que salga la foto perfecta, tal y cual la quiero. Y alguien que me guíe, me ayude, se fije en que salga lo mejor posible. Pero muero de vergüenza. De que me vean posando, de tomarme tiempo...

Pude haberle replicado que ella era preciosa y que no debía preocuparse, que nadie la vería mal y en todo caso, no debía limitarse por lo que los demás pudieran opinar. Pero sabía a lo que se refería. Así que en vez le propuse:

-¿Y si nos adelantamos? Dejémoslos aún más atrás. En los que nos alcancen habrán pasado al menos unos veinte minutos. Yo me encargo de que la foto salga tan cual la quieras.

Sabrina me miró sorprendida. Yo le hice una seña al guía para preguntar hacia dónde seguir. Él entendió al instante y me indicó que giráramos hacia la derecha.

-¿Vamos? -me giré nuevamente hacia ella.

-Vamos.

No parecía del todo convencida, pero retomamos la marcha a buen paso.

-¿Si te pregunto cosas me dirás la verdad? -soltó de la nada.

-¿Te das cuenta que podría mentirte al responder esa pregunta?

-Podrías, pero no lo harás.

-¿Cómo sabes?

-Solo lo sé.

-Está bien -contesté divertido -¿Qué quieres preguntar?

-Si pudieras ir a cualquier lugar en el mundo ¿A dónde irías?

-Egipto -respondí sin pensarlo.

-¿Y...? -me animó a continuar con una sonrisa.

-Escocia. India, Tailandia, China, Japón y Rusia. Hungría y España. Suiza, Austria, Italia, Grecia... Brazil, México, Cuba... A todos lados -terminé concluyendo.

WanderlustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora